There are echoes in the wind
And they say don't be afraid
'cos the signs on the way
Are leading us home.
--One with the world, de Gamma Ray
Quise mencionar la anécdota de la primera parte del post no porque haya cambiado de parecer respecto al tema, sino porque el viernes, luego de una serie de eventos inoportunos y curiosos, resolví el conflicto que mencionaba al principio, y esto me hizo pensar, irremediablemente, en esa conversación de hace años. Repetiré incansablemente (incluso si gano la reputación de demente) que cada situación que para algunos podría tomarse como coincidencia, yo la considero como una sutil señal del camino que debo tomar, y fue gracias a estos indicios que conseguí poner mi mente en paz. Pues bien, la situación se dio de la siguiente manera (altamente resumida):
Por hacer planes especiales, en lugar de salir de la universidad a la una de la tarde como siempre, me quedé leyendo en el campus mientras hacía hora. Una vez que terminé la lectura, revisé mi correo electrónico esperando encontrar noticias sobre la nota de una práctica que debían darme, pero en lugar de eso recibí el anuncio de que el plan especial para ese día había sido cancelado por imprevistos. Como no tenía nada más que hacer, empecé a caminar hacia la salida, y me encontré con un amigo que no veía en mucho tiempo, con quien me quedé conversando unos minutos. Luego, de nuevo camino a la salida, me crucé con otro amigo y me vi acompañándolo hasta su salón de clases. Una vez que llegamos, hablamos con otras personas por un momento, después me despedí y fui hasta el paradero.
Y aquí es donde se da el acontecimiento crucial que por sí solo ya conlleva un valor enorme en toda esta historia, y que sumado a los otros sucesos que se dieron desde la una de la tarde arma la situación altamente curiosa que trataré de expresar a continuación. Cerca a mi casa llevan haciendo reparaciones de las vías y construyendo obras, por lo que el tráfico es insoportable en esa zona, y ocasiona que me me tome entre veinte y treinta minutos atravesar las quince cuadras que comprende ese tramo. Debido a esto, decidí tomar una ruta alternativa, un camino que no tomo nunca a menos que sea absolutamente necesario, con la intención de probar si debido al problema anterior llegaría más rápido por esta nueva vía. Dejé pasar dos buses que me llevaban por esa ruta por estar demasiado llenos, y el cobrador de un tercero que iba bastante vacío me dijo que no llegaba hasta donde yo quería ir (a pesar de ser una línea de autobuses que yo sé que sí van por ahí), así que, cansado de esperar subí al siguiente que pasó y que iba más lleno de lo que me hubiese gustado. Es así que con todo esto, con cada demora y decisión tomada, subí a un micro al que, minutos más tarde, subiría una de las dos chicas que dio inicio al conflicto mental que tenía, una amiga que no veo desde que aquél empezó.
Y fue así que, gracias a esta curiosa manera de encontrarla, a esto que tomo como una señal, pude darle paz a mis pensamientos. Entendí que no importa cuánto trate de empujar hacia una dirección, si en el fondo no me siento convencido de mis sentimientos, la vida misma me ayudará a dar la vuelta y optar por el mejor camino. Y, además, como dando respuesta a la pregunta que quedó inconclusa en la primera parte de este post, la clave del asunto no es definir dónde, cuándo y bajo qué circunstancias puede hallarse un "verdadero amor", sino abrirse a la posibilidad, por más minúscula que sea, de encontrarlo, esté donde esté.