sábado, 26 de junio de 2010

Un "verdadero amor" (segunda parte)


There are echoes in the wind

And they say don't be afraid

'cos the signs on the way

Are leading us home.

--One with the world, de Gamma Ray



Quise mencionar la anécdota de la primera parte del post no porque haya cambiado de parecer respecto al tema, sino porque el viernes, luego de una serie de eventos inoportunos y curiosos, resolví el conflicto que mencionaba al principio, y esto me hizo pensar, irremediablemente, en esa conversación de hace años. Repetiré incansablemente (incluso si gano la reputación de demente) que cada situación que para algunos podría tomarse como coincidencia, yo la considero como una sutil señal del camino que debo tomar, y fue gracias a estos indicios que conseguí poner mi mente en paz. Pues bien, la situación se dio de la siguiente manera (altamente resumida): 

Por hacer planes especiales, en lugar de salir de la universidad a la una de la tarde como siempre, me quedé leyendo en el campus mientras hacía hora. Una vez que terminé la lectura, revisé mi correo electrónico esperando encontrar noticias sobre la nota de una práctica que debían darme, pero en lugar de eso recibí el anuncio de que el plan especial para ese día había sido cancelado por imprevistos. Como no tenía nada más que hacer, empecé a caminar hacia la salida, y me encontré con un amigo que no veía en mucho tiempo, con quien me quedé conversando unos minutos. Luego, de nuevo camino a la salida, me crucé con otro amigo y me vi acompañándolo hasta su salón de clases. Una vez que llegamos, hablamos con otras personas por un momento, después me despedí y fui hasta el paradero.

Y aquí es donde se da el acontecimiento crucial que por sí solo ya conlleva un valor enorme en toda esta historia, y que sumado a los otros sucesos que se dieron desde la una de la tarde arma la situación altamente curiosa que trataré de expresar a continuación. Cerca a mi casa llevan haciendo reparaciones de las vías y construyendo obras, por lo que el tráfico es insoportable en esa zona, y ocasiona que me me tome entre veinte y treinta minutos atravesar las quince cuadras que comprende ese tramo. Debido a esto, decidí tomar una ruta alternativa, un camino que no tomo nunca a menos que sea absolutamente necesario, con la intención de probar si debido al problema anterior llegaría más rápido por esta nueva vía. Dejé pasar dos buses que me llevaban por esa ruta por estar demasiado llenos, y el cobrador de un tercero que iba bastante vacío me dijo que no llegaba hasta donde yo quería ir (a pesar de ser una línea de autobuses que yo sé que sí van por ahí), así que, cansado de esperar subí al siguiente que pasó y que iba más lleno de lo que me hubiese gustado. Es así que con todo esto, con cada demora y decisión tomada, subí a un micro al que, minutos más tarde, subiría una de las dos chicas que dio inicio al conflicto mental que tenía, una amiga que no veo desde que aquél empezó.

Y fue así que, gracias a esta curiosa manera de encontrarla, a esto que tomo como una señal, pude darle paz a mis pensamientos. Entendí que no importa cuánto trate de empujar hacia una dirección, si en el fondo no me siento convencido de mis sentimientos, la vida misma me ayudará a dar la vuelta y optar por el mejor camino. Y, además, como dando respuesta a la pregunta que quedó inconclusa en la primera parte de este post, la clave del asunto no es definir dónde, cuándo y bajo qué circunstancias puede hallarse un "verdadero amor", sino abrirse a la posibilidad, por más minúscula que sea, de encontrarlo, esté donde esté.

viernes, 25 de junio de 2010

Un "verdadero amor" (primera parte)

Still she's a danger girl

Insane far beyond her years

On some things she's very clear
She's a wild adventurer 


--Silver girl, de Fleetwood Mac




Ayer viernes, al fin, pude resolver una situación bastante complicada que me ha tenido intranquilo buena parte de los últimos cuatro meses. Si bien me gustaría escribir detalladamente al respecto, es un tema que no solo me compromete a mí sino a más personas, y sé que a algunas de ellas, que leen este blog, no les gustaría verlo publicado. Me limitaré a hablar de manera más general.

Hace poco más de cuatro años, una vieja amiga me hablaba del amor, del que ella consideraba como verdadero y al que yo no llamaba imposible pero sí demasiado difícil de conseguir o hallar. Según lo que recuerdo haber entendido luego de sus explicaciones, ella hacía mención a un encuentro inoportuno entre dos personas que con tan solo verse e interactuar casualmente sentirían, casi simultáneamente, una especie de conexión. Aclaró que no se refería a un "amor a primera vista", que el término se acercaba mucho a lo que trataba de expresar, pero que no era exactamente eso. Cuando escuché su explicación por primera vez me sonó a un cuento de hadas, a las típicas películas de princesas de Disney. Aunque poco a poco fui cediendo hasta considerar que podría ser posible tener tal conexión de manera inusual y tan inmediata, pero que definitivamente dependía de muchísimas cosas, de las circunstancias del encuentro, de las actitudes de cada persona, de sus personalidades, de sus experiencias pasadas, y de muchas más, lo que daba cuenta de una probabilidad bajísima de hallar el amor verdadero que ella profesaba.

Hoy, ella puede decir que ha hallado amor, no sé si el que buscaba cuatro años atrás, pero sí uno muy profundo y especial. Yo, por mi parte, jamás me he enamorado. ¿Tendrá esto que ver con nuestras posturas opuestas frente a ese "verdadero amor", o se trata de algo más intrincado?

jueves, 24 de junio de 2010

Un primer vistazo







--The black parade, de Seventh Wonder





Con menos de dos semanas más por terminar este ciclo universitario, he estado pensando mucho en el futuro. El tema que más resalta en ese futuro es la felicidad, el cómo conseguirla, así que no hace falta añadir que me he envuelto en reflexiones irremediablemente largas, y he sumado nuevas interrogantes en lugar de responder las que ya tenía. De cualquier forma, sí pude llegar a una especie de conclusión (o a un primer paso dentro de varios que terminarán por ayudarme a obtener una).

Ya había mencionado meses atrás, incluso años atrás, que no quiero que mi vida se vea regida de la misma manera que la del resto de personas. Esta es una idea aparte que, si bien he desarrollado antes, habría que definir con mayor precisión ahora que mi forma de pensar ha cambiado considerablemente. Básicamente, todos queremos lo mismo, vivir felices, pero hay muchísimos caminos que nos llevarán a esa felicidad, algunos que implican enormes sacrificios y otros, más "fáciles", que demandan mayor tiempo; aunque ninguno garantiza que realmente se alcance tal estado. La idea que he tratado de expresar siempre ha ido de la mano con un camino intermedio. Pero me desvío del tema.

Podría decirse que buscamos, dentro de esa felicidad, tener una familia, compartir nuestra vida con otros. Y aquí habría que mencionar algo importante. Tener una familia no implica en sentido alguno poseer dinero, ser feliz no depende de la situación económica. En el ensayo que tuve que escribir para uno de mis cursos de Psicología, discutía algunos obstáculos que los seres humanos debemos sobrepasar para alcanzar la "autorrealización" (término humanista que se entiende como la motivación de alcanzar un estado pleno de vida por medio de todas nuestras capacidades, muy similar a una búsqueda por la felicidad), y uno de ellos era la pobreza. Concluí que es solo una dificultad, y, como dice la Psicología Humanista, las personas trataremos de autorrealizarnos a toda costa, sin importar lo que se nos presente, y dentro de nuestra situación, así que la felicidad no depende de nada o nadie mas que de nosotros mismos.

Y hasta ahí llego, todavía con muchísimo por responder.

jueves, 17 de junio de 2010

Sombras


Shapes of every size

Move behind my eyes
Doors inside my head
Bolted from within

--Shadow on the sun, de Audioslave



I: ¿Adónde te has ido?
J: ... (silencio)
I: Eres la metáfora de mi vida, y no consigo asirme a la idea de un mundo donde mis fantasmas te conozcan mejor que yo.
J: ... (silencio)
I: Anoche me dijeron que pidiera algo, cualquier cosa, y que, si alguna vez llegaban a dármelo, me haría feliz para siempre.
J: ... (silencio)
I: ¿Sabes lo que pedí?
J: ... (silencio)
I: No lo diré hasta que me hables.
J: ¿Qué pediste?
I: Pedí algo que ya tengo.
J: ... (silencio)
I: Y ahora no sé si esto es la felicidad.
J: ... (silencio)
I: ... (silencio)

martes, 8 de junio de 2010

Sobre lo correcto


How will I know
How could I tell
Where would I find some serenity

--Glory, de Kamelot


Hay un tema que he mencionado muchísimas veces en este blog pero sobre el que no he ahondado lo necesario, muy probablemente porque todo este tiempo me ha sido muy complicado entenderlo, por una parte, y por otra explicarlo.

¿Qué es lo correcto?

Hace casi un año hice un pequeño intento de escribir al respecto, pero sé que faltó decir muchísimo. Lo correcto está muy ligado a lo social y, especialmente, a lo cultural, ya que lo que determina que un acto sea considerado correcto tiene mucho que ver con lo que las personas de nuestro entorno entienden por ello, aunque no creo que dependa totalmente de esto. Me atrevería a decir que incluso existe una especie de sentido común al cual nos atenemos para saber cómo actuar, claro que esto también podría considerarse como otra forma de llamar a la influencia de la cultura.

Pienso que hacer lo correcto entraña grandes perjuicios, si no sacrificios, por eso puede parecer muy difícil llevar a cabo acciones de este tipo. Sin embargo, descifrar qué es lo correcto en cada situación ya es una ardua tarea de por sí, y es justamente a esto a donde está dirigida mi pregunta inicial. Creo que todo este tiempo he visto aquel concepto como algo muy ligado a lo que llamamos "bueno", actos de bondad, cuando en realidad va más de la mano con una idea que vamos construyendo como sociedad. Es decir, lo correcto no tendría por qué ser algo bueno para nadie, sino solo una especie de guía sobre el actuar menos reprochable.

Tal vez por eso llevo mucho tiempo convencido de que lo correcto no siempre es el mejor curso de acción.

miércoles, 2 de junio de 2010

Solo falta creer


All around the world, you've got to spread the word
Tell them what you've heard
We're gonna make a better day

--All around the world, de Oasis


Anoche volví a ver una de las películas que más me ha inspirado y que sigue tocando mi corazón cada vez que la veo, "Pay it forward" (Cadena de favores, en español) de la directora Mimi Leder. Podría decir muchísimo sobre este filme, hay una diversidad de temas desarrollados en él, pero me gustaría mencionar uno que ayer resaltó un poco más que el resto.

Trevor, el protagonista, como parte de una asignación, idea una manera de cambiar el mundo como parte de una asignación escolar y que, justamente, es el título y tema principal de la película. Constaba en hacerle un favor especial a tres personas y que éstas a su vez hicieran un favor a otras tres, de tal manera que fuese formándose como una cadena interminable que tendría como finalidad mejorar la vida de todos, básicamente cambiar el mundo. Lo que llamó mi atención fue lo que dijo el profesor que dio la asignación cuando Trevor explicó la idea: que se basaba en fe, fe en la bondad de las personas.

Me pregunto, ¿estuvo Trevor, dejando de lado su corta edad, siendo ingenuo?

Personalmente, diría que no. Tiempo atrás de seguro habría dicho lo opuesto, pero ahora puedo asegurar que sí existe bondad en las personas. Quizás no todas sean buenas, o la bondad sea resultado de un acto egoísta encubierto, o quien actúa bien en ciertas situaciones no lo hace en otras, pero sí pienso que exista y que tener fe en las personas no es del todo ser ingenuo. Tampoco se trata de confiar siempre en todos, pero sí de dar oportunidades, tratar de que los prejuicios no dirijan nuestras actitudes hacia los otros. Probablemente seremos desilusionados, pero de seguro también recibiremos agradables sorpresas.

Diría, también, que los seremos humanos somos egoístas por naturaleza, que muchas veces nos dejamos llevar por nuestro propio bien antes que por el de los demás y hasta podemos perjudicarlos si ello nos supone un beneficio. Sin embargo, e incluso si ser egoísta ocasional y moderadamente no es del todo malo, considerar el egoismo (y, en mayor extremo, la maldad) como características dominantes humanas es olvidar la existencia de otras muy positivas, como son la capacidad de amar y de ser altruista.

Así que no, pienso que no sería ingenuo. Si bien no se ve a diario la bondad en otros o nosotros, definitivamente existe.

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