domingo, 17 de octubre de 2010

Yo soy... (segunda parte)


Without the mask, where will you hide?
Can't find yourself lost in your lie

--Everybody's fool, de Evanescence


Pensaba en cómo puede uno describirse. Puede hacerse de acuerdo a sus intereses, metas, gustos, valores, cualidades, defectos, aversiones y cualquier otra característica que haga mención a la propia personalidad. Todo ello más cercano al "cómo soy". Además, uno puede presentarse a gente que recién conoce de acuerdo a lo que se dedica o al trabajo que desempeña, como estudiante, ama de casa, empresario, publicista, pintor, etc., de la mano con el "qué hago". Y una tercera manera de describirse es la que depende de los otros, es decir, cómo los demás nos perciben y qué relación tenemos con ellos, referido al "quién soy para el resto".

Sobre el primer punto no tengo mucho que decir. Sobre el segundo mencionaría que me cuesta etiquetarme respecto a lo que hago, pues soy una variedad de cosas, algunas que preferiría no ser, otras que apenas soy (dibujante) y otras que soy más (escritor, ciclista, fotógrafo) pero que son ensombrecidas por la mayor etiqueta de todas, 'estudiante', de la que no me siento especialmente orgulloso. Pero es sobre el tercer punto que quiero hablar.

Creo que ya lo había mencionado antes en algún otro post, cómo podemos hacernos una idea de los demás y tratarlos de esa manera a pesar de que puedan no ser como creemos. Esto me sucedía muy a menudo cuando tenía nociones más pesimistas de la gente, antes de conocer a alguien solía ver a la persona con sus características negativas acentuadas, características que la mayoría de veces eran incorrectamente adjudicadas. O se da un caso análogo de manera contraria, algunas personas me consideran arrogante o desinteresado por no socializar mucho o por no devolver saludos, cuando en realidad esto se debe a mi timidez y al hecho de que puedo llegar a ser muy distraído.

Con esto quería llegar a una peculiar frase de Milan Kundera que volví a leer hace poco: "En la medida en que vivimos con gente, no somos más que lo que la gente piensa que somos". Nuestra conducta, lo que decimos y hasta lo que unos dicen a otros sobre nosotros es lo que en definitiva somos para el resto, a pesar de que quizás uno mismo no se piense de esa manera. Esto puede desencadenar en muchas malinterpretaciones, pero creo que el mayor peligro es comenzar a actuar de determinada manera esperando dar una imagen específica, imagen que realmente no nos define pero que causa las reacciones que esperamos en los otros, quizás hasta teniendo una falsa sensación de satisfacción o aceptación. Todo ello con el riesgo de ir perdiendo noción de quién se es realmente.

A lo que voy es que uno debe mostrarse auténtico y no actuar siempre en base a las expectativas de los demás. Es interesante notar que el hecho de que las personas nos pongamos máscaras es una práctica humana de carácter adaptativo, es decir, nos hace bien ser "falsos" de vez en cuando, pues así nos protegemos de las amenazas del mundo. Sin embargo, habría que preguntarse, ¿el mundo es amenazante de por sí, o el que nos mostremos de una manera que realmente no somos es lo que lo finalmente lo vuelve así?

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