viernes, 5 de junio de 2009

Salsero sobre ruedas


I'll sit and spin for a little while
If it's the end of days
I'm goin out in style

--Too much, too young, too fast, de Airbourne



Ayer recordé lo que es subir a una montaña rusa. Masomenos.


Si existieran estadísticas sobre esto, tal vez mostrarían algo como "dos de cada cinco taxistas limeños escuchan salsa mientras trabajan". No es la primera vez que subo a un taxi con un salsero de corazón, pero resulta que ayer subí en un taxi con uno bastante peculiar y especialmente amante de esta música, puesto que me llevó de Surco a Miraflores no solo moviendo el carro sino moviéndose él mismo.

Tampoco es inusual tener como taxista a un hombre que piensa que es dueño de las calles o que ama la velocidad y el riesgo de tal forma que no se contenta con vencer a otros conductores sino también a la luz roja. A veces son malos perdedores. Pues justo me tocó un taxista salsero y, tal vez en otra vida, conductor de autos de carrera. Con el volúmen al máximo y el pie casi anclado al pedal, llegué a mi destino un poco asustado y bastante entretenido.

Toda la experiencia de ver cómo el taxista buscaba sobrepasar la velocidad del sonido y a la vez bailaba mientras en la radio pasan una salsa tras otra me pareció completamente surreal. Me hizo recordar, como dije, a una montaña rusa, pero sin las peligrosas subidas, bajadas y divertidas volteretas. Incluso me sentía seguro, como si el cinturón de seguridad me asegurara que no chocaríamos, que los cálculos del conductor al doblar esquinas o adelantar carros eran tan precisos como las fórmulas matemáticas empleadas en los juegos mecánicos. La música "rompe-tímpanos" fue un agregado especial, pues parecía darle ímpetu, era la energía con la que se alimentaba y que le daba fuerzas para evitar el tráfico y seguir bailando como si no existiera un mañana.

Bajé del carro aliviado de estar vivo y en una pieza, pero con ganas de subir de nuevo y experimentar el recorrido de vuelta con ese mismo conductor. Siempre que tomo un taxi trato de recordar la cara del taxista y siempre descubro que nunca es el mismo, que siempre subo a un carro diferente. Y el saber esto, después de la alocada vivencia de ayer, me decepciona un poco. Aunque aquella también me demuestra que todo es posible. Algún día volveré a subir.

No hay comentarios.:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails