lunes, 22 de enero de 2018

Desrealismos


It might just be that we're all going nowhere fast
But even so I would not trade a single day

--The world's best dreamers, de Moon Safari


En ocasiones me sucede que mientras pedaleo me pierdo en mi propia mente. Entre que recuerdo situaciones del pasado o le doy vueltas a ciertas ideas, olvido dónde estoy y adónde voy por unos instantes. Al cabo de unos segundos he avanzado algunos metros y no sé exactamente cómo es que llegué hasta ahí sin chocar contra nada o sin caerme.

Sé que entro en una especie de modo automático. Montar bicicleta se vuelve una acción tan natural y propia de mí que dejo de pensar en ella y me concentro en otras cosas, por lo que puedo seguir pedaleando sin siquiera darme cuenta. Nunca me ha ocasionado accidentes, felizmente, quizás porque suele suceder en momentos de tranquilidad. Pero siempre me digo lo mismo cuando sucede: "Regresa, Diego, no te vayas." Y así salgo de ese estado.

Lo curioso, además de que lo digo en tercera persona, es que suele ser de una manera indulgente, tolerante, como si mi lado realista hablara con el soñador, como si ya supiese que estas cosas pasan con regularidad en otro tipo de situaciones. Porque claro, soñar despierto es uno de mis superpoderes, y al parecer lo hago en donde sea, incluso sobre la bicicleta.

Pero siempre regreso, siempre vuelvo a mi punto de partida. Ileso, pero con nuevas ideas.


Imagen: https://pixabay.com/en/sunset-cycling-bridge-cyclist-man-1208263/

domingo, 21 de enero de 2018

Un poco de lo anterior para variar


Echoes of better times resound a world away

--Yasgur's farm, de Moon Safari


He notado un patrón en estas tres semanas de posts. Dado que estoy escribiendo aquí todos los días, prácticamente a la misma hora, siento que hay poco espacio para la reflexión y más se está dando un relato de los hechos diarios de mi vida. No es que esté mal, pero no es precisamente lo que esperaba escribir aquí cuando me volví a poner el reto de los 365 días de posts.

El primer año que escribí aquí estuvo lleno de un poco de todo: entradas sin sentido, recuentos del día a día y reflexiones en base a ideas o pensamientos que pude haber tenido (básicamente las etiquetas de este blog). Las primeras tenían (y tienen) sentido para mí, pero eran más palabras que salían a borbotones, pseudo ideas que entretejía y plasmaba como queriendo contar algo sin revelar demasiado. Las segundas era literalmente eso, resúmenes de situaciones que me pasaban de vez en cuando durante la semana o el mes y que iba contando para mantenerlos al tanto. Pero eran el tercer tipo de posts los que verdaderamente amaba escribir (e incluso releer).

Escribir sobre mis ideas o sobre las cosas que pensaba, darles vueltas, masticarlas, reflexionarlas y hasta deconstruirlas es una muestra del tipo de persona que era en ese entonces. No digo que haya dejado el pensamiento crítico o el idealismo de lado, pero no dedico tanto tiempo como me gustaría a ese tipo de actividades. Mi vida se ha concretizado, ahora mis metas son mucho más tangibles y mis experiencias están basadas en la madurez que he ido adquiriendo con los años; es casi como si fuese otra persona, con otras prioridades, preocupaciones e intereses.

Pero no soy otra persona, sigo siendo yo. Con menos tiempo para escribir, con otras cosas que ocupan mi cabeza, pero yo al fin y al cabo. Seguiré tratando de darle más reflexión a mis posts, más de ese toque soñador del que están teñidos muchos otros escritos anteriores, porque de esos es que realmente se obtiene algo significativo; son esos los que más recuerdo cuando pienso en este blog y a los que regreso cuando quiero leerme y aprender cosas nuevas a partir de lo viejo. Espero mantenerme fiel a esto.


Imagen: https://pixabay.com/en/fantasy-castle-cloud-sky-tower-782001/

sábado, 20 de enero de 2018

Cambio de ritmo


It's not complicated

--3 years older, de Steven Wilson


Hoy me crucé con una frase bastante poderosa: "Si dejáramos de evadir aquello que debemos hacer, ¿qué tipo de personas seríamos?"

He parafraseado un poco, pero era básicamente así, dando a entender que si asumiéramos la responsabilidad de vivir significativamente, afrontando aquello que tememos, diciendo lo que realmente queremos decir y siendo auténticos, llegaríamos muy lejos. Es decir, que somos nosotros mismos quienes nos ponemos obstáculos, y que al quitárnoslos, podemos ser más de lo que realmente creemos.

Suena idealista y hasta utópico, pero tiene sentido desde una perspectiva práctica. Si dejamos de rehuir lo que debemos hacer, si dejamos de perder tiempo y afrontamos lo que debemos hacer, tendríamos más tiempo para hacer lo que realmente queremos, y ser como verdaderamente somos. Es difícil de explicar sin repetirme a mí mismo, pero la idea básica es esa, usar nuestro tiempo responsablemente y actuar de manera significativa.

Aún estoy tratando de convencerme a mí mismo de seguir ese consejo, de realmente guiarme por esa frase. Ya veremos qué resulta de ello.


Imagen: https://pixabay.com/en/city-architecture-nature-against-2939879/

viernes, 19 de enero de 2018

Anudado


All hope disappearing
Gives the power of healing

--The endless knot, de Haken


El dolor por la  tendinitis regresó ayer con fuerza, como despidiéndose. Era como un calambre incesante, como si mi brazo se contrajese hasta el límite y aún así quisiese llegar más lejos. Me tomé algunas pastillas para el dolor y poco a poco me fui sintiendo mejor, pero fue como poner una tela sobre un camino de rocas.

Hoy ya todo va bien, felizmente. Tengo la cabeza muchísimo más despejada después de haber estado en las nubes. Ya no hay dolor, pero sí siento como una presión en el brazo, como si algo lo aplastara, y me dificulta moverlo con naturalidad. Esperaré a mañana para cantar victoria, pero voy celebrando a mi modo desde hoy, pues ya se fue la inflamación por completo y estoy mejor que en días.

Moraleja: No importan cuánta fuerza tengan, siempre habrá algo que no podrán levantar. Y no hay nada de malo con eso.


Imagen: https://pixabay.com/en/rope-knot-string-strength-cordage-3052477/

jueves, 18 de enero de 2018

Malas influencias


Hoy regresó el dolor en el brazo, y mientras trato de escribir este post procurando no cometer ningún error ortográfico, el mundo da vueltas a mi alrededor, quizás por todas las pastillas que me tomé hace un rato. El dolor sigue ahí, punzando de a poquitos, pero casi ni lo siento, y casi ni siento mis dedos. Todo da vueltas, todo.


Imagen: https://pixabay.com/en/spiral-vortex-fractal-render-swirl-2730290/

miércoles, 17 de enero de 2018

Grabado en la piel


Driven by the wounds I cannot hide

--Another angel down, de Avantasia


Hace unos meses atrás me hice un nuevo tatuaje, el cuarto hasta el momento, y en unas semanas tendré un quinto. El primero que me hice lo expliqué en un post anterior, pero no me di el tiempo de comentar los siguientes.

El 2016 recibí una noticia bastante impactante, relacionada a mí, a mi mamá y a mi papá; recibirla, procesarla y reflexionar al respecto me costó muchísimo, tanto así que incluso me hizo dudar de quién soy. Si aún no adivinan de qué se trata, los dejaré en suspenso hasta que me anime a escribir más explícitamente sobre eso aquí. El punto es que me hice el segundo tatuaje debido a esa noticia. ¿Qué significa? Pues se trata del símbolo de la diosa Farore, personaje de la saga de Zelda, quien gobierna sobre la vida y representa el coraje, la valentía. A simple vista es un tatuaje nacido de mi fanatismo por aquellos juegos, pero es más que eso, es la prueba de que, a pesar de todas las dificultades por las que he pasado, sigo vivo y sigo enfrentando la vida con coraje.

El tercero es una bicicleta; más claro no puede ser. Mi amor por el ciclismo ahora lo llevo en la piel, literalmente. No hay mayor significado que ese, simplemente quería un tatuaje de bicicleta. Me tardé un poco eligiendo al tatuador, hasta dar con una chica con diseños increíbles y un buen manejo del estilo acuarelado, así que me puse en contacto con ella y el resto es historia.

El cuarto tatuaje lo obtuve hace unos meses y también es bastante evidente para quienes reconocen la palabra. Poiesis es el acto de crear, de hacer que algo exista cuando antes no estaba. Tiene varias ramificaciones, principalmente filosóficas, a las cuales me adhiero, pero también lo veo en un sentido concreto: mi capacidad creativa. Mi amor y pasión por el arte plasmados en una palabra que significa precisamente eso, expresión, creación.

Y el quinto, aún por hacérmelo, será un búho. Sí, lo sé, poco original, pero no exactamente. En un primer nivel se trata del búho como sabiduría, característica con la que me siento muy identificado. En un segundo, se trata de algo muy propio, dado que el diseño estará basado en una foto que tomé hace varios años atrás en uno de mis lugares favoritos. Y en un tercer lugar, la tatuadora será la hermana de una vieja amiga, esa misma chica sobre la que he escrito aquí varias veces en el pasado y con quien tengo asuntos mal resueltos. Es medio poético, casi. Que la hermana de esta chica me tatúe un símbolo de sabiduría a pesar de haber actuado tan insensatamente con ella. Mi intención nunca fue esa, sino que es algo en lo que acabo de reparar. Es raro, muy raro.

Y así van las cosas con los tatuajes. Tengo ya un plan para futuros diseños, pero por ahora me lo tomo con calma, ahorrando el dinero, buscando nuevos tatuadores y pensando muy seriamente en cuál será el siguiente que me haga. Porque cinco no son suficientes.


Imagen: Archivo personal

martes, 16 de enero de 2018

Exageraciones


To kill the pain
What can I do?

--The pain, de Lacuna Coil


Ayer, por azares del destino (o más probablemente por malas decisiones) terminé yendo a la clínica.

Unos días atrás, debo haber hecho demasiado esfuerzo al tratar de levantar un mueble, porque el brazo comenzó a dolerme y pronto a mi bicep le salió un bulto. Intranquilo y a la vez tratando de decirme que no era nada grave, hice lo que todos hacen: entré a google y busqué si era síntoma de algo. La mayoría de información que encontré me llevaba a pensar que mi tendón se había roto, así que entré en pánico y decidí ir a la clínica.

Ya en consulta, me hicieron una revisión rápida, luego pasé a Ecografía y el diagnóstico fue, para mi alivio, una simple tendinitis. Básicamente, el tendón estaba inflamado por el esfuerzo físico, así que debía tomar anti-inflamatorios y un par de calmantes, reposar unos días y no hacer más actividades físicas. Salí de la clínica con el brazo vendado y muchísimo más tranquilo, y hasta sintiéndome algo tonto al estar cerca de preguntarle al doctor si necesitaría cirugía.

Y en esas estoy, en casa descansando, impedido de ir a la oficina pero avanzando el trabajo desde aquí. Las pastillas me desorientan un poco, más que nada ayer, que estuve dormido buena parte del día. Hoy ya estoy un poco más enérgico, pero el dolor, si bien leve, no cesa, así que tendré que seguir en cama por unos días más. Digamos que es la excusa perfecta para no haber podido escribir aquí ayer; sí, he fallado, pero tengo justificación médica, así que se cancela. Así que todo sigue bien.


Imagen: archivo personal

domingo, 14 de enero de 2018

Sobre el muro


Let it be clear, I was born to go down fighting

--The decision tree (we're alive), de Ayreon


Hoy, curiosamente, recordé un viejo suceso. Tenía 6 o 7 años de edad y acababa de ser obligado a subir al muro del condominio aledaño a nuestra casa. Como se nos había cerrado la puerta y no teníamos llave, a mi papá y abuelos se les ocurrió que lo mejor sería hacerme saltar a nuestro jardín desde el muro, y así podría abrirles la puerta.

Esto me hizo pensar en otras situaciones similares que, como yo, muchos han tenido que enfrentar. Como una línea por cruzar, un momento en el que cada uno de nosotros debe lanzarse hacia adelante o regresar por donde se llegó. Avanzar sería progresar, evolucionar, crecer; retroceder, por otro lado, sería fallar, estancarse, seguir siendo lo que ya se es.

Lo que trato de decir es que llegan momentos definitorios en nuestras vidas donde debemos tomar una decisión crucial. Esos momentos pueden llegar de una u otra manera, y podemos tener mucho, poco o ningún control sobre ellos; al final lo que importa es la decisión. Y las consecuencias que tendrá sobre nosotros.

Para mí, en ese entonces, fue saltar o no al jardín desde el muro. Con mi familia y amigos a un lado animándome a saltar, asegurándome que todo saldría bien, que no tuviese miedo, yo miraba al otro lado, medía con inexperiencia la altura y ya sabía que no saltaría. Desde que subí por la escalera que me llevó al muro, ya sabía que no saltaría. Y cuando el momento de tomar una decisión finalmente llegó, no salté. Y eso me definió.

Me definió ante mí mismo y me definió ante quienes me vieron retroceder. En ese momento tal vez fui un cobarde para ellos (y probablemente para mí), pero también fui cauteloso, precavido y sensato. Y durante mucho tiempo me costó verlo de esa manera. No es que haya quedado grabado como un mal recuerdo; como dije, apenas hoy recordé este suceso. Sino que muchas decisiones posteriores que tomé, que también fueron retroceder, las tomé como cobardía antes que como sabiduría.


Tal vez el Diego de 6 o 7 años se sintió tan cobarde desde entonces que su vida tomó un camino muy particular; tal vez, en parte, eso explique por qué soy como soy. No un cobarde, sino una persona sensata, que desde hace ya unos años se arriesga a cientos de cosas, pero siempre con el amparo de la prudencia. Tal vez el no saltar desde el muro me motivó a ser más valiente, más atrevido. Tal vez, en ese caso particular, retroceder no fue un fallo, sino la ayuda para tomar impulso.


Imagen: https://pixabay.com/es/damme-valla-3077870/

sábado, 13 de enero de 2018

Unilateral


Dolor, dulce dolor
Recuerda que aún estoy vivo

--Aún respiro, de Avalanch


Últimamente he estado pensando mucho en la reciprocidad, en cuánto da uno de sí mismo a otros y cuánto recibe a cambio. No en un sentido de interés propio, sino en cómo el esfuerzo que se pone por apoyar, satisfacer o dar cariño a los demás no es correspondido; o, en el peor de los casos, agradecido. Y cuando digo esfuerzo me refiero a la dificultad que a veces puede suponer brindar ese apoyo, satisfacción o cariño, no a la renuencia de hacer la acción.

No trato de decir que espero una recompensa por cada uno de mis actos. Puedo sobrevivir sin recibir nada a cambio; no necesito que me agradezcan por cada cosa que hago por alguien más; y no hago pública la ayuda que pueda ofrecer porque no requiero la admiración del mundo. Si hago algo, lo hago porque siento que es lo correcto o porque quiero hacerlo, y no movido por fuerzas externas que me empujen a realizarlo. Duele un poco cuando no se recibe siquiera una sonrisa a cambio; tampoco soy perfecto. Pero sí es penoso cuando no se recibe nada a cambio tras haber ofrecido tanto tantas veces.

Evidentemente me refiero a un caso particular, personal y, como tantos asuntos en mi vida, familiar. La vida da vueltas, como dicen, y uno nunca sabe adónde irá a parar. Algunas relaciones pueden ser maravillosas en un momento, pero con el pasar del tiempo y el acaecer de ciertas situaciones las cosas cambian, no siempre para bien. Y puede suceder de manera contraria, por supuesto. A través de los años, estos últimos en especial, la relación con mi papá ha mejorado muchísimo, pero la que tengo con mis hermanas va empeorando cada vez más.

Y va de la mano con la reciprocidad de la que hablé en un inicio. El dar sin recibir, el esforzarse sin generar cambios. Racionalizo las cosas diciéndome que están en una edad de rebeldía, pero ese desinterés que siento de su parte genera que me importe cada vez menos tratar de salvar la relación. Hay algo en particular que puede haber generado el distanciamiento, una suerte de secreto familiar que todos nosotros sabemos y del que no hablamos. Tal vez sea eso. Tal vez deba escribirlo aquí para ir recuperando fuerzas y luego hablarlo en voz alta con la familia. Realmente no lo sé.

Cualquiera sea el caso, aún no me rindo; asombrosamente. Veo muy cerca el momento en el que flaquearé, más cerca de lo que me gustaría admitir, pero suficientemente lejos como para hacer algo al respecto. Duele no recibir nada a cambio; duele, pero no mata.


Imagen: https://pixabay.com/en/meerkat-animal-africa-desert-459171/

viernes, 12 de enero de 2018

Bestial


Big Jim, he still won't lie down,
For him the bet is still on

--Ballad of big, de Genesis


No soy fanático de los juegos multiplayer online, pero hace unos días Jorge, un amigo de la oficina, encontró Brutes.io, y desde entonces varios nos hemos quedado pegados jugándolo.

Cada uno controla a un humanoide corpulento que camina y golpea. Cada vez que se derrota a un enemigo tras noquearlo y reducir su vida a cero, éste suelta unas esferas que curan a los demás jugadores y sirven para subir de nivel. Con cada aumento de nivel, el humanoide crece en estatura y fuerza, además de disminuir su velocidad. Así, el objetivo del juego es acumular puntos derrotando a la mayor cantidad de enemigos posible e intentando ser el jugador más grande del escenario.

Es un juego sencillo, pero adictivo. Y no nos veo dejando de jugarlo por ahora.


Imagen: Captura de pantalla del juego

jueves, 11 de enero de 2018

La radio de los juegos


The morning shows on the radio

--The best of times, de Dream Theater


Como mencionaba en posts pasados, con dos amigos creamos Radio Meeple, un podcast sobre juegos de mesa dirigido principalmente a personas que recién se inician en el hobby y a quienes en general les gustaría conocer más de aquel mundo lúdico. Y hasta el momento nos va mejor que bien.

Todo comenzó con el matrimonio de dos buenos amigos, pero esa es otra historia. Siendo breve, ahí fue que Luis conoció a Jose, y entre los tres decidimos unir nuestra pasión por los juegos de mesa y crear el podcast. La intención, desde un comienzo, ha sido promover este tipo de juegos, darlos a conocer al resto de gente que no los conoce o que los percibe como aburridos o complicados. Producto de esto, un segundo objetivo es ayudar a la industria local, a todos los creadores de juegos de mesa peruanos, a las tiendas y locales de venta y a quienes compran este tipo de juegos.

Ya tenemos once capítulos al aire, dos videos en YouTube, cuatro transmisiones en vivo por Facebook, una presentación en la primera convención peruana de juegos de mesa, varias entrevistas y un par de videos secretos que esperamos lanzar pronto y un próximo evento en alianza con una universidad. Y la lista tiene para rato.

Me parece que estamos logrando nuestro cometido, si bien de forma más lenta que lo esperado, pero consiguiéndolo al fin y al cabo. Además, cada uno por su lado, no desperdiciamos ocasión para llevar la pasión a nuestros amigos y demás personas que conocemos, enseñando y jugando. El futuro se ve prometedor y, al menos yo, ya he recibido ciertos beneficios personales producto de este proyecto, los cuales muy probablemente comente más adelante.

Durante el año seguiré escribiendo más al respecto, principalmente porque hay muchísimas ideas importantes por mencionar. Por ahora los invito a seguirnos y escucharnos: https://www.facebook.com/radiomeeple/


Imagen: Radio Meeple, por Jose Deza

miércoles, 10 de enero de 2018

Jugando cada quince días


So close your eyes for the second round

--Game of life, de Circus Maximus


Como parte del proyecto que inicié con Luis y Jose, Radio Meeple, hemos estado haciendo videos en vivo mientras jugamos juegos de mesa con Phillip Chu Joy. Es una forma divertida de enseñar un poco sobre estos juegos y la variedad enorme que hay allá afuera, alternativas muy superiores a otros más conocidos, como Monopolio o Risk. Ya les contaré más al respecto, pero por ahora pueden ver la grabación que hicimos hoy de Catan en el siguiente link:



Imagen: https://pixabay.com/en/board-game-settlers-of-catan-game-529586/

martes, 9 de enero de 2018

Sin él no sería lo mismo


Now you know the truth
What will you do?

--Day eighteen: realization, de Ayreon


Recordaba el día en el que descubrí que Papá Noel (también conocido como "Papanuel" o "Santa Claus") no existe y me topé con una idea que quise compartir.

En el colegio ya corría el rumor de que el gordito barbón era falso, y probablemente fue eso lo que me llevó a probarlo por mí mismo. En Nochebuena, tras recibir una bodyboard de parte de Santa, me arriesgué y engañé a mi papá diciéndole que lo había visto sacando el regalo del carro, cuando en realidad no fue así. Él pareció convencido, y desde ese día en adelante no volví a recibir regalos del viejo barrigudo.

Puedo recordar claramente que fue doloroso desprenderme de esa fantasía infantil. Escuchar los rumores colegiales no aminoró el golpe que fue escuchar a mi papá decir que en verdad no existía Papá Noel. Pero con el tiempo dejó de doler, hasta no sentirme mal por la destrucción de esa fantasía que me acompañó durante muchos años. Aunque no es el golpe lo importante de esta anécdota, sino de la enseñanza que trae consigo.

Santa Claus, para mí, era la manera como mi familia me consentía, me mostraba su cariño y amor. En ese entonces no lo veía así; el regalo del barbón era lo mejor de la noche, y nada podía superarlo. Y hoy no se trata de la "mentira" mantenida por tantos años, ni del personaje ficticio, ni de la tradición; se trata de la expresión de afecto. Se trata de la satisfacción de hacer feliz a un niño, de verlo sonreír y, en el mejor de los casos, de enseñarle una lección sobre el acto de dar obsequios a nuestros seres queridos.

Y por medio de la figura de Papanuel también podemos enseñar. Toda la mitología que lo acompaña habla del buen y mal comportamiento, y cómo cada quién cosecha lo que siembra, pero siento que esto puede llevarse un poco más allá. Especialmente porque la vida recompensa al virtuoso y al perverso por igual, aunque ese ya es otro tema.

Creo que sólo he raspado la superficie con este tema. Por un lado están las cientos de anécdotas que todavía podría contar, y por otro una serie de ideas adicionales que pueden rescatarse del panzón colorado. Ya habrá ocasión de escribirlas aquí.


Imagen: https://pixabay.com/en/santa-claus-christmas-reindeer-31665/

lunes, 8 de enero de 2018

Hoy no es lunes


Feels like my mind has turned into my foe

--Forever is today, de Stratovarius


La semana pasada fue un poco confusa, particularmente porque mi martes se sintió como un lunes por el feriado largo. Tuvimos reunión de equipo en la mañana, como hacemos todos los inicios de semana, a pesar de que fue martes. Mateo, quien no va todos los días a la oficina, llegó como si fuese lunes. Y así hubo una serie de situaciones que me hacían pensar que era un día y no el otro.

El año pasado retomé y dejé los partidos de fútbol, y este martes recibí un mensaje de parte de varios amigos convenciéndome de ir a la "primera pichanga del año", así que era la excusa perfecta para dejar a un lado la flojera y unirme. Desde que iniciamos, estos partidos siempre han sido los lunes; yo, confundido sobre el día, asumí que ese día debía ir a la cancha.

Me alisté emocionadísimo, me aguanté varios minutos de tráfico hasta el lugar y entré con todas las ganas del mundo. Pero fui detenido en la entrada. Di varios nombres diciendo que la reserva de la cancha debía estar separado con alguno de ellos, y el guardián dio una leída a todos los que tenía en su lista. Como ninguno coincidía, pensé que tal vez me había equivocado de lugar, pero presioné diciendo que siempre usábamos la misma cancha a la misma hora. Ante lo cuál el guardián siguió demostrando lo equivocado que yo estaba. Iba a seguir discutiendo, pero mi cerebro hizo la conexión y entendí, en medio de mi argumentación, que ese día no era lunes y que estaba a punto de pelearme por gusto. Le pedí disculpas por el error y me fui, muy avergonzado y bastante molesto conmigo mismo.

Hoy me río al pensar en todo lo que pasó, otra situación graciosa, esta vez producto de mi despiste. Y hoy, sin embargo, sí es lunes (con seguridad), así que esa primera pichanga del año al fin se dará. Emocionado he alistado mis cosas, revisado el calendario dos veces y ahora solo queda esperar para partir y regresar a las canchas.


Imagen: https://pixabay.com/en/mistake-error-question-mark-fail-1966448/

domingo, 7 de enero de 2018

Nuestro proyecto secreto


Like a rising star
The dream is coming

--The awareness, de Ayreon


He escrito antes sobre Tunche, el proyecto que estamos desarrollando en el estudio de videojuegos donde trabajo, y aunque merece un nuevo post con actualizaciones, quería hacer una breve mención de otro juego.

El año pasado comenzamos a trabajar en un proyecto medianamente secreto que hemos denominado Arrog. Mateo, nuestro director de arte, nos mostró algunas de sus obras y quedamos tan encantados con los personajes y el mundo que había creado que decidimos hacer un juego en base a todo ello. Armamos un prototipo y, tras algunas semanas de pulido, obtuvimos un producto maravilloso que gustó a todo el equipo, tanto por el arte, como por la experiencia de juego.

Luis, cabeza del estudio, lo mostró a varios desarrolladores internacionales, todos los cuales sólo tuvieron palabras positivas y reacciones de asombro. Incluso un representante de Sony ofreció dinero por él tras jugarlo sólo tres minutos. Con ese recibimiento entendimos que tenemos algo enorme en nuestras manos y que, sin importar que fuese un juego raro y de nicho, debemos continuar con su desarrollo. "Este juego va a ganar premios", escuchamos una y otra vez. "No venderá mucho y quizás sólo tengan pérdidas, pero tienen que crearlo". ¿Cómo no emocionarse?

Y en esas estamos, creándolo, avanzando poco a poco en su desarrollo a la par con Tunche. No revelaré más de él por el momento, pero puedo contarles que la imagen de este post es (o será) parte del juego. Habrá más por contar a futuro; pueden estar seguros de eso.


Imagen: Arrong Lang, de Mateo Alayza (Hermanos Magia)

viernes, 5 de enero de 2018

Yalas y nolas


Back to the past again

--Tribute to the past, de Gamma Ray


Después de muchísimos años volví a tener un álbum de figuritas, el de Dragon Ball Z. Comprarlo y tratar de llenarlo me devolvió a mi niñez, con ligeras diferencias.

Recuerdo con mayor claridad los álbumes de Spider-man, Caballeros del Zodiaco y los de cada mundial de fútbol, el olor del pegamento de las figuritas e incluso las imágenes de algunas de ellas. También recuerdo lo encantado que estaba cada vez que me compraban uno o diez paquetes, cuando en su interior encontraba las especiales, "cromadas", y cuán decepcionado me sentía si tenía demasiadas repetidas. En el colegio todos (o casi todos) las coleccionaban, así que cada día había amontonamientos para intercambiarlas y los populares "yalas" y "nolas" para indicar si se tenía o no alguna figurita.

Tener un álbum nuevamente me hizo regresar por instantes a ese lejano pasado, en especial el olorcito del adhesivo, pero la experiencia fue bastante distinta. Esta vez los paquetes de figuritas debí comprarlos yo, y el precio por ellas fue dolorosamente alto, así que encontrar repetidas fue muchas veces más decepcionante que de chico. Pude cambiarlas con algunos amigos dentro y fuera de mi oficina, pero conseguir las que necesitaba fue inmensamente más difícil por la escasez de personas que las coleccionaban. Y si encontraba las especiales, no me emocionaba tanto.

No pude completar el álbum, lamentablemente, y la experiencia no fue tan similar a la que tuve en la infancia, pero la disfruté, más que nada por los recuerdos. Ahora sólo queda esperar al que saldrá por el mundial de este año; ese definitivamente sí pienso completarlo.


Imagen: http://exitosanoticias.pe/wp-content/uploads/2017/10/dragon-ball-album.jpg

jueves, 4 de enero de 2018

Toda la música, ahora sí


Extreme ways are back again

--Extreme ways, de Moby


Hace varios años atrás intenté hacer un ránking de todas las canciones que tenía en mi computadora, e incluso escribí un post al respecto. Hace unas semanas regresé a esa colosal tarea.

Mi objetivo, concretamente, es hacer una selección de todas las canciones que más me gustan y, a partir de ellas, elegir las 101 mejores. La primera parte, seleccionarlas, se da de manera muy subjetiva, escuchando solo algunos minutos de cada una y marcando las que disfruto o eliminando las que no me generan mayor emoción. En las últimas semanas he elegido casi 600, y recién voy por las bandas con nombres que empiezan con la letra D.

La segunda parte sigue siendo subjetiva, pero implica un proceso más objetivo gracias a un sistema de puntuación. No soy un experto en música, en lo técnico, pero sé lo que me gusta, así que evaluaré los instrumentos, la voz y la letra, además de las emociones que me genera, si hay una anécdota personal asociada a la canción y si hay algo particular que no me guste. Cada una de estas categorías cuenta con una puntuación, así que el puntaje de toda canción oscilará entre 0 y 24, con lo cual espero obtener las 101 mejores.

Es una tarea recontra grande, más que cuando intenté hacerla por primera vez allá en el 2010. En ese entonces mi lista de canciones contaba con cerca de cuatro mil; hoy supera las quince mil. Y si hace ocho años calculaba terminar de puntuar canciones en año y medio, no quiero ni hacer las matemáticas para saber cuánto me tomará esta vez. Muchísimo más, con seguridad, pero eso no me detiene.

La primera vez que traté de hacer esto tuve muchos obstáculos; olvidaba guardar el archivo con las puntuaciones o me quedaba dormido escuchando algunas canciones, por mencionar algunos. Pero esta vez espero sea diferente. No tengo tanto tiempo como entonces, pero sí las ganas, sí ese bichito que me empuja a concretar este proyecto que tal vez no tenga mayor trascendencia, pero que siento que debo realizar. Y cuando lo complete, porque lo haré, pondré aquí la lista que alguna vez prometí.


Imagen: https://pixabay.com/en/birds-swifts-singing-twitter-music-2672101/

miércoles, 3 de enero de 2018

Riesgos y pérdidas


The way back home always is the same

--Big jumps, de Emiliana Torrini


Me considero una persona aventurera, que toma riesgos calculados antes que lanzarse sin pensar, pero muy dispuesto a nuevos descubrimientos y experiencias. Mi familia y muchos de mis amigos no me ven así, justamente porque la imagen que muestro de mí mismo es una bastante diferente cuando estoy con ellos; no se trata de engañarlos, sino de mantener ese lado mío un tanto más resguardado; más mío, valga la redundancia.

Definitivamente los riesgos más grandes los tomo al montar bicicleta. Desde hacer una pequeña pirueta o bajar escaleras, hasta meterme al tráfico y pedalear a velocidades altas, bicicletear es mi principal fuente de adrenalina y endorfinas. Es algo que hago bien y que me satisface más que cualquier otra actividad; creo haberlo dicho incontables veces.

También me gusta perderme, literalmente. Varios años atrás comencé a conocer buena parte de Lima caminando y pedaleando por lugares desconocidos, tomando rutas que pensaba podrían llevarme a mis destinos, pero siempre algo ignorante de adónde iría a parar. Siempre por zonas tranquilas o medianamente seguras, claro; de lo contrario ya me habrían asaltado mil veces.

Esto último lo he practicado en cada nueva ciudad que he visitado. Si bien empiezo viendo mapas de los lugares a los que iré y las posibles rutas que puedo tomar, el resto del camino lo hago "a ciegas". Así conocí Pittsburgh y sus afueras, en mis días libres yendo primero por las cercanías de mi hotel hasta donde mis pies soportasen y luego tomando buses a otras docenas de lugares. Así conocí, también, otras ciudades estadounidenses y latinoamericanas, y di con lugares maravillosos a los que nunca planeé llegar y que ahora son como paraísos que descubrí de casualidad. Todo esto, valga decir, lo hago solo. Aún no encuentro a alguien que ame perderse tanto como yo o que no se preocupe de conocer el camino de regreso. 

Son, como puede verse, riesgos calculados. Sí, hay potenciales peligros, pero trato de minimizarlos estando preparado, sea viendo la ruta previamente en un mapa, llevando dicho mapa conmigo en caso realmente lo necesite, teniendo el celular a la mano y un poco de dinero de emergencia. Tampoco es que busque problemas. 

Estos son solo algunos ejemplos, obviamente. Cuando se trata de tomar decisiones importantes tampoco dejo de arriesgarme, pero nunca sin un plan B. Y ser así, valiente, curioso y atrevido, es algo muy propio que no busco compartir con nadie; porque les cuesta entenderlo, aceptarlo o creerlo. Con nadie que no sea como yo, claro está. Y sé que no estoy solo en ese aspecto.

Imagen: https://pixabay.com/en/girl-view-courageous-height-2047482/

martes, 2 de enero de 2018

Un tema de peso


But somehow I know
We'll never make it back

--Faces of war, de Royal Hunt


Unas semanas atrás, tres amigos y yo nos planteamos un reto: bajar 10 kilos en 6 meses.

Cada uno aceptó participar por diferentes motivos personales, pero aquello en común que nos empujó fue la salud; tres de nosotros tenemos sobrepeso (ligero, pero sobrepeso a fin de cuentas) y un cuarto, aunque delgado, necesita reducir su peso por problemas médícos. Pero, indistintamente de las razones, emprendimos el reto.

Creamos una serie de reglas, como pesarnos colectivamente cada semana en la balanza de una farmacia cercana y tratar de bajar un kilo cada tres semanas. Aquel o aquellos que no llegasen a bajarlo debían pagar al resto lo gastado en la balanza; apenas unos cuatro soles cincuenta por cabeza, nada muy fuerte. Pero si tras los seis meses alguno no llegaba a la meta, el pago ascendería a cincuenta soles por cabeza, y ahí entonces la billetería sí sufriría.

Y así hemos estado el último casi mes y medio. Pero más que dejarnos fallar, más que tentarnos con comida o golosinas, nos motivamos a seguir cumpliendo la promesa de bajar los diez kilos. Sí, los ganadores potencialmente pueden recibir una alta suma de dinero, pero creo que desde el comienzo nunca se trató de eso. La idea siempre fue empujarnos a mantenernos comprometidos y apoyarnos mutuamente, haciendo de este reto algo mucho más cooperativo y ayudando a sentirnos más dispuestos a completarlo.

Tras todo este tiempo hemos alcanzado la primera meta, pero la segunda tal vez nos cueste más, especialmente por las maravillosas cenas navideñas que cada uno ha tenido en estos días que pasaron. Indistintamente de los resultados, seguiremos esforzándonos por obtener ese peso saludable que, yo en particular, ando buscando desde hace muchos años. Esta vez, felizmente, no lo veo tan esquivo.

Imagen: https://pixabay.com/en/elephant-animal-african-nature-1049840/

lunes, 1 de enero de 2018

De cabeza hacia futuros sueños



Headlong into future dreams
Carry me downstream

--The other half of the sky, de Moon Safari


Siguiendo con la avalancha de reflexiones en mi muro de Facebook, aprovecho este espacio más personal para escribir las mías.

El 2017 ha sido importante por dos razones particulares, pero en general ha estado repleto de nuevas experiencias, muchas "primeraveces" y demasiados "nuncajamases"; como debe ser. Como siempre, mis más grandes arrepentimientos son los que traigo de años pasados, y en este solo añado uno más, que expreso con la pregunta "¿por qué esperé tanto?"

El año que pasa me vi iniciando muchos nuevos proyectos, tanto laborales como personales, todos y cada uno relacionados a los juegos, en una forma u otra. Si bien fue en el 2016 que concreté mi meta de ser profesor, fue en el 2017 que conseguí el curso por el que verdaderamente amo enseñar: Narrativa. Además, obtuve la oportunidad de dictar más asignaturas y tuve el honor de recibir una plaza docente en una de las universidades más importantes del país; puedo decir, con un orgullo tremendo, que ahora soy profesor universitario. Ahora toca plantear metas nuevas y a seguir cumpliéndolas.

Otro gran proyecto es el podcast de juegos mesa que creamos Luis, Jose y yo, y que merece su propio futuro post. El fin principal es difundir el amor por el hobby a cada rincón del Perú, del cual se desprende el apoyo a la industria local y la promoción de esta experiencia lúdica como una alternativa totalmente válida de entretenimiento. Tenemos ya once capítulos lanzados al aire, dos videos en nuestro canal de YouTube, un par de grabaciones sobre un segmento secreto que esperamos lanzar en unos meses, streams en vivo jugando y enseñando juegos y, muy pronto, un evento dedicado a la creación de juegos de mesa. Recién estamos comenzando, pero tenemos para rato.

Por supuesto, siempre estarán los sinsabores. Este año que pasó rompí comunicación con un familiar cercano, y el único arrepentimiento es el que mencioné líneas más arriba. Ya tengo experiencia desligándome de personas nocivas, pero en este caso fue especialmente difícil porque trastocó la relación que tengo con mi abuela y casi la pierdo a ella también en el proceso. Hay muchos temas de por medio que tendría que explicar previamente para poder hablar más a fondo de esta situación, temas que mencionaré aquí en el futuro, pero por ahora sólo diré que estoy más tranquilo y más seguro de que hice lo correcto.

Hay muchísimo más por comentar, obviamente, varias vivencias que me marcaron de una u otra forma en los últimos 365 días, pero no quiero hacer este post innecesariamente largo. Termino con una frase, la misma del título, sacada de una de mis canciones favoritas: "De cabeza hacia futuros sueños". ¡Y hacia nuevas experiencias!


Imagen: https://pixabay.com/en/wall-art-spray-graffiti-woman-2852231/

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