domingo, 14 de enero de 2018

Sobre el muro


Let it be clear, I was born to go down fighting

--The decision tree (we're alive), de Ayreon


Hoy, curiosamente, recordé un viejo suceso. Tenía 6 o 7 años de edad y acababa de ser obligado a subir al muro del condominio aledaño a nuestra casa. Como se nos había cerrado la puerta y no teníamos llave, a mi papá y abuelos se les ocurrió que lo mejor sería hacerme saltar a nuestro jardín desde el muro, y así podría abrirles la puerta.

Esto me hizo pensar en otras situaciones similares que, como yo, muchos han tenido que enfrentar. Como una línea por cruzar, un momento en el que cada uno de nosotros debe lanzarse hacia adelante o regresar por donde se llegó. Avanzar sería progresar, evolucionar, crecer; retroceder, por otro lado, sería fallar, estancarse, seguir siendo lo que ya se es.

Lo que trato de decir es que llegan momentos definitorios en nuestras vidas donde debemos tomar una decisión crucial. Esos momentos pueden llegar de una u otra manera, y podemos tener mucho, poco o ningún control sobre ellos; al final lo que importa es la decisión. Y las consecuencias que tendrá sobre nosotros.

Para mí, en ese entonces, fue saltar o no al jardín desde el muro. Con mi familia y amigos a un lado animándome a saltar, asegurándome que todo saldría bien, que no tuviese miedo, yo miraba al otro lado, medía con inexperiencia la altura y ya sabía que no saltaría. Desde que subí por la escalera que me llevó al muro, ya sabía que no saltaría. Y cuando el momento de tomar una decisión finalmente llegó, no salté. Y eso me definió.

Me definió ante mí mismo y me definió ante quienes me vieron retroceder. En ese momento tal vez fui un cobarde para ellos (y probablemente para mí), pero también fui cauteloso, precavido y sensato. Y durante mucho tiempo me costó verlo de esa manera. No es que haya quedado grabado como un mal recuerdo; como dije, apenas hoy recordé este suceso. Sino que muchas decisiones posteriores que tomé, que también fueron retroceder, las tomé como cobardía antes que como sabiduría.


Tal vez el Diego de 6 o 7 años se sintió tan cobarde desde entonces que su vida tomó un camino muy particular; tal vez, en parte, eso explique por qué soy como soy. No un cobarde, sino una persona sensata, que desde hace ya unos años se arriesga a cientos de cosas, pero siempre con el amparo de la prudencia. Tal vez el no saltar desde el muro me motivó a ser más valiente, más atrevido. Tal vez, en ese caso particular, retroceder no fue un fallo, sino la ayuda para tomar impulso.


Imagen: https://pixabay.com/es/damme-valla-3077870/

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