domingo, 30 de agosto de 2009

En vez de...



How long can this life go on
Who we are, what we are...
I'll see you on the other side

--Life, de Devin Townsend


Esta semana, como las anteriores, no ha estado exenta de frustraciones ni de cansancio, pero me alegra saber que las cosas van mejorando en muchos sentidos.

Los micros siguen pasando de largo a pesar de las evidentes señales que hago para que se detengan, todavía continúan dejándome tareas demasiado pesadas en el trabajo, sigo sufriendo con una dieta que me impuse meses atrás (el chocolate que compran semanalmente en mi casa no ayuda), aún me cuesta despertar temprano los sábados para montar un poco de bicicleta, y los dramas familiares siguen tan dramáticos (valga la redundancia) como podría esperarse.

Sin embargo, una serie de hechos me hacen ver que las cosas andan de peor a mejor. Mi equipo y yo ganamos el partido de fútbol de la semana después de agregarle un poquito de esfuerzo, diariamente están sirviendo mis platos favoritos en el restaurante donde almuerzo, consigo los mejores asientos en las combis, la creatividad ha regresado y con ella regresan las ganas de continuar escribiendo mi novela, ya salieron a la venta las entradas para el concierto de uno de los mejores grupos de metal que existe (Stratovarius) y ya tengo la plata suficiente para agregarle otra mejora a mi bicicleta.

Llevo preguntándome qué sucedió para que las cosas se invirtieran de manera tan abrupta, y aunque apostaría que la responsable es la maldita vida (que me odia ocasionalmente), no descarto la idea de que yo pude haber tenido algo que ver en esto. Solo espero que sigan así.

jueves, 27 de agosto de 2009

A esto he llegado


Unhappy with the way it goes?
Just buy another life

--Paper blood, de Royal Hunt


Ocho largas horas en la oficina y la única labor útil que encontraron para darme fue salir a comprar papel higiénico.

A veces pienso que la tengo demasiado fácil.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La pregunta


Got to set you free
you were blinded by deceit
You can't fly away electric bird
So now this room's all staged
While you're stuck there in that cage
You can't fly away electric bird

--Electric bird, de Sia


Se me ocurrió pensar en la verdad, un tema bastante presente en variadas escenas de mi vida. Por ahí llegó la siguiente idea:

¿Hasta qué punto podemos decir que lo que consideramos verdad lo es realmente?

Mi profesor de física del colegio nos dio un ejemplo muy curioso que justo en este momento me parece preciso. Mencionó que nunca podríamos estar completamente seguros de que un hecho sucedió a menos que hayamos estado allí para presenciarlo, e incluso entonces no podríamos asegurar nada más que lo que nuestros sentidos captaron, que bien podrían habernos engañado y nunca lo sabríamos. Explicó que si se filma el hecho, cabe la posibilidad de que alguien haya editado el video, y si hubo testigos estos podrían estar mintiendo por 'x' razones o estarían en las mismas circunstancias que nosotros de haber estado allí. Concluyó que nada es 100% seguro, que la verdad tal vez sea una, pero que cada uno puede resultar percibiendo algo totalmente diferente.

No sé hasta que punto concuerdo con lo que dijo, pero desde entonces no he podido ver el mundo de manera diferente, intento no dar la razón por completo a una parte, sino considerar que puede existir otra que no estoy tomando en cuenta. Pienso que el tema de la verdad es demasiado interesante, tanto así que en algún momento de mi vida pensé estudiar filosofía y concentrarme específicamente en ese campo, pero sé que es bastante complicado llegar a una única respuesta con respecto a ella, y todos los filósofos que la han estudiado son prueba de ello. Seguiré meditando.

martes, 25 de agosto de 2009

De frente y de cara


Falling down
Now my world is upside-down, yeah
I'm heading straight for the clouds

--Falling down, de Muse



Hoy estuve pensando en todos los accidentes que tuve de chico, miles de caídas, cientas de travesuras frustradas y una que otra situación bastante seria.


Mi primer y más serio encuentro con el dolor fue a los dos años, un evento que considero que define muchísimo mi vida, especialmente porque lo considero como el día en que salí triunfador del primer encuentro que tuve con la muerte. Recuerdo haber estado saltando en la cama de mi papá (que no era especialmente buena para eso y además era bastante alta) y luego todo se torna borroso. Como no había nadie conmigo en ese momento, solo tengo teorías de lo que sucedió después. Por ahí dicen que salté de la cama y mi cabeza fue a dar contra un clavo en el suelo, o también que había una ventana rota y salté hacia ese lugar. Pero la más probable y con más sentido es que, efectivamente, salté de la cama, choqué con la pared y di a parar al suelo. Hasta hoy conservo la cicatriz que adorna la mitad de mi frente y que es recordatorio de que alguna vez pude haber muerto, pero que por esos misterios de la vida (y, sin quitarle crédito, al doctor que me atendió) sigo aquí.

Después de esa caída vinieron muchísimas más. Por alguna razón nunca tuve muy buenos reflejos cuando era pequeño, y tengo entendido que mis talones eran delgados y mi cabeza bastante pesada, por lo que tendía a tropezarme muy a menudo y no ponía las manos a tiempo para evitar golpearme la cabeza. Hoy me río, pero sé que en ese entonces debo haber llorado hasta por gusto.

La segunda gran caída que tuve fue en el nido, y me ayuda a entender que de chico tenía demasiada mala suerte, que solía recibir lo peor de cada circunstancia, como si los planetas se alinearan de tal manera que algo me saliese mal, muy mal. En el nido siempre veía que las mamás de algunos de mis amigos les llevaban el almuerzo a la hora de salida, pero yo siempre me iba y comía en mi casa. Un día le pedí a mi abuela que las cosas cambiaron y ella aceptó en llevarme la comida. Al día siguiente, como se estaba demorando en recogerme debido a que preparaba el almuerzo, me quedé esperando con mis amigos mientras jugábamos a "sigan al líder" o una variante parecida. Ese día yo era el líder, y se me ocurrió comenzar a subir los toboganes de los juegos por la parte contraria en lugar de usar las escaleras. Subí el primero sin problemas, al igual que el segundo, pero en el tercero, el más grande, sucedió lo peor. Cuando estaba ya llegando a la cima, mi entonces mejor amigo justo se lanzó por el tobogán, chocó conmigo y prácticamente me botó del juego por uno de los lados, así que me fui de cara al suelo de cemento. No sé si fue una caída cercana a lo mortal, pero me alegra seguir vivo, aunque el pequeño y casi imperceptible bulto en mi frente sigue recordándome ese terrible día.

A pesar de todos los accidentes que pueda haber tenido, hay algo que compruebo y que creo ya haber mencionado en este blog. Mi suerte ha cambiado. Hoy puedo tener accidentes, hacerme heridas o cosas parecidas pero nunca nada realmente malo me sucede. A veces puedo ser un poco temerario en lo que se refiere a la bicicleta y a transitar con ella las pistas limeñas, que no son conocidas por su seguridad, y aún así no he sufrido ningún choque, ni siquiera cuando se rompió mi timón en plena avenida. Eso en relación a lo físico. Con respecto a lo emocional es otra historia, pero creo que me va bastante bien a pesar de las circunstancias. No me considero indestructible ni nada parecido (evidentemente), pero sí creo que mi buena suerte se debe a algo, quizás en compensación a los tantos golpes que tuve en mi niñez, o tal vez por alguna otra razón un tanto más misteriosa. Cualquiera sea el motivo, me alegra saber que mi cabeza está (casi) intacta, y que seguramente seguirá así por un buen tiempo.

lunes, 24 de agosto de 2009

Las "asesinas" y yo

Oh, and it's raining again
Light on your car light, bullets on tin
Oh, and its raining again
Open the door and pulling me in

--Raining again, de Moby


Creo que una de las peores desventajas de no tener carro propio es tener que utilizar el transporte público, ya sean taxis, combis, microbuses o autobuses. En mi caso, como debo ir a trabajar fuera de mi casa todos los días, lo más económico suele ser subir a los últimos tres, y ahí es donde el verdadero problema comienza.


Por lo general no me disgusta subir a combis, y hasta a veces me gusta cuando consigo un buen asiento y el viaje no es demasiado largo. Pero hay de veces que me molesta ya sea por el precio del pasaje (que cambia según el dudoso criterio de los cobradores), por la incomidad de algunos asientos, por la exagerada cantidad de gente que intentan meter al vehículo, o por muchísimas otras razones que si bien no son tan importantes, se van sumando para agrandar la molestia.



Lo curioso sucedió hace unos días, cuando esperaba en el paradero después de un largo y pesado día de trabajo. Subí a la combi que siempre tomo para ir a mi casa, dije dónde bajaba y el cobrador, en lugar de responder de inmediato, consultó con el conductor y luego me contestó que no iban hasta allá. Le dije que siempre subía a aquel carro, que no me había confundido de línea ni de empresa, pero me presionaron y tuve que bajar. Subí a otro que normalmente no tomo y que al parecer sí iba hasta el paradero cercano a mi casa, y le pregunté al cobrador si la combi de la que me bajé también iba, a lo cual me explicó que sí, pero no me supo decir por qué no me habían querido llevar. Y lo mismo sucedió al día siguiente, cuando quise ir al trabajo desde mi casa, no me quisieron llevar.


Esta situación la había vivido dos veces antes en años pasados cuando regresaba de la universidad, y fue por eso que opté por tomar una ruta diferente en la que no me negaran el transporte. Es algo muy curioso, puesto que no encuentro razón para que dejen de llevar a un pasajero más que no va más lejos que otros y que paga más de lo que creería justo. Si es un tema de dinero, entonces deberían cobrarme más en lugar de echarme del carro. Si es un tema de líneas, estarían mintiendo, pues solo existe una ruta para las combis de la empresa que utilizo, y necesariamente pasa por donde tengo que llegar.

Con pocas ganas de quedarme callado, he estado buscando teléfonos y correos electrónicos de esta empresa para presentar mi queja, y si esto no mejora, estoy pensando tomar medidas más drásticas que involucren al ministerio de transporte (aunque imagino que no ayudará mucho conociendo el poco interés que las autoridades le dan a la queja de una sola persona). Mi otra medida ha sido tomar una ruta diferente, que al parecer no es tan directa como la primera, y debo tomar dos combis en lugar de una, pero sale más barato y camino menos cuadras para llegar a los paraderos, así que no pierdo mucho. Y lo tercero es desempolvar la bicicleta e ir una o dos veces a la semana a la oficina, donde tengo entendido que tenemos una ducha que podré usar y no preocuparme por llegar demasiado sudoroso. Puede que esta curiosidad traiga más beneficios que perjuicios.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Esa edad perdida


Years gone by
Awake again
In a glowing star
That shines so far
Lasting child
Remains inside
Playing around
A future denied

--Lasting child, de Angra



Una cosa que me encanta de los niños es su inocente y característico ingenio al responder ciertas preguntas, y mi pequeña hermana Josefina se ha vuelto especialmente hábil con sus comentarios, muchos de los cuales me dejan pensando por mucho tiempo por la asombrosa profundidad con la que parece decirlos y varias veces por lo graciosos que pueden ser. Dos días atrás me hizo reír un buen rato:


Ella: ¿Por qué me miras tanto?
Yo: Es que tienes algo en el cachete.
Ella: ¿Una mancha?
Yo: Sí.
Ella: ¿De color chocolate?
Yo: Sí, ¿qué cosa es?
Ella: ¡Es chocolate!

martes, 18 de agosto de 2009

Peor que una aguja en un pajar


Don't get lost in heaven
They got locks on the gate
Don't go over the edge
You'll make a big mistake

--Don't get lost in heaven, de Gorillaz


La semana pasada en la oficina me dejaron como responsabilidad recoger un documento en una de las oficinas de Registros Públicos, no la principal sino la que se encarga de vehiculos. Me hicieron un pequeño mapa para poder ubicarme y llegar más rápido, pero ya me temía que no sería tan fácil conociendo lo poco exactos que pueden ser mis compañeros de trabajo al dar indicaciones de cómo llegar a tal o cual lugar.

Emprendí el viaje temiendo lo peor, además de que solo tenía media hora para dar con el lugar antes de que dejaran de atender. Bajé del autobús en una esquina, avance las cuadras indicadas en el mapa, doble donde debía y entré por las calles necesarias y, como esperaba, no di con el sitio. En su lugar había otra oficina gubernamental, así que decidí entrar y probar suerte, la cual no resultó ser muy buena, puesto que no me prestaron mucha ayuda con respecto a direcciones de cómo llegar a Registros Públicos una vez que me dijeron que ese no era el lugar. Llamé a la oficina, me hicieron volver a donde inicié la caminata, pedí ayuda a los transeúntes del lugar y terminé dando vueltas por la zona casi una hora, ya no con la finalidad de recoger el documento sino de saber dónde estaban las oficinas para ir el lunes.

Un día antes del lunes estuve buscando la dirección del lugar en internet. La conseguí junto con referencias de cómo llegar, a la altura de qué cuadras de determinadas calles se encontraba. Busqué un mapa de la zona y noté que el que me habían dibujado en primer lugar estaba recontra mal hecho con diez cuadras de imprecisión, sin mencionar la entendible falta de escala. El lunes salí temprano al lugar. Bajé del autobús donde se me indicaba, caminé las cuadras que debía y descubrí algo demasiado peculiar en medio de mi, en ese momento, frustración: esa oficina de Registros Públicos no existe, o al menos no existe donde dicen que está, o cambia de lugar cada cierto tiempo como si las leyes de la física no se le aplicaran, como si fuese un ente vivo que viaja entre planos. Es eso o las calles están demasiado desordenadas. Luego de muchas vueltas y cubierto de sudor conseguí llegar al sitio. Esperé cinco minutos y salí con los documentos por los que fui.

Moraleja: necesito un GPS urgentemente.

lunes, 17 de agosto de 2009

Chupasangres


There's blood on the blankets and I'm scared

Someone's beside me

But nobody's there, I sit and I stare

At shadows on the wall

Shadows on the wall

--Blood on the blanket, de 3


Unos días atrás leía una de mis tiras cómicas favoritas llamada PvP en la que el autor critica con humor la serie de novelas Twilight y cómo se ha cambiado drásticamente la manera en la que vemos a los vampiros, "de villanos a emos". Aunque me parece un tanto exagerada esta afirmación, sí puede haber algo de verdad.

Desde que vi la película Entrevista con el vampiro (basada en la novela del mismo nombre escrita por Anne Rice, la cual leí inmediatamente después) le encontré un gusto muy grande a estas criaturas de leyenda, aunque siempre guiándome por la naturaleza que esta autora les daba, una más cercana a la humana antes que a la de un monstruo. Cuando años más tarde apareció Twilight, me animé a darle una leída a la primera novela, pero quedé decepcionado al encontrarme con otra clase de vampiros, una que no se acerca completamente a los nacidos de mitos y viejas historias, sino que poseen características seguramente inventadas por la autora para diferenciar su obra de otras. Quizás, acostumbrado a los anteriores, me fue difícil aceptar este cambio. O quizás el cambio no ha sido para bien.

Cualquiera sea el caso, es el cambio más drástico que he visto en lo que es literatura (sin contar los cuentos infantiles) y ahora también en lo que es cine. En realidad siempre he pensado que son muy pocas las películas de vampiros que pueden decirse verdaderamente buenas, y aunque Twilight ha tenido su buena pegada, siento que ha dejado de lado el famoso estereotipo de vampiro solo para volverse comercial, para ver algo nuevo y acercarse a un nuevo público. De cualquier forma, a pesar de que mi prima me vaya a odiar por estas pequeñas críticas, cada uno elige qué le gusta y con qué se queda, y así todo el mundo contento.

domingo, 16 de agosto de 2009

Si de verdades se trata...


I know the truth is out there
If you want to see
I know the truth is in here
If you want to feel

--The truth is in here, de Ayreon


Hace poco comencé a ver una serie relativamente nueva llamada Lie to me, y aunque no es especialmente extraordinaria me encantó la premisa en la que está basada, el descubrir mentiras a través de micro-expresiones faciales en personas que las dicen.

Me gusta el programa debido a su alto contenido psicológico y, particularmente, por todo lo relacionado a la verdad, un tema que definitivamente se encuentra entre mis favoritos. Si bien puedo criticar algunas cosas, como la evidente exageración en las expresiones físicas de los actores (que al final es solo una forma de involucrar al televidente, pues lo hace sentir que también está descubriendo pistas) o la poca continuidad entre cada episodio sin una trama general al estilo de series como Lost o 24, admito que me tiene bastante interesado debido a todo lo que voy aprendiendo.

Ver este programa y concentrarme en el protagonista me hizo pensar en cómo sería poder saber la verdad siempre, cómo me sentiría al saber cuándo me mienten y cómo podría utilizar esta habilidad para mejorar las vidas de otros. El primer capítulo es básico en tanto el protagonista logra ver mentiras en personas que no son parte de sus investigaciones y prefiere callar antes que decir algo, como si pensara que la verdad no siempre es el camino correcto. Al final del mismo también se ve cómo parece cambiar de opinión e involucrarse en un asunto que no le concierne por la pura defensa de aclarar algo que no es cierto.

Entonces, ¿hasta qué punto saber la verdad puede ser benéfico más allá de las aplicaciones en ámbitos legales o, como en la serie, criminales? Si se trata de saberla en la vida cotidiana, y teniendo en cuenta que es parte de la naturaleza humana mentir, ¿no quedaríamos decepcionados la mayoría del tiempo al saber que no todo es como se nos dice? Esto me recuerda a un capítulo de la serie de dibujos La granja de Orson, que de cierta forma discute este tema y llega a una conclusión que yo aún no sabría si aceptar: conocer la verdad puede ser incluso peor que desconocerla.

jueves, 13 de agosto de 2009

Un día de paz y nada más


Over our heads
All we see is true
Over our heads
Can't you see it too

--Over our heads, de Zero 7


Salgo al mundo con la intención de encontrar reconciliación con él y con la vida (que me odia ocasionalmente), y termino encontrándome con tres personas que de alguna manera han sido o son parte importante de mi vida, cada una con tremendas historias por contar y con una significancia tremenda, quizás más de la que me gustaría admitir. Entonces, si el mundo y la vida me traen esto cuando intento hacer las paces, ¿qué se supone que debo entender?

Por una lado está uno de mis mayores errores hecho humano, por otro lo que podría llamarse mi mayor paso hacia las a veces inhóspitas tierras de esos sentimientos que pueden dar vida o quitarla igual de seguido, y, finalmente, mi aliado en tiempos de todo, buenos, malos, regulares, terribles, estupendos. Sería, entonces, ¿el punto en el que convergen tres caminos por los que alguna vez transité y que ahora se presentan ante mí como evidencia (y causa) de lo que soy hoy?

Es demasiado para una noche, demasiado para una sola semana, demasiado para alguien que no está acostumbrado a tanto. Pero quizás es mejor así, todo de una buena vez, hacer uso de la presión del momento y encontrar salidas donde durante la calma no las hay. Pareciera que el optimismo no es eterno. Por suerte solo parece.

lunes, 10 de agosto de 2009

Cuestión de perspectivas


We fight this fight to stay free
And never say never
If you leave this choice up to me
I'll stay young forever

--Weekend warriors, de A Change of Pace



Lunes otra vez, una nueva semana, otro comienzo.


Con la cabeza un poco menos congestionada y un tanto más ligera de pensamientos emocionalmente desequilibrantes he regresado a la oficina de mi tío a continuar con lo que esperaba haber terminado un par de semanas atrás. El ambiente sigue siendo el mismo, los compañeros de trabajo continúan con sus usuales hábitos (las personas no cambian en catorce días; ¿o sí?), y mis tareas no dejan de ser aburridas. Como sé que los meses por venir serán algo duros, pensé que no estaría mal un pequeño empujoncito de mi parte que ayudase a despertarme con más ánimos en las mañanas o a hacerme resistir el sueño en el trabajo. Y qué mejor incentivo que una nueva meta: tener la mitad del dinero necesario para comprar un carro moderadamente bueno antes de regresar a la universidad el próximo año.

Siempre me he quejado internamente de mi sueldo, no por sentir que es muy poco, sino por saber que me pagan demasiado para lo poco que resulto haciendo día a día. Y sé que no es suficiente para poder comprarme un carro en los siguientes meses, por eso me propongo obtener la mitad, así puedo ser un poco más persuasivo al pedirle a mi papá que me apoye con la compra (pura psicología: si no acepta pagarlo completo, es más fácil convencerlo de que pague la mitad). El siguiente problema es la licencia de manejo que muero por tener pero que por un tema de principios no he conseguido. Mi plan era tener el carro primero y la licencia después, pero he aquí otra buena herramienta para pedirle dinero a mi papá, así que parece que terminaré tragándome el orgullo después de todo y comenzaré con los trámites para conseguirla pronto.

Como Garfield, nunca he sido muy fánatico de los lunes, incluso y hasta parecía enfermarme los domingos en la noche, pero comienzo a verlos como una especie de "borrón y cuenta nueva". No olvido la semana pasada, pero toca vivir la de ahora.

domingo, 9 de agosto de 2009

Entre lo fácil y lo correcto


Yesterday my life was in ruin
Now today I know what I'm doing
Got a feeling I should be doing all right
Doing all right

--Doing all right, de Queen


El problema con las decisiones correctas es que nunca son fáciles de tomar.

Por un lado, puede haber algo mejor y más provechoso para uno mismo, por lo que lo correcto podría verse como algo no tan ventajoso y, por lo tanto, como una mala idea. Por otro, o el hacer lo correcto puede entrañar un esfuerzo que no se quiere o que no se está listo para hacer, por lo que dejar de elegir ese camino implica evitarse futuras dificultades. Entonces, ¿por qué tomar la decisión correcta? Yo diría que, aunque no traiga un resultado positivo inmediato y pueda ser difícil sobrellevar las consecuencias que sigan aquella decisión, a la larga beneficia a uno mismo y a otros, incluso si al principio no es aparente. Diría que es cuestión de tener esperanza.

viernes, 7 de agosto de 2009

Los deseos pueden ser peligrosos


Close your eyes
What do you see?
Make your dreams
Come true again

--Wishing well, de Angra


Desde hace mucho llevo considerando mi vida bastante aburrida, diciéndome que no me pasa ni la mitad de cosas interesantes que al resto de personas que conozco, que no vivo grandes aventuras ni situaciones trascendentales, y es por todo ello que por la misma cantidad de tiempo llevo deseando que esto cambie. Teniendo en cuenta que un deseo no puede darse sin que la persona dé un poco de sí misma, y en este caso sin que yo dé pasos necesarios para conseguir ese cambio, decidí agregarle sazón a mi día a día.

Lo que por falta de reflexión evadió la idea anterior, es que mi vida no es aburrida, sino complicada, tan complicada como la de muchos y quizás no tanto como la de muchos más, pero lo es a fin de cuentas. Debido a esto, he agregado dificultades a una vida ya bastante dificultuosa, que si bien no torna las cosas extremadamente inaprehensibles, me pone en una situación (o quizás más) de la que me es sumamente difícil salir. O solucionar.

Siempre he pensado que de nada sirve lamentarse por las decisiones tomadas o los actos llevados a cabo, sin importar que tan funesta haya sido la consecuencia ocasionada por ellos, que arrepentirse de algo que ya pasó es tan inútil como pensar que podemos regresar en el tiempo y cambiarlo. Lo que importa es el ahora y lo que vendrá, mirar al pasado por respuestas pero utilizarlas en este momento, aprender de los errores para no volver a cometerlos y aceptar que los cometimos en primer lugar y que sin ellos no seríamos quienes somos ahora, que no tendríamos la experiencia ni el conocimiento necesario para lidiar con lo que nos toca vivir hoy. Y es exactamente así como trato de ver las cosas.

Como dije en el post anterior, estos días han sido los peores del año, pero con ellos aprendo, y con lo sucedido los últimos diez años de mi vida también. Gracias a ello, hoy, probablemente el día más importante de mi vida en toda una década, tengo la seguridad de que las decisiones que tome serán las mejores no solo para mí sino para las personas que me rodean. Es como si los problemas de mi vida estuviesen concentrados en un momento específico de este día y fuese en base a lo que he aprendido de ellos que puedo solucionarlos de una vez y para siempre.

He escuchado que los deseos pueden ser peligrosos y cuando se habla de peligro se hace alusión a un riesgo. Ahora entiendo y confirmo esto, y me arriesgo a desear una vida feliz, ya sea aburrida, complicada, simple, con aventuras, con dramas o con una mezcla de todo esto y otras cosas buena o malas. Y, como dije al inicio del post y al inicio de este párrafo, para que un deseo se dé la persona debe poner de sí misma, y es justo lo que hago hoy, me arriesgo. Porque el único peligro que consigo ver es el que llegará si vuelvo a huir de mis problemas. O si estos vuelven a huir de mí.

miércoles, 5 de agosto de 2009

"Sonríe... mañana será peor."


You're drowning in family there
When will you come up for air?

--Drown with me, de Porcupine Tree


La frase que lleva como título este post es la famosa filosofía de Murphy, el mismo que también dijo "Si algo puede salir mal, saldrá mal" y "Todo sale mal a la misma vez". Hoy pensé en ellas por lo acontecido estos últimos cuatro días, probablemente los peores que he tenido en el año, aunque la semana todavía no termina y cualquier cosa nueva puede pasar.

Entre lo sucedido, destacan dos cosas. He recibido la terrible noticia de que no volveré a la universidad este ciclo y que tendré que seguir trabajando los siguientes siete meses (quizás un poco menos) por, según yo, equívoca decisión de mi papá y sus dudosos métodos de crianza (que habría que discutir extensamente). Creí que esto ya era suficientemente serio, pensaba que perder otro ciclo era ya bastante problemático, pero resulta que me equivocaba enormemente... No... ¡Colosalmente! Esta tarde recibí una llamada telefónica de la última persona a la que esperaría que me llamase (no exagero), alguien que por nueve años no ha sido más que un fantasma y hasta un mal recuerdo que durante todo este tiempo no ha dejado de rondar mis pensamientos dejándome con una sensación de malestar general, la única persona que ha marcado de manera tan negativa mi vida y que en gran parte debido a sus acciones he resultado teniendo defectos muy difíciles de erradicar, nadie más que mi ausente madre.

Suena difícil de creer, y encuentro ambas situaciones absolutamente irreales, como si una parte de mi cabeza estuviese obligándome a ver todo esto como un sueño del que despertaré pronto. Pero temo que no es tan fácil. No creería que exista algo más difícil con lo que lidiar que lo segundo, pero pensé lo mismo respecto a lo primero, y aquí estoy lamentándome y buscando formas de resolver mi problemática actual, así que no diré que esto es lo peor que puede pasarme. No quisiera descubrir que me he vuelto a equivocar. Es por ello que hoy sonrío, un poco resignándome a aceptar que mañana será peor, pero también teniendo en cuenta que si he llegado hasta este punto pues lo más sensato es seguir adelante, utilizar las oportunidades que han llegado (inoportunamente) a mí y sacar el mejor provecho de la situación con la finalidad de resolver no uno ni dos, sino todos mi problemas. Quién sabe, tal vez sí existan excepciones a la regla.

lunes, 3 de agosto de 2009

Lo que pienso de ti




No es un digno rival
Le delata su alma negra
Oculta tras su discurso
Que nadie cree ya

--La cara oculta de la luna, de Avalanch


No diré que poco me importas, no cuando sé que muchos te necesitan y que a muchos puedo apoyar con tu ayuda. Pero sí afirmo que te encuentro poco valor, que no eres más que parte de un todo que no sirve, un todo que crece y evoluciona pero que en última instancia es un desastre esperando ocurrir. Eres una sobrevaloración, te sientes mucho cuando en esencia no sirves.

Y por ti me encuentro en esta situación, por ti han cambiado muchísimas cosas para bien y, principalmente, para mal. Por ti no puedo cumplir mis sueños, a través de ti buscan castigarme (en vano), por culpa tuya no puedo seguir adelante tanto como me gustaría; estás en todas partes.

Por eso te rompo en pedazos, porque quiero que sepas que hasta aquí llega mi paciencia y mi actitud tolerante. Admito que te necesito, y que en el futuro seguirá siendo así, pero hoy te digo una sola cosa, y espero que la tengas presente para siempre: No pudiste contra mí.

domingo, 2 de agosto de 2009

Te quiero como eras antes


How now
Can we allow?
We gotta stop 'em somehow
Body over mind
Oh no, now we both know
That there's nowhere to go
And the damage is done

--Monster, de 3 (Three)


Hoy, después de muchos días en los que me decía que iría y que al final no iba porque la flojera tenía más fuerza que yo, pude visitar uno de mis lugares favoritos a los que voy en bicicleta, la laguna de La Molina.

Ese lugar me encanta, en primer lugar, porque no es tan fácil llegar él. Tengo que pedalear cerca de cuarenta minutos cuesta arriba, pero el esfuerzo hecho es imprenscindible si he de querer disfrutar plenamente del lugar una vez que estoy ahí.

En segundo, porque lo encontré por casualidad. Usando Google Earth para ubicarme antes de la salida en sí, me dije que quería ir a esa laguna, pero por un mes de bicicleteadas no pude dar con su ubicación (odio pedir direcciones a las personas cuando estoy en bicicleta), hasta que un día torcí en una esquina equivocada y me di con la sorpresa de que había llegado a ella.

Y, en tercero, porque siento que es uno de los pocos lugares en la ciudad en los que hay absoluta calma y tranquilidad. El único ruido es el del motor del ocasional carro o los sonidos de las aves que nadan en la laguna. Puedo sentarme por horas a contemplar la calma de las aguas, a pensar o a leer.

Como dije, hoy fui después de mucho tiempo (casi dos meses), y me di con una nauseabunda sorpresa. Cuando vi el agua mi cabeza comenzó a pensar inmediatamente en una mala película de ciencia ficción, pues estaba llena de una sustancia viscosa y verde. Se me ocurrió que, de entrar en ella, de seguro saldría convertido en una tortuga ninja, si es que fuese tortuga. Me acerqué a uno de los guardianes de la zona y le pregunté qué había sucedido con el agua, a lo cual me respondió que era debido a las algas. Esto me hizo pensar que, de ser realmente algas, estas definitivamente tendrían que ser radioactivas, pues el color verde en el agua era realmente fuerte, casi tóxico. Además, he ido muchas veces en diferentes épocas del año y jamás he visto tal cosa, así que dudo que sean las algas.

Me apena que uno de mis lugares favoritos haya perdido gran parte de su belleza, que lo que más resalte ya no sea la cantidad de aves que pasean por ahí, sino las manchas verdosas que han malogrado un hábitat (por más que sea artificial) tan hermoso. Si se ha de culpar a alguien, pues diría que es culpa de la contaminación y, en correlación, de las personas en general. Hay cartelitos que avisan a los transeúntes de no botar basura en el agua, pero igual siempre se encuentran bolsas o envolturas tiradas por ahí. Las palabras, en este tipo de asuntos, no siempre ayudan mucho, y la laguna está pagando caro por la irresponsabilidad de muchos. Trataré de ver si se puede hacer algo, o si de verdad son algas las causantes de esto.

sábado, 1 de agosto de 2009

Lesión


Tell me exactly
What am I supposed to do?
Now that I have
Allowed you to beat me!
Do you think that
We could play another game?
Maybe I can win this time?

--The game, de Disturbed


Aunque camuflado, siempre he sido un mal perdedor. Tengo una naturaleza bastante competitiva, tanto así que a veces me pongo retos a mí mismo con el solo propósito de poder lograr objetivos, y es por ello que para mí el perder es doloroso. Digo camuflado porque cuando estoy con mis amigos trato de no parecer molesto e intento que piensen que no pasó nada.

Llevo más de un mes jugando fútbol y solo han habido dos partidos en los que he perdido, uno porque me tocó ser capitán y mis elecciones con respecto a los jugadores fue bastante mala, y otro porque mi habilidad "futbolística" está siendo sobrepasada por la de mis compañeros. Justo en este punto es que choca lo que menciono en el párrafo anterior.

No me molesta perder los partidos, siempre y cuando sienta que he jugado razonablemente bien, de repente haber hecho al menos un gol o alguna jugada que contribuyera al mismo, y hasta quizás evitar que el equipo contrario lo hiciera. Las primeras semanas todo iba bien, me desempeñaba a la par que algunos de mis amigos y un poco mejor que otros gracias a mi juventud (soy cuatro años menor que el más joven, y nueve que el más viejo) y, especialmente, a la resistencia que he ganado gracias a mis salidas en bicicleta. Pero estos últimos partidos los demás o están jugando mejor ahora que se han acostumbrado a la cancha y al juego en sí, o están invitando gente que juega muchísimo mejor. Lo que me molesta, por ser mal perdedor y no por dejar de entender que estas cosas pasan, es que ya no estoy entre los mejores jugadores. Ya no soy el más rápido ni el más resistente, tampoco el que hace las mejores jugadas ni el que mete o evita más goles.

Estos partidos nacieron de la idea de un amigo, y yo me uní con la intención de divertirme un poco, hacer ejercicio más seguido y añadirle fuerza a la amistad que tengo con los demás jugadores. Pero me temo que debido a mi naturaleza competitiva, el querer ganar siempre, lo primero está siendo más difícil de conseguir, y ello afecta un poco el tercer punto. Sé que no siempre puedo ser bueno en todo, y ahí entra en juego mi ocasional sentido de la perfección para complicarme las cosas, pero comienzo a pensar que la situación irá de mal en peor.

En fin, nada está decidido aún. Además, el jugar con gente mejor que yo es una excelente manera de practicar y mejorar, de aprender nuevas jugadas y de elevar un poco el reto, sin olvidar que voy haciendo nuevas amistades. Competitividad o no, el punto es concentrarse en lo positivo.

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