sábado, 29 de mayo de 2010

Hoy por ti, mañana por los dos


You're not sure what's going on here
But you're sure it isn't right


--The color of right, de Rush


Hace poco me enteré de algo muy curioso y que me hizo reír a pesar de lo serio que es el tema.

Una profesora contó una anécdota sobre un policía que no quería acompañarla a tomar un taxi por miedo a que fuesen asaltados. Esto fue precisamente lo que me hizo sonreír, mas fue aquello que dijo a continuación lo que realmente me hizo carcajear. Mencionó que el policía temía tener que utilizar su arma, puesto que él tendría que correr con el costo de cada bala gastada. Y, por si fuese poco, la profesora añadió que las leyes prácticamente amparan al que comete la fechoría, ya que, de disparar la bala y caerle al asaltante, en la pierna por ejemplo, el policía tendría que pagar la hospitalización y hasta cubrir los costos de manutención en caso de que el sujeto tuviese una familia que mantener.

No sé si se contó la historia tal cual o si los datos son los correctos, pero el solo percibir una serie de leyes como aquéllas me causa mucha gracia. Entiendo que nuestro país no goza de una economía fuerte, pero que el gobierno le achaque tantos pagos a quienes ya de por sí no suelen contar con una buena solvencia económica me parece absurdo. En lugar de motivar a los "defensores de la ley" lo que se está haciendo es aprovecharse de ellos. La verdad no se me ocurre que repercusiones puede tener esto en lo que se refiere al crimen en general, pero imagino que no puede ser nada bueno si se toma en cuenta que un policía podría preferir dejar ir a un delincuente antes que enfrentarse a él y salir perdiendo económicamente.

Es un tema muy serio, y admito que el reírme no es la mejor reacción, por eso quise expresar mi indignación ante esto. Nuevamente añado que no sé hasta qué punto sea cierto lo que nos contó esta profesora, no he corroborado lo que dijo con las leyes actuales, así que podría equivocarme. Pero, de estar en lo cierto, creo que algo debería hacerse al respecto. No hace falta esperar que los perjuicios nos alcancen para intervenir en pos de los demás, no tanto por detener los problemas antes de que salgamos dañados nosotros, sino porque, a mi parecer, es lo correcto.

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