viernes, 15 de mayo de 2009

Buen provecho, cerdito



Something's right with the world today
And everybody knows it's wrong
But we can tell 'em no or we could let it go
But I would rather be a hangin' on

--Livin' on the edge, de Aerosmith


Una de mis más grandes pasiones siempre ha sido la comida, o las cosas comestibles en general. De chico mis gustos eran bastante simples, moría por el puré de papa, amaba los fideos rojos y nunca podía faltar el pescado apanado. Podía comer otros platos, pero aquello que veía poco apetitoso lo negaba diciendo que no me gustaba a pesar de nunca haberlo probado antes. Esta frase, el "no me gusta", fue una de las más populares durante mi niñez.


Con el paso de los años mis gustos no fueron cambiando mucho. Me atreví a probar cosas nuevas, pero cada vez que me cruzaba con un plato que creía desagradable simplemente no lo comía. Comer en casa de mis amigos resultó difícil justo por eso, y una de mis más grandes preocupaciones siempre llegaba a la hora de almuerzo o de la cena, y así surgió otra frase que nació como excusa: "Ya comí en mi casa". Era infalible.

Recuerdo un desastroso episodio que sentó las bases para una repulsión que aún hoy sigo sintiendo hacia la sémola. Tenía una botellita con arena de Cancún (no sé cómo la conseguí) que, un día, pensé probar. No tengo idea de qué pasaba por mi cabeza, por qué había decidido hacerlo, pero abrí la botellita sin pensarlo y trague una buena cantidad. Vomité segundos después. Desde ese día no volví a comer sémola justamente por el parecido que tiene con la arena que comí, y sé que probablemente me pierdo de una deliciosa comida, pero mi cerebro me dice que volveré a vomitar.

Hoy puedo decir que he dado un paso muy grande, pues ahora me atrevo a comer casi todo lo que ponen en mi plato y a veces aquello que no. De comer solo lechuga pasé a saborear cebollas, tomates, beterraga y otros vegetables que nunca antes metí a mi boca. Ahora me encantan los langostinos, el cebiche de pulpo, la lasagna (mi plato favorito) y muchísimas otras comidas que me he aventurado a probar sin saber a qué se debió el cambio.

Digo que el comer es una de mis pasiones debido al placer que supone estimular el sentido del gusto. No es tanto el descubrir sabores nuevos, sino deleitarme con los conocidos y siempre pedir más, comer hasta el casi empachamiento, y no solo con platos, sino con dulces como el delicioso chocolate, tortas, galletas, caramelos, etc. Creo haberlo dicho antes, y de nuevo repito que es evidente, pero no podría vivir sin comer, sin esa satisfacción de degustar lo que sea que caiga en mis manos. Aún no sé si algún día probaré cucarachas, por dar un ejemplo, pero más de una vez me ha llamado la atención, y ahora que me siento aventurero no sería un mal momento para hacerlo. Luego de eso no tengo idea de lo que vendrá.

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