lunes, 11 de mayo de 2009

Lo que digo es cierto



Wicked partnership in this crime
Ripping off the best, condescending smile 

--Our truth, de Lacuna Coil


Se ha descubierto una nueva forma de averiguar si alguien miente. El parpadeo repetido, los latidos acelerados, el tono de voz, la manera en la que se sostiene la mirada, la posición de las manos y otros truquillos similares no parecen ser suficientes para descubrir si estamos siendo engañados o no.

Leí un artículo en el que se decía que los seres humanos tenemos músculos faciales sobre los que no tenemos control conciente, por lo que, no importa cuánto lo intentemos, no podremos actuar con la naturalidad que desearíamos tener en ciertas ocasiones. Quizás alguien quiere demostrar alegría cuando en realidad se siente emocionalmente mal, y por más que a simple vista se le vea sonriendo o con una expresión enérgica en el rostro, si se mira más de cerca se notará que algunos músculos prueban que esa no es la verdadera emoción de la persona. Claro que imagino que esta mirada de cerca requiere de algún tipo de implemento aparte del ojo desnudo.

Todo esto me hizo pensar, evidentemente, en la mentira. Día a día se van descubriendo nuevas formas de separar la verdad de la mentira, métodos infalibles en apariencia que debieran ayudarnos a construir un mundo mejor y más ordenado en el que los hombres podamos vivir en armonía los unos con los otros. Sin embargo, habría que preguntarse, ¿es la mentira innata?, ¿es algo natural en el ser humano? ¿O es aprendida? Esto entra en el campo de la moralidad, que también debería encarnar estas preguntas. Hasta donde tengo entendido, la evolución nos ha dotado de la capacidad de discernir lo que es correcto y lo que no, lo que significaría que las personas elegimos. Entonces la pregunta es otra: ¿por qué elegimos mentir? Y aquí la discusión se dispara hacia cientos de caminos que, muy seguramente, todos hemos atravesado.

Es una lucha entre los que buscan orden, un mundo sin mentiras, y los mentirosos que caminan sobre él. Lo curioso es que no se puede hacer distinción entre estos grupos, pues todos mienten, de pequeña o gran manera. Y, como dijo un gran filósofo alguna vez, al mentir se pierde la confianza en una sociedad. Por lo tanto, podría decirse que estamos llegando a este orden dando la misma cantidad de pasos hacia adelante como los que damos hacia atrás. Qué complicado.

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