martes, 31 de marzo de 2009

Azul cielo



The only way you'll ever learn a thing
Is to admit that you know absolutely nothing
Oh nothing
Think about this carefully
You might not get another chance to speak freely
Oh freely

--Old enough, de The Raconteurs


Daba por el parque uno de esos paseos nocturnos que amo tanto, cuando sentí una mirada posarse sobre mí, noté el recorrido que hizo por mi cuerpo de cabeza a pies, por lo que tomé asiento en una de las bancas cercanas y simulé estar pensando cuando en realidad buscaba tranquilamente la fuente de esta mirada, los ojos que comenzaban a ponerme nervioso, a la persona que debía haberle llamado la atención por razones que en ese momento ni se me ocurrían. Esperé, busqué, hasta que supe qué pasaba.

Un gato azul salió de entre unos arbustos aledaños a la banca y se sentó exactamente frente a mí, a casi un metro de distancia. Asumo que para el ser humano corriente lo que más hubiese resaltado de este hecho sería el color del delgado animal que no dejaba de mirarme, pero lo que más me ensimismó fue esa sonrisa que llevaba en la boca. No aguanté ni un segundo y le pregunté qué encontraba gracioso. No me respondió inmediatamente, demoró lo que demoraría parpadear cerca de cinco o seis veces, cambió su mirada reflexiva a una de leve asombro y me dijo lo siguiente: "no eres el primero que le habla a un gato azul, pero sí el primero que espera una respuesta de su parte". Hubo un silencio momentáneo, y luego continuó. "Parece que un gato ya no puede salir a la calle con una sonrisa en el rostro sin que algún humano lo encuentre asombroso o fuera de lo común." Una vez que hubo callado lamió su pata derecha, la pasó por encima de su oreja un par de veces, me regaló una sonrisa y escapó por entre los arbustos sin permitirme decirle algo, tal vez pedirle disculpas.

Mientras caminaba a casa pensaba que no volvería a ver a ese extraño gato azul, pero cuando estaba a media cuadra de mi destino escuché una voz detrás de mí. "No deberías salir de tu hogar a estas horas de la noche," me dijo el pequeño felino. "Es la mejor hora, cuando no hay ni un alma en las calles y puedo dedicarme a pensar más que en cualquier otro momento del día," le respondí. "Ni un alma, dices. ¿Eres de esos que cree que los animales no tenemos almas?" Estaba a punto de pedirle perdón por mi apresurada respuesta, pero este comenzó a reír y habló nuevamente entre carcajadas: "No me hagas caso, solo juego contigo. Hace un buen rato esperabas una respuesta de mi parte; te la daré. ¿Qué encuentro gracioso? Todas las noches estoy en ese parque, y la mayoría de ellas te veo llegar, sentarte y mirar las estrellas; '¿qué tornillo se le habrá zafado a este humano?', me pregunto siempre. Y esta noche quise averiguar qué te sucedía exactamente, así que me acerqué y utilicé mi famoso truco de la mirada, el cual te hizo correr nerviosamente a tu habitual banca. Eso es lo que me causó gracia. Tal vez sí estás loco, o tal vez has hablado con otros animales antes. Cualquiera sea el caso, me gustó conocerte, y espero verte mañana".

Cuando estuve de vuelta en mi casa, sacando un poco de leche de la refrigeradora, no pude evitar pensar en el nombre Nix. Espero que al pequeño felino azulado le guste el nombre, a pesar de ser uno femenino. Esta noche sabré qué opina.



lunes, 30 de marzo de 2009

Las reglas del juego, como solían ser



Little kids go out to play
They're just happy it's another day

--The good old days, de The Eels


Todavía recuerdo el "boom cabinero", época en la que una de las principales razones por las que me reunía con amigos del colegio era para ir a una que otra cabina cercana (más a sus casas que a la mía) y pasar una, dos y a veces tres o más horas frente al monitor de una computadora jugando Counter-Strike o algún otro juego, como Starcraft (que yo nunca jugaba porque siempre perdía), por ejemplo.

La primera experiencia que tuve de este tipo fue a los doce o trece años con unas cabinas cercanas a la casa de mi abuela. Unos amigos de la cuadra me llevaron ahí como curioseando, y el visitar "las chinas", sobrenombre que le dimos al lugar debido a las señoras que atendían ahí, se volvió actividad bastante recurrente. No incursionamos en los juegos sino hasta pasado un buen tiempo, primero entrábamos más chats y páginas de este tipo, y desde entonces esas cabinas se volvieron uno de los mejores sitios en los cuales pasar un buen rato. Con el tiempo nos fuimos dando cuenta que las máquinas no eran muy buenas, que los juegos corrían demasiado lento en comparación a otros lugares que fuimos conociendo por distintas amistades, por lo que dejamos a "las chinas" y empzamos a visitar otros establecimientos.

Luego vino la época con los amigos del colegio, a los quince, tal vez un poco antes, a los cuales vencía con una facilidad abrumadora gracias a mis largas horas de práctica y meses de experiencia. Pero mi racha ganadora sufrió muchísimo cuando mis amigos se volvieron igualmente adictos a los juegos como yo, lo cual nunca fue excusa suficiente para dejar de unirme al grupo cada vez que proponían ir a las cabinas. Más adelante fui escuchando de clanes, grupos, personajes conocidos por todo Lima (como Abraxas, por ejemplo [tal vez lo conozcan], cuyo nombre de usuario podía ser encontrado en varios lugares, y si se le preguntaba al encargado de turno por él de seguro diría que había estado en la cabina hacía unas horas, sin importar en qué cabina se preguntara), y me fui sintiendo pequeño, inexperto, casi ajeno a los juegos en los que alguna vez fui uno de los mejores. Fue muy gracioso escuchar en las noticias y hasta verlo con mis propios ojos que niños de no más de diez años le habían encontrado gusto a uno de los juegos, Counter-Strike, hasta el punto de ganarle a muchos veteranos.

Hoy en día sigo considerándome un "cabinero" a pesar de visitar estos lugares una o dos veces cada tres meses. Los viejos juegos no aburren, y siempre es divertido encontrar nuevas cabinas con juegos diferentes, con grupos de amigos que van al lugar tan seguido como yo solía hacerlo. Es una atmósfera peculiar, ya sea por la gente que lo concurre, por los gritos, lamentos, insultos y risas que infestan el lugar o por esa extraña comodidad que me envuelve y que me permite ser yo mismo. ¿Qué vendrá después?

domingo, 29 de marzo de 2009

Uno abierto es mejor que dos cerrados



Soy solo un soñador
El bufón
De todas tus sonrisas
El morador de tu vida
Que por tu amor
Mi alma es lo que doy

--Alborada, de Avalanch


Anoche me puse a pensar en Orfeo, y un poquito en el amor dentro de la mitología griega, cómo existía tal adoración por la mujer y cómo lo que podríamos llamar "enamoramiento" era tan grande y hasta sagrado. Escapa a mi limitante capacidad de razonar el por qué los hombres de esos mitos pasaban tales pruebas, se enfrentaban a las criaturas más temibles o realizaban sacrificios impensables con la única finalidad de recuperar u obtener el amor de su amada.

Hablando de Orfeo y tomando su historia como un breve ejemplo, no puedo más que asombrarme ante su lealtad, valentía y, especialmente, amor. Bajar al Hades en busca de Eurídice, enfrentarse a los más grandes peligros por la mujer que amaba, sin duda no podría decirse que es acto que cualquiera elegiría llevar a cabo. Quizás en un principio Orfeo se dio por vencido, permaneció hundido en una depresión de la que, posiblemente, tarde o temprano resurgiría, y hasta quizás se habría buscado otro amor; pero no fue como el hombre común y se decidió a recobrar a su amor. Más allá de que no haya podido conseguirla de vuelta, resalta y perdura el hecho de que lo intentó hasta las últimas consecuencias, luchó más que cualquiera por un sentimiento que hoy, al parecer, ha perdido la fuerza que poseía en antaño.

Llamémoslo "actualidad", "Cultura", y como se quiera, pero es evidente que el amor significa muy poco estos días. Y, vale, del sentimiento puede decirse muchísimo, tanto como para encontrar un argumento bastante sólido y refutarme hasta dejarme con el rabo (que no tengo) entre las piernas, pero siempre perdura la esencia (a pesar de que alguien una vez me haya dicho que las esencias no existen). Valga decir que no hablo con el corazón roto, sino con el bagaje de las experiencias propias y ajenas. ¿Qué es el amor? ¿Una excusa para no sentirnos solos? ¿Un lazo entre dos personas? Definiciones tenemos para regalar, explicaciones para compartir, pero ¿qué hay de la vivencia en sí?

Escapándome un poco del tema central, presento el matrimonio. Tiempo atrás, seguramente desde que se instauró, el matrimonio nunca estuvo ligado al amor, y no tendría por qué estarlo en la actualidad. A mi parecer, esta unión significa muy poco, dice muy poco, especialmente por la fragilidad de las promesas que se hacen al casarse; ¿de qué sirve una unión que guarda posibilidades de separación? Nada dura para siempre, pero ¿no sería la existencia del divorcio un recordatorio demasiado hipócrita de ello? De por sí la palabra me causa disgusto, y el acto lo considero como la salida fácil a una unión que no debería haberse realizado a la ligera.

Regresando al valiente Orfeo, que elije amor por encima de la vida y en pos de la vida, recuerdo conversaciones con una vieja amiga, y palabras sueltas de uno que otro amigo, sobre el verdadero amor. ¿No todos lo buscamos? La respuesta, pienso yo, es que no. A veces solo nos contentamos con encontrar una excusa de amor que nos hace sentir mitad alegres, mitad satisfechos, pero que es suficiente como para vivir un poquito más y hacernos sentir (engañarnos) que tenemos lo que queríamos. El verdadero amor, dicen, no existe, y esa esa es la frase que separa a los conformistas y a los soñadores; es penoso notar que los segundos la pasamos peor, buscando otros como nosotros mismos en un mar lleno de personas que viven a la mitad, no con su "media naranja", sino con su "cuarto de fruta cítrica".

Amor verdadero es lo que existía en la vida de esos personajes mitológicos que comencé a recordar anoche, amor que perdura y que empuja a lo que sea, no ese sentimiento muy similar de que se es capaz de todo cuando se está con quien se quiere. Y, no sé, tal vez es cierto lo que llevan diciéndome toda la vida, que mi inmadurez terminará por matarme, o tal vez sí estoy en lo cierto y con los antiguos murió casi (pero no) toda posibilidad de encontrar a nuestra Eurídice, o a su Orfeo (según sea el caso). Otra razón más para demostrar que esa odiosa frase, "así es la vida", no es más que un llamado a la rendición, a la comodidad. Si se vive con los ojos cerrados es entendible que se acepten las cosas tal y como son, a diferencia de aquellos pocos que los llevan bien abiertos, quienes tienen la capacidad de cambiar el mundo.



sábado, 28 de marzo de 2009

Porque solo llego hasta aquí



Free me from these chains I need to change my way
Heal these broken wings I need to fly far away
Free me from these thoughts long forgotten down below
Take these angel's words give them life to carry on, carry on, carry on
Free me from these chains...

--Spinning, de Zero 7


Hoy aprendí que Plaza Vea saluda a cada nuevo empleado comunicando su nombre y su puesto a los clientes a través de los parlantes del supermercado, y que tienen un espacio reservado para bicicletas. Qué bueno es notar que a algunos sí les importa.

Hoy aprendí que las luces de los postes de mi calle se apagan a las 6:04 de la mañana, según mi reloj de pulsera, después de pasarme la semana despertando más temprano de lo que acostumbro. ¿A qué hora se prenderán?

Hoy aprendí que nunca más volverán a gustarme las corridas de toros ni cualquier acto humano que involucre la matanza de animales con el único propósito de divertir a multitudes. "La tortura no es arte ni cultura". Las vacas lo saben bien.

Hoy aprendí que la luz de la que alguna vez hablé, la verdad tiempo atrás encontrada y otorgada a nosotros, se ha extraviado. Habría que pensar si se escapó, si nuestro mal uso ocasionó su pérdida o si nosotros mismos la dejamos ir. ¿Cómo saberlo sin luz que ilumine las huellas?

Hoy aprendí que no hay forma conocida de correr suficientemente rápido como para alcarzanos a nosotros mismos, ni siquiera de llegar tan lejos como para ver nuestra espalda, y el voltear con la finalidad de descubrir cuánta distancia nos llevamos no sirve de nada. En carreras de a uno, se es ganador y perdedor a la misma vez.

Hoy aprendí que el silencio es subestimado, y lo demostraré.



viernes, 27 de marzo de 2009

Mira. Aprende. Enseña.


Hello darkness, my old friend
I've come to talk with you again
Because a vision softly creeping
Left its seeds while I was sleeping
And the vision that was planted in my brain
Still remains
Within the sound of silence

--The sounds of silence, de Simon & Garfunkel



Estos últimos días he estado viendo El curioso caso de Benjamin Button nuevamente, por partes, y me encontré con una escena que me dejó con la boca abierta la primera vez que la vi. Me refiero a la parte en la que el protagonista habla de cómo cada acción, por más pequeña que sea, añadida a otras, puede desencadenar en una acción mucho más grande, cómo situaciones que nada tienen que ver con nosotros aportan su granito de arena en lo que subsecuentemente afectará nuestras vidas.


Tiempo atrás escribí un par de posts sobre el destino y mi perspectiva con respecto a él, y en uno de ellos me concentré en las elecciones y cómo estas nos llevan a conocer a ciertas personas en lugar de otras. Dando un paso atrás, viéndolo desde una perspectiva más general, lo mismo puede aplicarse a lo que nos sucede, lógicamente, pues cada elección conlleva una acción y esta una consecuencia. 

En ese mismo post di un ejemplo sobre José y cómo ayudó en el rescate de algunas personas gracias a haberse despertado cinco minutos más tarde. En la película, sucede de manera parecida a mi ejemplo, la escena va más allá y agrega otros personajes que, combinados con sus propias acciones, añaden una pieza del destino de la co-protagonista. Recuerdo claramente que, luego de verlo en el cine, me dije a mí mismo "esto es exactamente lo que quería decir".

Este largometraje guarda muchos otros mensajes que he ido recogiendo estos últimos días (he ahí la razón por la que lo he estado viendo de a pocos y por partes), no con la intención de idolatrar al director o volverme fanático de la película, sino para observarlos desde el contexto en el que se presentan y asimilarlos dentro de mis reflexiones ocasionales. Muy pocas películas tienen tanto impacto en mí, y las que sí, como esta o como El Grinch y Hacia rutas salvajes, me dejan pensando más de lo que a veces debería. Hollywood o no Hollywood, el mensaje vale.


[El trailer]


jueves, 26 de marzo de 2009

Cara de yoyó


Don't call me passed eleven pm, it won't happen again
Happened once, it happened twice, it happened three times, maybe four times,
Maybe five times, maybe, maybe it happened six times, but it won't happen seven times
No no no no no no...

--Sweet ballad, de Munchausen by Proxy (ft. Zooey Deschanel)


Dicen que las segundas oportunidades suelen utilizarse mejor que las primeras, que son estas últimas las que se desperdician o se usan como prueba y error, que a la segunda las cosas suelen ir mejor y bla bla bla. ¿Qué me dices de las terceras oportunidades, y eso de que a la tercera va la vencida? ¿A quién se trata de vencer, al poco juicio? No sería como seguir intentando algo que, se sabe, no se es bueno para conseguir, ¿eh? ¿O preferirías esperar a la oportunidad n+1?, tal vez en esa resulte.

¿Por qué atarnos al 0,001% cuando resta ese apetitoso e inexplorado porcentaje restante? Porque la estupidez es más fuerte, porque la conexión tiene un cableado sin rojos ni verdes, solo monotía grisácea, y los dedos meñique se hallan entrelazado de tal manera que más fácil sería romper los huesos que intentar desenredarlos, tremenda maraña de sentimientos derretidos. Qué desastre.

Te pregunto de nuevo, ¿de qué sirve la rapidez de tus piernas si la única utilidad que le encuentras es huir? No podría esperar una respuesta de tu parte, entiendo tus fantasmas mentales, sin olvidar mencionar que soy uno de los demonios debajo de tu cama y he visto los huesos en tu armario, así que de más está decir que tu locura es justificada; sólo no trates de refugiarte en ella y explicarte en base a ella. 

Y sin anuncio, una respuesta. El yoyó que regresa a su estado previo, que descansa abajito todo movedizo y excitado, pero que vuelve para ser lanzado de vuelta a donde comenzó. Qué bonito el maltrato, qué bonita la cuerda alrededor de tu cuello que aprieta despacito, de a poquitos y despacito. ¿No vendría bien una tijera en este momento? Afilados lados capaces de poner fin a la leve aflicción que podría encontrar curación por medio de métodos un tanto más ciéntificos y menos cavernícolas, ¿no crees?

El agua encontró su pozo, que no es tu boca, que no eres tú, y la sed te embarga, casi perdido en un mar de agua dulce, podría decirse nadando, tal vez ahogándote, sumergido por completo, pero el agua encontró su pozo, y no eres tú. ¿Cuánto cuesta ir a la tienda y comprar una botella de litro y medio, si quieres de dos? Te ahogas en tu propia saliva, yoyó, no olvides tragar, asqueroso como suene, más aún como sepa.

Baja del techo, ya es de noche. Lo último que faltaría es que caigas, y nadie quiere eso. ¿Me equivoco? Hoy una almohada, mañana un pan con mantequilla y el día por delante, carreras por ganar, gente por conocer, oportunidades por perder. Qué buena vida.


[¡Zooey Deschanel! Punto.]


miércoles, 25 de marzo de 2009

Amarillo patito



Do you remember telling me you'd found the sweetest thing of all
You said that one day of this was worth dying for
So be thankful you knew her at all
But it's no more

--See the sun, de Dido


R: Debería darte vergüenza la forma en la que tratas a otros como tú.
S: No hago más que imitar el ejemplo de mis mayores, sigo las enseñanzas y me guío un poquito por la genética.
R: Si tienes el cerebro para saber cuáles son las causas de tus problemas, ¿por qué no eres lo suficientemente sensato como para no dejarte influencias por ellas y encontrarles solución?
S: Porque cuando nací, y llegó el momento de comprar virtudes y defectos, no me alcanzó la plata para comprar sensatez. Y ahora gasto mis ahorros más rápido de lo que consigo monedas, por lo que será complicado conseguir esa virtud.
R: Encima te haces el idiota.
S: Soy idiota.
R: Lo eres en muchos sentidos sí, y lo digo por la forma en la que te comportas últimamente con la gente que llamas importante. Pero no lo eres en relación a tu inteligencia.
S: ¿Quién sabe más de mi inteligencia? ¿No tendría que ser yo?
R: Pues sí, pero el inconveniente es que no te conoces tan bien como yo te conozco.
S: No eres más que un sirviente.
R: Al igual que tú.
S: Yo no sirvo a nadie.
R: Y no tienes vergüenza.
S: De lo único de lo que me avergüenzo es de que me vean contigo.
R: Y ahí vas de nuevo con ese trato al resto. ¿Cuándo aprenderás, muchacho?
S: Cuando me alcance la plata para comprar entendimiento.
R: No estaremos aquí para siempre, patito feo, así que mide tus palabras y piensa antes de actuar, pues el corazón que una vez ablandaste no te esperará por siempre, regresará a su dura existencia.
S: No sé de qué me hablas.
R: Qué facil es jugar con los sentimientos de la gente, ¿no es verdad? Qué pena que ahora te toque perder.
S: Si esto apenas comienza.
R: Exacto.

martes, 24 de marzo de 2009

Detrás de la sombra


Look at the stars
Look how they shine for you
And everything you do
Yeah they were all yellow

--Yellow, de Coldplay


Hace muchos años que no usaba lentes de sol, un poco por falta de necesidad y otro poco por no tener ganas de salir a comprarme unos. Pero unas cuantas semanas atrás conseguí un par de ellos que ahora no dejo de usar a menos que no haya sol, y comencé a descubrir algunas particularidades al usarlos, o al menos creo haberlo hecho. Sé que puede sonar tonto lo que diré a continuación, y tal vez lo sea, pero también es por eso que lo escribo.

Los lentes de sol no son ningún tipo de corona o título que nos den algún tipo de superioridad o de rango, pero pareciera que las personas nos viesen diferente al pasar. A veces me gusta sensación, pero otras me hace recordar cómo me siento cuando veo a alguien con ellos puestos, y lo cierto es que no siento nada particular, así que todo eso me hace concluir que el usar lentes apenas y nos enaltece un poquito, y solo para nosotros mismos (todo desde mi propia perspectiva, claro).

También siento que me desenvuelo mejor en ciertas ocasiones. Esto lo trato de explicar como si los lentes fuesen algún tipo de antifaz que esconden nuestra identidad, por lo que sería más fácil hacer o decir cosas que sin ellos no se podría o costaría más. Es curioso, pues lo único que se cubren son los ojos, el resto del cuerpo queda al descubierto (con ropa, pero al descubierto), y aún así persiste la idea de no ser identificado, como si los ojos realmente fuesen ventanas al alma y, por lo tanto, reveladores de secretos.

Por último, siempre he tenido la idea de que solo cierto tipo de gente utiliza lentes de sol, gente con la que la mayor parte de mi adolescencia nunca me llevé bien, los típicos "playeritos" o personas así. Esto podría decir mucho de mí y de cómo me veo en relación a los demás, y alguna vez leí en un libro muy interesante (cuyo nombre no recuerdo) que uno nunca será como lo que odia o lo que no le gusta. Supongo que por eso es que nunca usé lentes de sol pasada mi infancia, porque nunca me identifiqué y nunca tuve relaciones llevaderas con el tipo de gente que menciono. Extrañamente, uso lentes ahora y no me siento para nada como ellos. Caprichos de la adolescencia, de seguro.

Me causa gracia todo lo que un pequeño objeto como ese puede hacerme pensar y sentir, cómo define a las personas que me rodean y cómo cumple otras funciones además de aminorar la exposición de los ojos a la luz. Todo esto abre un enorme campo de discusión no solo con relación a los lentes, sino con todo invento humano que puede guardar mayores significados que aquellos para lo que fueron creados. Investigaré al respecto.

lunes, 23 de marzo de 2009

"Voyeurista" por casualidad



When I gaze at the man who is gazing at me
When I stare into the looking glass
When I ask what he sees
Then I'm asking for more and the more
That i wanna know
I know what I'll never know

--The looking glass, de Avantasia


Siempre me gustó tener la computadora al lado de la ventana en la casa de mi abuela, y no por el aire que me quita el calor de encima por unos segundos, ni tampoco por la luz que entra por ella, sino por la vista que me otorga hacia el mundo exterior. Mi calle no es la más transitada de Lima y es muy probable que muy pocas cosas sucedan en ella en comparación a otras calles, pero la cantidad de actividad humana que veo a través de la ventana cada vez que estoy en la computadora es inmensa.

Una de las cosas que le agrega diversidad a la calle es el parque de enfrente, que si bien no es muy grande sí es bastante concurrido, y debe ver pasar, por lo menos, unas doscientas personas al día (no las he contado), quizás más. Este parque amplía mi visión, me permite ver más que casas y edificios, y es justamente en él donde la mayor parte de mi atención se concentra cuando me distraigo del monitor de la laptop. Puedo ver niños jugando, señoras corriendo, vigilantes conversando, chicas paseando a sus perros (no he visto a ningún hombre que lo haga), carros pasando a todo minuto, y miles de otras cosas que, aunque no son extraordinarias, disfruto con ver.

Puedo pasarme largos minutos mirando por esa ventana, y no solo al parque, sino también a los balcones de los edificios, donde también avisto cosas interesantes. Muchas veces he sido tentado de utilizar mi cámara de video y adentrarme en la vida privada de mis vecinos espiando por las ventanas, pero siempre me digo una frase que me detiene enseguida: "¿me gustaría que ellos me vieran a mí?". Si tuviera el tiempo y, hasta cierto punto, la excentricidad, me concentraría mucho más en varias personas que veo a menudo, personas que tienen los mismos horarios diariamente, rutinas a las cuales se apegan como si dependiesen de ellas para sobrevivir. Me da curiosidad saber si se dan cuenta de cuán precisos son al entrar o salir de sus casas, por ejemplo.

Ya antes he mencionado mi gusto por observar a las personas mientras viajo en bus o mientras me encuentro sentado solo en algún parque, así que esto es una excelente añadidura. ¿Tendré alguna clase de problema o es solo que mi curiosidad por la humanidad crece tanto que busca nuevas maneras de ser saciada? Espero que sea lo segundo.

domingo, 22 de marzo de 2009

Recuerdos de un aprisionamiento



No one know how to say
That they're sorry and don't worry
I'm not telling lies

--Behind blue eyes, de Limp Bizkit


He estado pensando en los amigos que aún siguen viviendo y trabajando en Pensilvania, atados a una rutina de la que yo ya me zafé, y no puedo evitar sentirme mal por ellos indistintamente de cómo puedan estarse sintiendo realmente, mal o bien. Todo este tiempo pensé que gozaba de libertad allá, pero es aquí donde la siento , lo cual no supone que allá no existiera, pero sí de forma diferente. El ser libre allá me daba ciertas limitaciones, pues estaba prácticamente anclado al hotel en el que vivía, sin diversiones cercanas o gratis, y el mejor entretenimiento era pasarme al cuarto contiguo y conversar sobre cualquier cosa cuando el estar en la computadora todo el tiempo dejaba de sentirse placentero.

En Perú tengo la libertad de ir y venir donde quiera, pero ahora dependo de otros, así que debo decir adónde voy, con quién estaré, a qué hora regresaré, etc. Y luego están los pequeños detalles, el no tener que ir al supermercado a comprar comida porque ahora me la cocinan, el no recibir un salario semanal que me permita agazajarme, entre otras cosas. Definitivamente me siento más cómodo ahora que he vuelto, en mi hogar, pero no me caería mal un poco de la libertad e independencia que poseía en Estados Unidos, y, pensándolo detenidamente, no hay razón para no poder tenerla aquí.

sábado, 21 de marzo de 2009

No hay vuelta atrás



Don't
Tell me what's in
Tell me how to write
Don't tell me how to win this
Fight
Isn't your life
It isn't your right
To take the only thing that's
Mine
Proven over time
It's over your head
Don't try to read between
The lines
Are clearly defined
Never lose sight of something
You believe in

--As I am, de Dream Theater



Hoy encontré algunos de mis viejos libros de inglés del colegio, de tercero y cuarto grado, cuando tenía la mitad de vida que tengo ahora. Es extraño, las carátulas de un par me hacen tener una sensación de estar coloreando, y las imágenes de otro me recuerdan a una de mis profesoras, aunque su nombre debe estar un tanto más escondido dentro de mi memoria, ya que no lo recuerdo.


Me pregunto qué estaría pensando en esos años, si tuviese alguna mínima noción de dónde estaría o quién sería hoy. Sé que no pensaba en nada más que preocupaciones del día a día, preocupaciones no más grandes que el saber que comería algo que no me gusta en la cena o que tengo un examen al día siguiente. Algo de ese estilo de vida me tienta, me hace querer volver a él y revivirlo, pero sé que es mi niño interior el que desea afanosamente dar pasos hacia atrás por miedo a descubrir lo que yace adelante.

Desde hace muchos años, probablemente desde esos días en el colegio a los diez años de edad, he querido volver al pasado, revivirlo todo de nuevo, pero con el conocimiento adquirido a través del tiempo y las experiencias. Mi propósito nunca ha sido ser un genio o destacar de sobremanera, sino evitar cometer los errores que alguna vez cometí, o realizar las preguntas correctas, o llevar a cabo los actos que me he arrepentido de no hacer, etc. Sé que mi futuro sería distinto si cambiara el pasado, pero ¿cuánto puede cambiar una vida si los cambios son pequeños y las satisfacciones grandes?

Ya hace mucho, también, me resigné a aceptar que no puedo retroceder el tiempo, que muy probablemente nunca nadie podrá (al menos no mientras yo viva), y ello me causa cierto pesar, pues sé que he desaprovechado demasiadas oportunidades y tomado decisiones equivocadas la mayor parte de las veces. Pero, como creo haber dicho incontables veces, el punto no es mirar atrás sino el ahora, lo que después será el pasado, el momento que somos capaces de transformar para no tener arrepentimientos en tiempos por venir. Suena tonto, especialmente porque en el futuro es posible que pensemos que hay cosas que podríamos haber hecho mejor, pero creo que eso solo nos tendría que hacer ver que no nos satisface nada.

A pesar de todo, a pesar de la realidad y de mis palabras que buscan hacerme sentir mejor y a todo el que se sienta igual a mí, quiero regresar a donde todo era más simple, a la vida en la que ser castigado es la peor calamidad de todas, a la vida en la que comer dulces es equivalente a obtener la felicidad de manera extrema. No digo querer ser niño de nuevo, ni confieso sutilmente haber perdido mi niñez, sino que inmaduramente pido tener cero responsabilidades. Y luego me digo, 'imposible'. Siempre es bueno soñar, pero no vivir en sueños. La vida, la vida.


[El sonido no está muy bueno, pero se acepta]


viernes, 20 de marzo de 2009

Rojo pasión


American woman gonna mess your mind

American woman, she gonna mess your mind

--American woman, de The Guess Who



De seguro el lector observador habrá notado que muchas de las últimas imágenes que he ido poniendo en los posts son de mujeres o temas relacionados a lo femenino. Con eso solo quería resaltar lo que hace mucho tiempo me propuse hacer, desde los inicios de este blog: solo poner fotos de mujeres. Es cierto que nunca llevé a cabo ese plan, pero no fue por un cambio de mentalidad, sino porque a veces no encontraba imágenes de mujeres que se ajustaran a lo que escribía o porque hallaba algunas que me gustaban más que las que tenía planeado poner.


Todo esto de poner fotos de mujeres nace de mi particular gusto por la figura femenina. Supongo que puede considerárseme uno de esos tantos que piensa que los hombres no hacen de buenos modelos cuando de arte se trata, pero como cualquier opinión, siempre existe la oposición, y acepto que pueda equivocarme; solo hablo de gustos. Espero haber podido reflejar aquello a través de las imágenes, un pequeño cambio temporal que enaltece (con excepciones) lo femenino. Tendría que aclarar, por si las dudas, de que no veo a la mujer como un cuerpo y punto, sino como un completo igual (y a veces superior) complemento del hombre, y pueden leer más sobre lo que pienso en un post que escribí tiempo atrás y que dice qué posición tengo con relación a este tema.

Sé que se puede decir muchísmo de las mujeres, montones de cosas de las que no suelo hablar en este blog pero que, espero, comenzaré a hacerlo conforme sigan habiendo los cambios necesarios que han ido dándose desde que comencé a escribir aquí. Intentaré que el hecho de que muchas personas conocidas me lean no sea razón para callar lo que me gustaría decir. Lo prometo.

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