jueves, 14 de mayo de 2009

¡Correo!



Hope is epidemic
Optimism spreads
Bitterness breeds irritation
Ignorance breeds imitation 

--Chain lightning, de Rush


Mi querida hermanita es de esas personas que les gusta reenviar cadenas por email, y la semana pasada estuvo especialmente activa enviando al menos cuatro correos diariamente. Pensé que podría estar creyendo demasiado fielmente lo que estos mensajes contenían y que era por ello que me los mandaba a mí y al resto de sus contactos (la gran mayoría amigas de su colegio), quienes a su vez me los reenviaban a mí por estar dentro de la lista de destinatarios (por lo que los emails se amontonaban precipitadamente en mi bandeja), así que hablé con ella y le expliqué que muchas de las cosas que se decían en ellos no eran ciertas, que no pasaría nada malo si no mandaba el correo a tantas personas como se le indicaba, por ejemplo. No funcionó.


Romántica como es, enviaba solo los mensajes que contenían historias de amor y a veces uno que otro sobre amistad con la certeza de que ello le brindaría una felicidad similar a la de los personajes en los cuentos que tanto disfrutaba cuando era menor. Me encantó su forma de pensar, pero admito que no dejaba de molestarme encontrar puras cadenas que debía borrar sistemáticamente, así que le pedí que dejara de mandármelas a mí. Lamentablemente, este acercamiento más directo tampoco funcionó, pues debe incluirme si ha de cumplir con el mínimo de personas a las que debe reenviarlas.

Estos días ha dejado la computadora a un lado, así que las cosas andan más tranquilas. Pero el asunto me hizo pensar en las cadenas en general. Averigué que este asunto de reenviar mensajes tiene más de setenta años de antiguedad, y la información que había en ellos no es muy diferente de la que ahora circula por la Web. Pueden llegar a ser realmente molestos, especialmente si se reciben en grandes cantidades y regularmente, pero también son una forma interesante de estudiar la conducta humana, de lo que son capaces de creer y hacer. La credulidad de las personas ha disminuido con el paso de los años, pero hay cadenas con mensajes bastante persuasivos que pueden hacernos pensar dos veces sobre contestarlos o no.

No sé qué suceda los siguientes días, si mi hermana seguirá reenviando cadenas o no, pero me alegra que lo haya hecho con suficiente regularidad estos días. De lo contrario no me habría interesado por el tema ni lo hubiese visto como una potencial forma de analizar en pensamiento humano, como ya debe estarse haciendo. En fin, tal vez pueda yo pueda aportar algo.

1 comentario:

Anarela Silvera dijo...

Todos tenemos con lidiar con esas horrorosas cadenas que te venden suerte y prosperidad, suele sonar tonto e ingenuo que una persona las reenvie por miedo a la maldición que advierte si no lo haces... Bueno yo nunca las reenvio y a ningun ser querido lo atropelló un carro ni creo tener mala suerte :) Saludos! Anarela! Buen hallazgo...

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