domingo, 10 de agosto de 2008

Una palabra para quien quiera escucharla


The meaning of life is to give life meaning
Go too fast, move too slow
Restore the balance between thinking and feeling
Open up and let it flow

-- The sixth extinction, de Ayreon


En este momento solo puedo decir una cosa y solo una, nada más que una palabra que tal vez quede inmortalizada en la mente de quien la escuche o quizas se pierda para siempre sin ningún deseo de trascender las barreras del tiempo. En realidad no lo sé, como tampoco sé tantas otras cosas por las que me devano el cerebro pensando y repensando, analizando y calculando, todo con el único propósito de entender. ¿Entender qué? Pues todo, o tal vez solo las cosas importantes de la vida. ¿Y qué es importante si no todo? No lo sé.

Es solo una la palabra, pequeña en comparación con el resto del mundo en el que existe. Una palabra indudablemente repetida antes, de lo contrario no la conocería ni yo ni nadie más, por lo que ya guarda cierta de esa inmortalidad de la que hablaba líneas arriba. Quiero descifrar una o mil cosas, comprender los secretos del mundo una vez descubiertos, y nada de eso puede resultar posible sin antes saber quién soy o por qué soy. Y esa es la explicacíón última de por qué considero que para comprender el universo, lo externo, es necesario buscar la respuesta en uno mismo.

En este momento, por unos segundos, casi olvido lo que quería decir. A veces puedo irme por las ramas, e incluso más allá, entre senderos arbolados y valles olvidados en los lugares más transitados del planeta. Porque no es una sorpresa que muchas maravillas se escondan frente a nuestros ojos, ojos que olvidan observar los detalles y solo miran la gran pantalla, la generalidad que solo te da cantidad y no la muy codiciada calidad. El humano y sus interminables clasificaciones con el fin de optimizar dejan burbujas de aire en donde nos escondemos quienes no queremos ser encontrados, así como esos escurridizos secretos.

Ahora he podido pensarlo mejor, le he dado un par de vueltas más y puedo decir con seguridad que la palabra que me urge pronunciar, la palabra que llevo tan cercana al corazón que palpita junto a él, no puede aparecer aquí. Tengo mil razones para no decirla, pero tan solo basta una, tal y como solo es necesario retirar una carta de un castillo de cartas para que todo se venga abajo. O como tener un polo en condiciones pristinas; una sola gota de vino o de café basta para considerarla manchada. No obstante, se ha de tomar en cuenta que tanto las razones, como las cartas y las manchas pueden salvar vidas (o mejorarlas), así que no me echen mal ojo, algo bueno puede resultar de mi silencio. In any case, I won’t remain silent forever.

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