jueves, 25 de septiembre de 2008

El laberinto sin paredes más pequeño del mundo


You think you know what is better for me
Holding me lectures of how I should be
Shrugging my shoulders I leave you behind
Anyway I look at it you are blind

-- I walk to my own song, de Stratovarius



Escucho las cadenas que me atan a esta realidad, siento el escozor del metal en mis muñecas cada vez que intento soltarme de esta prisión sin fronteras. No hay paredes visibles, solo un espacio abierto que me llama, que me tienta, que me susurra palabras de libertad, pero de nada sirve desear lo que no se puede tener; a menos que se use como motor, como impulso respecto de nuestras acciones siguientes.

Si la sabiduría dota a los hombres de un saber acerca de los principios de las cosas y de los principios de los principios, dónde nos deja la ignorancia a todos los hombres del común. ¿Más cerca de la Tierra o del infierno? La inteligencia es prisión suficiente para aquellos que no pueden usarla en la resolución de sus problemas emocionales, ya que por muy sabio o inteligente que se sea, no se podrán resolver los pesares del corazón mas que con el corazón mismo.

Y si miras atrás, hacia el comienzo de tu travesía, verás lo que te ha hecho lo que eres y hasta tendrás el deseo de regresar. No lo hagas, no hay razón para retornar a nuestros inicios cuando la meta se encuentra adelante; no obstante, eso no significa que no podamos entretenernos en el camino que hay de por medio y que, en definitiva, tendría que ser lo más valioso, incluso más que el fin mismo. Somos lo que aprendemos, y aprender es todo un proceso, no un estado que se alcanza de un momento a otro. Aprendamos, entonces.

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