And when the broken hearted people
Living in the world agree
There will be an answer, let it be
For though they may be parted
There is still a chance that they will see
There will be an answer, let it be
-- Let it be, de The Beatles
Y así es como el círculo se cierra, como la vida regresa a como empezó, como el río encuentra un océano en el cual depositar sus aguas repletas de “experiencias” arrastradas a lo largo de su recorrido. Todo una vida reducida a un solo propósito, abrumador pero necesario; es así porque el mundo necesita una meta, algo que los empuje a seguir viviendo y no rendirse, algo que signifique su mayor felicidad, algo por lo que valga la pena esforzarse y decirse vivos.
Sangrar es una opción, pero por más que ese liquidillo rojo que surca dentro de nosotros suponga vida, el acto de seguir hacia adelante es prueba suficiente de la capacidad humana de hacerse mejor y de mostrarse vivo. Es como montar bicicleta por lugares que se saben peligrosos y cubiertos de riesgo: la atracción del riesgo es inmensa, la fragilidad de la vida lo es aún más, y la relación entre perder una a costa de la otra torna esta actividad en una de las pruebas más fehacientes de una vida encaminada a la consumación de todas las metas posibles por lograr.
Un choque, una caída, un mal pedaleo, un raspón en el cuerpo; todos símbolo de vida, todos muestras del esfuerzo dirigido hacia la cúspide. La muerte es opción del cobarde, pero si se sabe encaminar ese riesgo, se sabrá luchar con más ahínco por lo que se busca con el corazón. Es cuestión de seguir pedaleando y esquivando los “carros”. Si se logra, se valorará más. Cada día es la oportunidad de vencer o ser vencido, y cada día es la victoria conseguida de antemano si se elige no dejar de seguir luchando. Y esa es la única opción.
[Esta es una de esas canciones por las que me alegra que exista la música]
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