sábado, 20 de septiembre de 2008

La llave perdida (quinta parte)


Oh I love you, maybe?
And I hope it goes away
Oh, how I want you daily
Tell me now that...


-- Last drop falls, de Sonata Arctica



Ya ves, entonces, que el ángel era artífice de su propia desgracia. ¿Pero qué desgracia era esta? Aquella por la cual la primera pluma cayó a la Tierra, la primera emoción que lo hizo tocar suelo y que desencadenó una serie de emociones subsecuentes:__________ No, me temo que no es tan fácil como crees, no soltaré las respuestas a diestra y siniestra como si tu propia persona no estuviese en la total capacidad de resolver las intrincadas (y no tan intrincadas) señales que van apareciendo a la largo de mi relato. Es hora de que uses tu propia cabeza, si tienes una, y descifres el mensaje entre líneas utilizando toda la información que te he procurado. Una vez que creas tener las cosas claras y en orden, continúa leyendo; de lo contrario, no lo recomiendo.


Es por esa emoción, por ese sentimiento, que aquel ángel (que evidentemente tiene poco de ángel, si se toma en cuenta que es solo una metáfora) se vio forzado a descender de los Cielos y convertirse en un humano más del montón de humanos comunes y corrientes (sin querer ofender a nadie). El punto es que estuvo aquí, parado como lo estás tú ahora, con la mirada hacia arriba y con una expresión “cabizbaja”. Y ese punto rojo, por el que toda esta historia se desarrolla, no es más que una gota de entre las miles de gotas que cayeron de su corazón en formación. Y ahora ves que metros más adelante hay otro punto, y más allá otros más, y así por muchos kilómetros, pues su corazón, hasta donde tengo entendido (y hasta donde me he mantenido informado), aún no logra su entera conformación. Es por ello que manchas pequeñas, casi imperceptibles como la que tienes al frente seguirán pintando esta realidad; suponiendo que el “ángel” siga con un corazón incompleto.

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