viernes, 30 de enero de 2009

El miedo en carne viva


Creí que las cosas ya andaban suficientemente mal como para no llegar a un punto en el que la incomodidad y la frustración pudieran sofocarme más, pero me equivoqué, ¡y de qué manera! 

Ya la noche anterior había sido lamido por la impotencia, por lo que no es de extrañar asuntos como los que acontecieron esta mañana, pero el terror (sí, terror) se apoderó de mí en tal vastedad que literalmente empalidecí, ahogué gritos de desesperación y hasta pensé en lo peor, en la última salida, en que la locura al fin me había alcanzado. Lamento para mis adentros no poder descartar esta posibilidad, pues una vez que entré a la ducha, noté que sobre mi hombro y brazo izquierdo habían sangrientos cortes curvilíneos y hechos como al azar, como buscando a la deriva por un poco de carne para "morder".

¡¿Qué mierda me ha pasado?!
¡¿Qué carajo ha sucedido para que despierte con tremendas marcas?!
¡¿Qué puedo pensar en medio de mi ciego desconcierto?!

Ya he despertado con heridas antes, con cortes minúsculos seguramente infligidos por la almohada o algún objeto entre las sábanas, pero nunca en mi vida he regresado del mundo de los sueños con once rayas rojas y profundas que me sugieren tantas miles de cosas a la vez que no puedo mas que ser derrotado por la furiosa incertidumbre que suponen. Tengo miedo, primera vez en mi vida que siento el terror en cada espacio de mi cuerpo e incluso mente; no sé qué hacer, a quién recurrir o cómo vivir.

De entre tantas posibilidades, me quedo a solas con dos, ninguna con siquiera una pizca de tranquilidad, solo paranoia en cantidades ingentes. La primera me acerca a acusar a una de las personas con las que duermo, a alguno de mis aparentemente inofensivos compañeros, pero ello me lleva a asumir que dormía de manera muy profunda como para no sentir dolor mientras escarbaban en mi piel con sabe quién qué objeto. La segunda, la peor alternativa, me lleva a una persona que no consideraría capaz de hacerme algo como esto, a mí mismo, a mi propio ser, a mi insospechado inconsciente.

Siguiendo con la idea de que pude haber sido yo mismo, la incógnita que sobresale de entra las demás es "¿por qué diablos me hice eso?", y le sigue "¿cómo lo hice sin darme cuenta o sin siquiera recordarlo?". Sin duda con esto quedaría afirmada la frase "no hay mayor enemigo que uno mismo", pero valga decir que no me ayuda en nada pensar así, especialmente porque me vuelve vulnerable a mentalizarme con alguien sin capacidad de controlarse a sí mismo, alguien que puede ser capaz de hacer lo que sea y borrar recuerdo alguno de la acción hecha. Muchas ideas me impulsan a decidir que no pude haber sido yo, pero debo admitir que es más el miedo a descubrir que esas heridas fueron hechas por mi propia mano que elijo descartarme como sospechoso. No sé qué pensar.

No hay comentarios.:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails