sábado, 31 de enero de 2009

Victimario sin condena


Sigo en busca del lastimero individuo que osó dejar marcas en mi piel, pero las pistas se han desvanecido y he quedado con meras suposiciones que de nada me ayudan a solucionar este asunto. Sigo como principal sospechoso (y sigo negándolo para mis adentros), pues soy consciente de que la frustración tiene muchas formas de manifestarse, pero me duele pensar que sea capaz de dañarme de tal manera, y además sin tener noción de ello.

Anoche sucedió algo de lo que me siento muy culpable y arrepentido, quizás una pequeña evidencia que me enmarque como autor del crimen del día anterior. Admito que no ha sido una buena semana, que me he visto en muchas encrucijadas o que he tenido pensamientos revueltos que no han hecho más que confundirme y llevarme por caminos insidiosos que han terminado por dañar mi caparazón emocional de manera tal que me en este momento me siento en total indefensión, casi a punto de rendirme y sucumbir a la pesadilla en la que me veo envuelto. Pero ello no me excusa, solo me explica.

Tuve un sueño bastante frustrante, uno de aquellos en los que quieres algo con todo tu corazón pero algo (o alguien) se pone en medio y limita tu capacidad de conseguirlo. En este caso particular, se trataba de alguien, una persona que prefiero mantener en el anonimato por seguridad suya y mía (más mía que suya), y que me obligó a llevar a cabo una de las acciones que más detesto pero que no dudaría en poner en acción si las circunstancias me lo exigen y hasta imponen: violencia. 

Antes de continuar, debería agregar que, como somos cinco personas las que dormimos en un cuarto con dos camas y una comodoy, intercambiamos los lugares para dormir diariamente de manera que una persona puede descansar sola una noche cada dos de ellas. Valga decir que esta noche yo dormí acompañado, lo cual no benefició en ningún sentido a quien dormitaba a mi lado, ya que recibió lo que solo en mi sueño debió haber sido infligido. Soñé que golpeaba a esta persona anónima (persona distinta a la que estaba en mi misma cama, por si las dudas), y en el mundo real llevé a cabo la acción, directo al hombro de mi compañero, quien se sobresaltó inmediatamente y preguntó qué había sucedido.

Me apena tremendamente que se haya visto envuelto en uno de mis tantos sueños llevados a la realidad, pues no es primera vez que golpeo en sueño y en vida, solo que esta vez mi puñete fue frenado por un cuerpo de carne y sangre y no por una almohada inconmovible. Me he disculpado más de cuatro veces por aquel incidente, pero sigo sintiéndome mal por involucrarlo en la tumultuosa marea que es mi vida emocional actualmente. Aunque suene dramática la forma en que lo digo, es esto lo que realmente siento; odio involucrar inocentes en una lucha personal, especialmente si es conmigo mismo. Hoy me toca dormir solo, lo cual me deja como única víctima posible de mis ataques nocturnos; espero pasar una noche tranquila, realmente la necesito.

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