domingo, 26 de octubre de 2008

1-Malabares en la oscuridad (No confíes en mí)


I know me better
I won't be as bitter
In my own heaven
I'll be gone forever
Won't fall back never
I won't crack ever
Won't look back never


-- Dead promises, de The Rasmus


Y no me gustaría que esto se volviese una confesión más que una conversación entre dos personas medianamente inteligentes con algo que decirse y poco tiempo para hacerlo, ¿me entiendes? Si estamos aquí es por alguna razón, una que desconozco y que tal vez tú puedas saber, pero abstente de dármela si es así; prefiero vivir estos momentos en la ignorancia y darle mis propios significados al mundo que nos rodea. ¿Te parece si comenzamos conmigo? Perfecto.

Como habíamos acordado, no mencionaré mi nombre y tú tampoco tendrás que hacerlo con el tuyo. Sin una presentación de por medio, solo me queda comenzar por el principio. “¿Qué sucedió con mi vida?” es la pregunta, y de más está mencionar que los caminos que llevan a la respuesta no son fáciles de transitar; ¡mierda!, suficiente tengo con hallarlos. Digamos que, reduciéndolo todo a unas cuantas palabras, tomé las decisiones equivocadas y, cuando no fue así, me dediqué a hacer de las correctas las peores elecciones. Así que es plausible llamarme “la artista de mi propia desventura”, si quieres.

“¿Qué estoy dispuesta a llevar a cabo para solucionar mis problemas?” es la siguiente. Lo que sea. Sí, lo que sea. Si debo hacer sacrificios para enmendar mis errores pues los haré. ¿Qué dices? No, difícilmente llevaría a cabo eso, muy a pesar de lo que acabo de decir; nunca podría cargar con el peso de una acción como aquella, nunca. Pides demasiado. Ponte en mi lugar, ¿lo harías tú?, ¿asesinarías a tus seres queridos si ello supusiera tu salvación? ¡Es impensable! Siguiente pregunta.

“¿Cómo me veo de aquí a diez años?,” preguntas. Veo una mancha, una silueta borrosa que aumenta en opacidad mientras más trato de posar la mirada sobre ella, haciéndome la tarea de imaginar el futuro prácticamente imposible. No me veo de aquí a diez años, no tengo idea de qué seré o en qué me habré convertido; tan solo se me ocurre lo peor, y es por ello que prefiero callar y dejar que el tiempo pase como debe. Ya me tocará vivir esa parte, así que no hay por qué apresurar las cosas.

Viendo que no hay más preguntas, y antes de cederte el turno, quiero agregar dos cosas más si no te importa. Al inicio se dijo que no sería una confesión, por lo que no debes sentirte obligado a decir más de lo que quisieras, solo lo necesario para entender en qué calamidad te encuentras, así como yo lo he hecho hasta el momento. Por último, es imperativo que sepas que este escrito será quemado una vez que hayamos reflexionado sobre él tanto como nos sea posible, así que no temas, nadie más que yo sabrá de esta conversación; confía en mí. Muy bien, tú turno.

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