viernes, 3 de octubre de 2008

Cicatrices de la vida

Shades of sun in my head

Blistered skin turning red

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-- Scars, de Fuel

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Mañana tras mañana despierto con nuevas marcas en mi piel, generalmente en mis manos y brazos (a veces en los pies), finas líneas formadas por las costras producto de heridas que, imagino, fueron inflingidas inconscientemente y de maneras que desconozco. No encuentro rastros de sangre ni en las sábanas ni en la almohada, lo que me hace pensar que no hay un verdadero sangrado o, si lo hay, no es muy profuso.

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Esto me recuerda una idea que me dieron alguna vez, relacionada a las cicatrices. Las heridas físicas suelen dejar marcas, algunas temporales y otras permanentes, algunas visibles y otras internas, pero las dejan de una u otra manera. Por el contrario, las emocionales (que a mi parecer son más dolorosas que las físicas) no dejan rastro de su existencia, al menos aparte de la conducta expresada subsecuentemente por el individuo. Entonces, teniendo en cuenta esto, ¿cómo nos veríamos los seres humanos si esas cicatrices emocionales se plasmaran en nuestra piel, si se hiciesen evidentes en todo nuestro cuerpo y se mostrasen como el mapa de nuestra vida?


Como decía, esta idea me vino a la cabeza luego de evidenciar heridas en mis manos, brazos y pies que no parecían ser ocasionadas por nada físico (o, en todo caso, nada físico de lo que yo fuese consciente). Evidentemente, no pienso que de aquí a unas semanas este “fenómeno” se disemine y mi cuerpo entero presente estas marcas, pero juego con la idea de qué pasaría si fuese así, si todos también las tuvieran. Qué extraño mundo sería, y qué sufridas serían las personas; pienso, también, que hasta podría existir algún tipo de competencia respecto a quién tendría más cicatrices. En fin, es un tema al que realmente no le doy muchas vueltas, sino que solo se me ocurrió compartirlo

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