viernes, 24 de octubre de 2008

Entre el caos, la desesperación y la felicidad


I don't know what's worth fighting for
Or why I have to scream
I don't know why I instigate
And say what I don't mean
I don't know how I got this way
I know it's not alright
So I'm breaking the habit
I'm breaking the habit
Tonight

-- Breaking the habit, de Linkin’ Park


En medio del desahogo y del peso con el que se amanece diariamente, es como un grillete atado a la almohada sumado a una voluntad frágil y maleable que se deja llevar sin más. Nada es más frío que el mundo de allá afuera, el mundo que se mantiene más allá del alcance de los brazos y que se evita hasta no poder más, hasta sufrir los peores males imaginables. ¿Exagera? Muy probablemente, pero para aquellos que viven en el infierno hablar de calor es cosa del día a día, así que nunca se puede estar seguro.

Vivimos en la mentira y de mentiras, promesas incumplidas que solemos escuchar una tras otra y a veces hasta las mismas, pero ya por cansancio ya por frustración dejamos de decir algo. Dale a un hombre una caja con todos sus miedos en ella y pídele que la arroje al abismo que es el fin del mundo; ¿realmente crees que lo hará? Y hay quienes dicen que para probar la fortaleza de un hombre no hace más falta que propinarle golpes y golpes; la diferencia radicaría en la cantidad de ataques que aguantaría antes de dejar de levantarse.

Llama a Insensibilidad y pídele que traiga un poco de su carácter inconmovible con el fin de untárnoslo por todo el cuerpo y caminar por el mundo sin más miedo, sin emociones. No, no hace falta. El tiempo apremia y no tendría que faltar mucho para ver cómo la fobia de nuestras fobias se manifiesta ante nosotros y nos muestra lo que tenemos por dentro, esa sustancia gelatinosa y pegajosa de color negro, eso que con sonrisas robadas llamamos alma. La esencia de nuestro ser se desbordará y traerá consigo esa pesadilla que lleva atormentándote por tanto tiempo; ¿puedes verla?

Y la luz naranja se desvanece con el armonioso canto de buitres ansiosos. ¿Puedes ver el futuro?, ¿puedes sentir lo parecido que será al pasado? Y de pronto nada es más peligroso que uno mismo, atrapado junto a la última persona con la que se querría estar, pero a veces los gritos desesperados no son escuchados, y cuándo sí llegan hasta los oídos de algún individuo neutro, la probabilidad de que esté dispuesto a ayudar es casi nula, así que no te molestes y deja de perder el aliento. Piensa en cada una de las siguientes palabras que pronuncies como un regalo de mi parte; podría matarte, pero sería muy fácil para ti.

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