Run, run, the past is gone
It cannot be undone
It cannot be undone
Run, run, the future is here
Our fate is drawing near
Our fate is drawing near
-- Across the rainbow bridge, de Ayreon
Hoy aprendí que ya no puedo leer sentado en el jardín, a menos que sea una novela o un texto especialmente entretenido. De hacerlo, resaltan dos opciones: o me quedo profundamente dormido o me acomodo tanto (en vano) que presto más atención a mi postura que a las letras que componen lo que leo. Una mesa y una silla, y listo.
Hoy aprendí que me conozco más de lo que pensaba, o de lo que quería creer, quizás por miedo a saber de antemano que soy responsable de cada uno de mis actos justamente porque sé cómo actúo. Pero el conocerse no debería implicar miedo, sino satisfacción, ya que van quedando menos misterios por reconocer en uno mismo. Bueno y malo a la vez, parece.
Hoy aprendí que una sonrisa, incluso la de un desconocido, tiene la extraña propiedad de aclarar el día más oscuro y de hacernos sonreír de vuelta. Es casi como un acto reflejo, como si el ser humano estuviese programado para responder involuntariamente a un gesto que expresa regocijo con otro gesto similar. ¿Puede ser?
Hoy aprendí que es muy difícil confiar en las personas después de que han dicho o hecho cosas que directa o indirectamente nos dañan, pero lo aprendí empíricamente y no en base a lo que pude haber escuchado o visto de otros. Qué difícil es ganarse la confianza de alguien y, sin embargo, que fácil es perderla. Lo hecho hecho está, me temo.
Hoy aprendí que los caminos de la vida son serpenteantes y tienden inexorablemente a cruzarse con los de otros, pero nunca, por más que así lo parezca, se verán truncados u obstaculizados sin posibilidad de seguir avanzando. El truquillo es no dejarse vencer por las derrotas y buscar nuevos retos, nuevos sentidos, nuevas experiencias. Hay tiempo, siempre lo hay.
Hoy aprendí que es muy reconfortante llegar a un hogar en el que te espera alguien, especialmente si es muy querido y que comparte su cariño contigo. Vivir solo me hará bien en muchos sentidos, aquellos en los que me cuesta más desempeñarme, y regresar a un hogar solitario será la prueba más grande que tendré que aprender a superar. ¿Cuánto falta?
Hoy aprendí que después de un día como hoy llega un día como mañana, lo cual es demasiado redundante (extremadamente), pero tras esa frase nada creativa se halla una idea moderadamente rica en contenido: cada día es un nuevo comienzo, oportunidad de ver las cosas con una segunda mirada y decir algo parecido a “qué suerte tengo de estar vivo”, y luego entender que no se trata de suerte, sino de voluntad. Es un “quiero vivir” voceado desde lo profundo del ser.
Hoy aprendí que me conozco más de lo que pensaba, o de lo que quería creer, quizás por miedo a saber de antemano que soy responsable de cada uno de mis actos justamente porque sé cómo actúo. Pero el conocerse no debería implicar miedo, sino satisfacción, ya que van quedando menos misterios por reconocer en uno mismo. Bueno y malo a la vez, parece.
Hoy aprendí que una sonrisa, incluso la de un desconocido, tiene la extraña propiedad de aclarar el día más oscuro y de hacernos sonreír de vuelta. Es casi como un acto reflejo, como si el ser humano estuviese programado para responder involuntariamente a un gesto que expresa regocijo con otro gesto similar. ¿Puede ser?
Hoy aprendí que es muy difícil confiar en las personas después de que han dicho o hecho cosas que directa o indirectamente nos dañan, pero lo aprendí empíricamente y no en base a lo que pude haber escuchado o visto de otros. Qué difícil es ganarse la confianza de alguien y, sin embargo, que fácil es perderla. Lo hecho hecho está, me temo.
Hoy aprendí que los caminos de la vida son serpenteantes y tienden inexorablemente a cruzarse con los de otros, pero nunca, por más que así lo parezca, se verán truncados u obstaculizados sin posibilidad de seguir avanzando. El truquillo es no dejarse vencer por las derrotas y buscar nuevos retos, nuevos sentidos, nuevas experiencias. Hay tiempo, siempre lo hay.
Hoy aprendí que es muy reconfortante llegar a un hogar en el que te espera alguien, especialmente si es muy querido y que comparte su cariño contigo. Vivir solo me hará bien en muchos sentidos, aquellos en los que me cuesta más desempeñarme, y regresar a un hogar solitario será la prueba más grande que tendré que aprender a superar. ¿Cuánto falta?
Hoy aprendí que después de un día como hoy llega un día como mañana, lo cual es demasiado redundante (extremadamente), pero tras esa frase nada creativa se halla una idea moderadamente rica en contenido: cada día es un nuevo comienzo, oportunidad de ver las cosas con una segunda mirada y decir algo parecido a “qué suerte tengo de estar vivo”, y luego entender que no se trata de suerte, sino de voluntad. Es un “quiero vivir” voceado desde lo profundo del ser.
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[Como me ha sucedido con otras canciones en otras ocasiones, esta en particular me ayudó en la parte inspiracional para escribir este post.]
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