martes, 24 de junio de 2008

Muy tarde para el perdón


Help me if you can, I'm feeling down,
And I do appreciate you being 'round.
Help me get my feet back on the ground.
Won't you please, please help me?

-- Help, de The Beatles


Qué difícil es ser alguien para los demás, dedicarse a ayudar a personas que no se conoce (al menos al principio) y que dependen tanto de uno que el más mínimo error de nuestra parte puede suponer una tremenda calamidad (aunque, claro, es relativo). Es como ser un doctor y caminar con la calle con la bata blanca puesta; una persona se accidenta y la responsabilidad recae sobre él, al igual que todos los dedos que responden a la pregunta “¿quién puede ayudar?”. Pero esta situación también es relativa, pues no se ven muchas personas con bata blanca caminando por la vía pública, y los hay doctores que pueden hacerse de la vista gorda y pretender que el problema no les concierne y, por lo tanto, no tienen por qué ser parte de la solución.

Qué difícil es, pero muchos piensan en la enorme ventaja que se hiergue por encima del perjuicio: poder. En nuestras manos reside el bienestar de la persona, y cada uno decide qué hacer con ella entrando en juego muchos puntos, como la ética y la moral, por ejemplo. El poder para hacer algo no significa que debamos hacerlo; el tío Ben lo dejó bien en claro, y de nada sirve repetirlo. ¿Por qué existen personas que gustan de ayudar a otras, incluso cuando no hay ningún beneficio para ellas? Es extraño, y van contra la naturaleza humana (es propio de los humanos cuidarse primero de sí mismos y luego de los demás, ser egoístas), pero existen y deberían ser admiradas, no solo por el hecho de actuar de esa manera, sino porque rompen con la etiqueta de “humanos”. Si tal es el caso, tal vez sí exista un beneficio después de todo.

La mano del destino está en movimiento, y su dedo apunta hacia ti. Tú eres el indicado, el llamado a crear el cambio que pocos esperan y que todos quieren, el que convertirá esta vida en algo menos llevadero, algo más complicado, por el bien de todos. La vida es demasiado fácil de vivir, es solo que nosotros mismos la complicamos y apenas puedo atreverme a adivinar el por qué de esto. Así que complícanosla, hazla más díficil de soportar; quizás entonces aprendamos a no querer más de lo que podemos manejar. ¿Qué tienes en mente?

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