jueves, 26 de junio de 2008

Trente


Yesterday I saw a light moving fast across the sky
Now I see a glow, left and right
Stars are falling down tonight, I fear...
And the pouring rain, eating my green grass
Leaving a stain
Never healing back to be the same

-- Destruction preventer, Sonata Arctica

Silenciosamente cae dormida y tarda unos minutos en comenzar a soñar. La tranquilidad en la que se encuentra esconde el tormento que vive día a día, aunque ella misma sabe cuán exagerada puede llegar a ser si se le permite, así que poco vale cualquier descripción que se haga; caerá, como todas, en la hilera de mentiras que van apilándose para cuando deban ser usadas nuevamente. Está perdida en un paraíso personal, un mundo propio que utiliza en esos momentos que la vida comienza a serle un impedimento en la culminación de sus placeres. Y es que para ella solo existe eso: placer en su forma más bruta. Ahora tendida en la cama con los ojos abiertos y los senos al aire divaga sobre la tormenta que se avecina; sobre los problemas que van cayendo como las gotas que anteceden un diluvio; sobre los truenos que son quienes intentan ayudarla y a quienes retira con una violenta sacudida de cabeza. Ya no tiene sueño ni sueños, la vida se le pasa y lo único en lo que piensa es en cómo sobrevivirá, sola, indefensa, ¿feliz?

¿Realmente existe la felicidad o acaso es un constructo creado por el hombre como una meta por alcanzar, un eternamente inalcanzable límite? Solo podemos adivinar, o al menos opinar con ideas medianamente lógicas, pero la verdad yace demasiado alto como para poder alcanzarla; y las escaleras no sirven, solo nos alejan del suelo y hacen de nuestros pensamientos simples discursos soñadores que puede refutarse con la facilidad con que soplamos una pluma. Entonces, si apenas tenemos la capacidad de lanzar conjeturas que muy probablemente no atinarán a la verdad desde nuestra inferior posición, ¿qué otro recurso nos queda en la búsqueda de la explicación de la felicidad? Podemos referirnos a hechos, experiencias personales altamente subjetivas y no siempre muy confiables, pero una vez que hiciésemos eso perderíamos la intersubjetividad que supone la explicación de un fenómeno tan complejo. Así que debe bastarnos con creer o desconfiar, tratar de alcanzar o desistir, soñar o vivir.

Stars we have in great quantites, some bigger than others, some brighter, some worthless. Little dots which adorn that beautiful emptiness we call space, an infinite void that expands around us and, very possibly and at the same time doubtfully, inside of us. Have you ever felt there’s nothing inside you, empty? I might have, and I thinks it’s completely normal, another phase in an obsolete human being searching for greatness in the wrong places. Have you ever felt the stars move all over your stomache, that curious thing we insecurely call love? Those who consider themselves lucky enough to never have felt it are actually failing to see the wonders it produce, although they do save themselves from all the despair that love usually supposes. And have you ever felt you were destined for something bigger than what you’re aiming at? If so, it’s never to late to call to Destiny’s mobile phone and ask for a change of lanes, a change of route, a change of heart, a change of anything you desire. But changes are dangerous, so choose wisely before you venture into unknown territories. Life is unpredictable, and while this adds excitement to it, it also combines with reality to create problems; we’re never completely safe.

Y comemos paquetes de nueve morochas sin querer darnos cuenta, tal y como pintamos el mundo con los colores de la destrucción humana. Sí, esa destrucción que osa llamarse arte, arte de los insensibles, insensibles hambrientos de poder, poder para controlar a la gente, gente que se deja llevar por las palabras, palabras que solo sirven para mentir, mentiras que todos creemos por que nos da igual; igual es, ¿no? Parece que la ceguera está de moda. Y ahora todo tiene precio, tu casa, tu carro, tus servicios, tu familia; ¿qué hay de tu cabeza? Tal vez si te esforzaras, si estudiaras tanto como te exigen, si consiguieras a la mujer de tus sueños y si tuvieses 2.7 hijos perfectos serías feliz. Pero el ‘tal vez’ es muy engañoso, y de los engaños vivimos cual ratas en la basura, nuestro Edén, nuestro paraíso hecho polvito de chizitos fiesta. Me pica la mano, me duelen las orejas, el ojo se me cae y la sonrisa ya está gastada. Podemos criticar, pero ¿quién nos critica a nosotros? Pues nosotros mismos, como debe ser, como está planeado. Sino, mira.

Yo: ¿Por qué tiene que ser así?
Yo: Porque no podemos elegir cada vez que queramos. Las cosas no siempre se nos presentarán como esperamos.
Yo: ¿Existe posibilidad alguna?
Yo: Siempre existe posibilidad, siempre hay esperanza, siempre hay espacio para el optimismo. Cuando todas las puertas parezcan cerradas, acércate a cada una de ellas; nunca se sabe si olvidaron echarle llave a alguna.
Yo: ¿La esperas?
Yo: Sí, pero he perdido noción de las razones que me impulsan esperarla. Uno no puede detener el tiempo, eso lo sé de sobra, y menos aún retrocederlo, cosa que ya ni quiero; pero sí podemos proyectarnos en el futuro.
Yo: Entonces, ¿qué propones?
Yo: El camino de la vida no es solo uno, hay tantos como tú quieras que los haya. Así que ve por uno y diviértete, experimenta. Vive, en resumen.
Yo: ¿Y el perdón?
Yo: He aprendido que aquel que no perdona espera en vano, por lo que aguardo con los brazos abiertos.
Yo: ¿Tan seguro proclamas tu inocencia?
Yo: No soy inocente de nada, ni siquiera de vivir. Pero sé cuándo cometo un error y sé cómo disculparme. Y una vez hecho eso, el resto depende del resto.
Yo: Ahora entiendo.
Yo: Es que nada es seguro, ni siquiera la reacción ante palabras nunca pronunciadas o deseos sin pedir. El tiempo pasa, al igual que las personas que nos rodean. Y, aunque no es imperativo que nos movamos con ellas, tampoco es buena idea relegarse con los sucesos del pasado. El mundo se expande frente a nosotros, y las oportunidades están ahí para aprovecharlas o, si tal no fuese el caso, para crearlas nosotros mismos. Es cuestión de no hundirse, mover las piernas y ser feliz. Porque la felicidad sí existe, al menos para aquellos que creemos en ella y que vivimos para conseguirla. Y ya sé lo que preguntarás: “¿Cuál es el sentido de la vida?” Pues déjame decirte que no hay respuesta correcta. Cada uno le da el sentido que quiere. Así de simple, así de complejo. Mírate bien, y listo.
dIROLE

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