viernes, 18 de julio de 2008

Dímelo despacito


Y algún día verás
Que la vida es muy corta para llorar
Sé tú mismo, eso nunca nadie
Te lo podrá quitar


-- El espíritu del bosque (outro), de Mago de Oz



La voz me dice qué hacer, decir y sentir, pero no qué pensar; me gustaría no tener cuerpo, ser una mente a la deriba, o un náufrago en la isla las las vicisitudes, así nunca más estaría aburrido, sino siempre en constante compañía de las sorpresas. El suspenso, creo, es lo que nos hinca más fuerte que las respuestas negativas. Pero, de ser positivas, es la cucharada de azúcar adicional en el amargo café de las emociones.

Me duele el cuerpo, me duele tanto que ya ni lo siento; no camino, floto. Me siento como un hombre viejo, víctima del artrititis, tal vez peor. Y la palma de mi mano me observa, me muestra esa herida que más parece salsa de pizza y que aumenta el hambre; no duele, sabe rico. ¿Ya es la mañana o el sol decidió madrugar?

La voz, esa voz, sí, tú, ahí estás, y me hablas y te escucho y ¿qué hago? Tus consejos no suelen servirme, solo ayudas a confundirme más, como si yo mismo no hiciese un estupendo trabajo ya. Estás ahí, ¿no? ¿Por qué no te vas? Solo sabes hacer eso.

No hay comentarios.:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails