jueves, 17 de julio de 2008

Los elefantes también soñamos a colores

So the jewel of jeopardy
Shines with each dangerous step
So unsure of what we've become
What we have and what we have left...

-- Castles and dreams, de Blackmore’s Night


Esos puntitos rojos, sí, esos, adornan la línea de la vida y se muestran como un desgarrón, pero nada de negativo tienen cuando sacan a relucir lo que hay debajo, lo encubierto. Los sueños vuelven con su regularidad tan querida y más extraños que nunca, con nuevos significados y nuevos deseos, aterradores como nunca antes. Puedes verlos en todas partes, ni siquiera intentan escapar, y cuando entras a lo que parece ser una casa te elevas, flotas, subes hasta el piso que quieres, pero solo con el permiso de entrar a la primera habitación; abre una puerta prohibida y bienvenido al mundo de las pesadillas. Ahora agrégale una búsqueda, un objeto perdido (que en realidad simboliza algo o a alguien) en ese lugar, por lo que si deseas encontrarlo has de tener en cuenta que debes cruzar cada puerta. No sé, no llegué a hacerlo.


Es tan terrible como verse a sí mismo con vidrios en las manos. Inimaginable. Añádele un grupo de sicarios en busca de tu padre por realizar negocios que no agradaron a ciertas personas, y echále un par de motivaciones que te inlucran de una u otra manera a pesar de no quererlo. Así es como terminas con dos pedazos de vidrio en las manos, en la casa de un amigo que no conoces y que parece querer ayudarte, pero que al final te traiciona (como bien podías haber estado imaginando) y te da una máquina que te permite regresar al pasado inmediato solo para volver a vivirlo todo nuevamente, sin oportunidad de cambiarlo. ¿Suficientemente extraño?

Así son las cosas. A veces no podremos conseguir eso que deseamos tanto, es cierto, pero el punto es que intentamos. El dejar de intentar es fallar de antemano. Las inseguridades al tacho, donde serán mejor apreciadas, y las ganas bien dobladitas y metidas en el bolsillo de la camisa, al igual que la posibilidad de hacer el ridículo o quedar en vergüenza. No sé, dile adiós al orgullo y dale, ¿vale? La presión de una respuesta, LA respuesta; es lo que guía una vida, la garita de control antes de pasar al otro lado. “Hey, nunca te había visto por aquí. ¿Eres nuevo?” Sí, me acaban de hacer. “Pobre pavo”.

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