miércoles, 31 de diciembre de 2008

Maybe next time


Talking in English is way harder than I thought before I came to this country, especially because I need some lessons in the correct way in which I must pronounce some words. I understand it, but I don’t think the people I speak it with understand me quite well; I’m out of practice. Being a cashier at my workplace is helping me improve that skill, but there are a lot of things I still need to bear in mind in order to become better. I feel pretty lucky, because I’d be completely lost if it weren’t for all the years I studied this language, and now I know how much advantage I have over those who doesn’t speak it. Practice makes the master, they say.

martes, 30 de diciembre de 2008

dIROLE announces

I thought I should give this blog a twist, just for a few days and with the idea of making an experiment out of this. My friend Juvenal has been constantly telling me about how language influences the way we see the world, a fact I myself came to understand many years before and a few months back while reading some of the works of Wittgenstein. So, the thing is I’m going to be writing in English for a while, not really sure for how much time. I’ll try to add some posts in Spanish just so I don’t lose practice, so to speak. I already dream and think in English, so why not write in it?
dIROLE

lunes, 29 de diciembre de 2008

¿Lo que hace girar el mundo? ¡Jamás!


En este momento la atmósfera es de una tensión que no podría cortarse ni con un cuchillo (así de dura es), pues mis compañeros de cuarto, así como los del cuarto contiguo, acaban de llegar a un punto en el que el dinero se vuelve necesario. El hotel nos cobró la estadía semanal y muchos cayeron al suelo endeudados, por lo que tendrán que pagar esta y la siguiente semana a la vez, de lo contrario no podrán comprar comida. Mi situación es un tanto mejor, pero hasta que no vea que están en serios problemas, no saldré en su auxilio, de lo contrario podría verme en un embrollo gigante, el cual es tener a nueve personas pidiéndome préstamos. Solo queda esperar que el empleador nos abra la cuenta bancaria de una vez para poder cobrar el cheque. Estamos contando los días.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Bajo cero


Como hace unos días, estuve esperando una hora a que el bus pasara a recogerme del mall en el que estaba. Lo pesado no es esperar, pues tenía un lugar donde sentarme y alguien con quien conversar y mantenerme distraído, sino tener que soportar el frío invernal. Algunos días hace más frío que otros, pero la mayor cantidad de días es bastante fácil lidiar con él, ya que estoy o en el trabajo o en el hotel. Solo un día casi muero congelado, con la temperatura a 4° Farenheit (no sé cuánto es eso en grados centígrados, pero sé que es extremadamente frío). Dicen que se pondrá peor en los meses por venir, pero no es realmente un problema, sino una suerte, pues de seguro nevará, fenómeno que aguardo ansiosamente.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Un nuevo vicio a la vista


Hoy compré un XBOX 360 con el juego Guitar Hero: World Tour, y minutos después de hacerlo me detuve unos instantes y me dije “¿qué he hecho?”. Lo más seguro es que el tentador precio y las enormes ganas de tener esa consola me empujaran a realizar un acto del que en ese momento me arrepentí, pero del que ahora me siento a gusto. Me doy un poco de tiempo para jugar, sé que entorpecerá mis ratos de sueño y hasta, tal vez, se muestre como alternativa predominante al tener que elegir eso o ir a trabajar. El punto es no arrepentirse, así que no lo haré. Iré a jugar.

viernes, 26 de diciembre de 2008

dIROLE comenta

Por motivos de conexión, tiempo y disponibilidad me veo obligado a acortar los posts siguientes, y posiblemente me demore unos días en escribirlos. El Internet del hotel en el que estoy no es muy bueno, por lo que tengo pequeñas ventanas de tiempo para conectarme, y debido al agobiante trabajo que tengo llego demasiado tarde como para querer prender la computadora y despierto con el tiempo justo para comer algo, bañarme y salir de nuevo. Por suerte tengo un par de días libres a la semana en los que hago compras, leo un poco y mando mails, así que oportunidades aún las hay para seguir con el blog. Espero que esta situación mejore más adelante.

dIROLE

jueves, 25 de diciembre de 2008

Estrellas y sueños fugaces


Dancing on the path and singing, now you got away
You can reach the goals that you have set from now on, every day
There is no way you would go back now, oh no, those days are past
Life is waiting for the one who loves to live,
And it is not a secret?

-- Victoria’s secret, de Sonata Arctica


Ha pasado un buen tiempo desde que llegué a este país, y hay algo que ha rondado mi cabeza desde que puse el pie sobre el aeropuerto de Miami antes de viajar a Pensilvania: no he visto a ninguna chica (ni una sola) que pueda considerar despampanante, hermosa o siquiera de esas que te dejan lelo por un buen rato. Lo cierto es que no vine aquí por eso, a conseguirme una rubia y regresarme a Perú, pero al menos me gustaría ver a alguna chica que me demuestre que este país es mejor en cuanto a féminas se refiere.

Para empezar, en el trabajo, el prototipo de mujeres jóvenes es gordita, rubia y con lentes (a veces hasta con piercings; en la oreja), siendo muy pocas algo simpaticonas. Las dos más bonitas son delgadas y con cabello marrón, una alta y una baja, pero ninguna de ellas es especialmente hermosa, sino que sobresalen de entre las otras por ser diferentes. Las demás mujeres varían en altura, contextura y color de pelo, pero sobrepasan los cuarenta años.

El día que llegué a Pensilvania me llevaron directamente al trabajo para fotocopiar mis documentos y me presentaron a algunos de los empleados con los que trabajaría. Una de las primeras personas que conocí me deslumbró por su mirada, por sus ojos verdes, y luego por su manera tan alegre de saludarme y sonreírme, sin olvidar que parecía tener un muy buen cuerpo. La vi apenas por unos minutos, pero fue suficiente para recordarla durante días, hasta hoy, que la vi nuevamente después de casi dos semanas, y reconozco que no era tan bella como me pareció en un principio, aunque sí me parece atractiva.

Fuera del trabajo no he visto ninguna que salga de lo común o que sobrepase el apelativo de <>, aunque siempre prevalece el hecho de que no salgo mucho del área donde está mi hotel y apenas he ido a la ciudad una vez, por lo que sacar conclusiones sería muy apresurado. La única solución a este superficial problema es esperar y seguir viendo; ya veré a alguna belleza, como dos de mis amigos, que hace dos días fueron a uno de los restaurantes de por aquí y se toparon con la actriz Megan Fox. Los envidio.


[El mejor grupo.]

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Lluviosa Navidad


Hey now
Maybe you should just listen
Maybe you should stop talking for a second
Shut up
Listen to me

-- Alone, de Avril Lavigne


Creo haberlo escrito antes, pero lo diré nuevamente: las tradiciones y yo no nos llevamos bien. Esto parte del hecho de que las tradiciones suelen seguirse sin realmente tener una lógica particular (o al menos todas las que alguna vez he celebrado); podrán tener un sentido para las personas que la celebran, pero la celebración de esa tradición en sí tiene significados muy extraños y hasta absurdos. Por ello, yo podría celebrar Navidad, por ejemplo, vestido de payaso, viendo películas de horror y comiendo ceviche, siempre y cuando todo esto tenga algún significado para mí. No sé si me explico muy bien. A lo que voy es que las tradiciones me parecen inútiles en varios sentidos, muchos de los cuales intentaré escribir aquí.

Justo en estos momentos acabo de regresar del cuarto contiguo, en donde el resto de mis compañeros de viaje celebran los últimos minutos antes de Navidad. ¿Qué hago aquí solo? Pues celebro de la manera en que me siento más cómodo y feliz, solo; o, en todo caso, sin ellos. Creo que esta festividad tiene como fin celebrarse junto a personas con las que se desea estar, con quienes se quiere, y, honestamente, por ello me encuentro aquí. De estar en Lima, probablemente estaría en la casa de mi papá, pasando otra de esas Navidades incómodas de siempre (incómodas para mí, claro), en lugar de estar con las personas que más querría tener a mi lado, como por ejemplo a mi abuela, mi primo, mis hermanas y cinco o seis amigos, todos a quienes quiero mucho y con quienes me siento más cómodo y feliz.

Creo que la Navidad se trata de pasarla con los seres queridos, y ya cada persona puede irle agregando los significados que quiere. Por mi parte, me quedo con lo primero y, aunque me avergüence un poco decirlo, con los regalos, que en verdad han perdido parte de su significado. A veces he preguntado <<¿por qué se dan regalos en Navidad?>>, y la respuesta suele ser <> o un silencio de ignorancia. Personalmente, no tengo claro el sentido de los regalos; tal vez se relaciona con San Nicolás, con Papa Noel (también conocido como Santa Claus, inventado por Coca Cola) o con algún otro símbolo que desconozco. El punto es encontrarle una razón a la celebración, sea la que sea.

Más allá de que sea “enemigo” de las tradiciones, me gusta celebrar una que otra a mi manera, de la forma que más me divierte y que mejor la paso, lo cual de seguro hacen casi todas las personas. Por eso no me siento mal de estar solo en este momento, pues es mejor que estar junto a personas (tal vez no todos los del grupo) que les da igual si estás con ellos o no. Lo que sí me causa dolor es no poder estar con quienes me gustaría pasar Navidad, especialmente porque será la primera que pasaré por mi cuenta, aunque esto sea algo que haya querido desde hace mucho tiempo.


martes, 23 de diciembre de 2008

Lo dice todo


Now I've read the thoughts of philosophers,
The words of liars, who say that underneath I'm worthless.
Incomplete?

-- The art of life, de Queensryche


Quiero vomitar, pero mi estómago vacío se rehúsa, y lo peor de todo es que las náuseas llegan como olas, una tras otra en un frenesí sin final aparente; deseo la tranquilidad.

Quiero vomitar porque estoy cansado de ti, de tenerte tan cerca y no poderte golpear las veces que me gustaría; ¿cuándo te irás a la mierda y nos dejarás en paz?

Quiero vomitar, y el pasado apremia, aunque las voces del presente amarran y el futuro es desinteresado, con lo cual no hay más que escupir de a poquitos.

Quiero vomitar mis entrañas cuanto antes, decir adiós a esta tortura y cerrar los ojos antes de volverme ciego; ¿cómo se dice <> en ruso?

Quiero vomitar, quiero que se detenga, quiero vivir sin tus berridos y sin tu forma de ser; necesito fuerzas para soportar.

Quiero vomitar, eso antes que todo, pues de no hacerlo, tenlo muy por seguro, te voy a matar.


lunes, 22 de diciembre de 2008

Eres un asco


So what's the point of wasting all my words
If it's just the same or even worse
Than reading poems to a horse

-- Poem to a horse, de Shakira


¿Y qué mierda esperas que te diga si no es esto? Te tengo una confesión: te mentí, como bien debes haberlo intuido, pero en más cosas de las que podrías imaginar, y no pudiste ver a través de la máscara que usaba frente a ti, excepto ahora, que me muestro ante ti como no me he mostrado ante nadie, y entiendes hasta qué punto me has hecho llegar; no tengo más opciones, solo me queda la honestidad.

Y qué aberración que es la verdad, ¿no crees? ¿Cómo sería el mundo si todos la dijesen? ¡Qué desastroso lugar para vivir sería este! Pues, bueno, aquí estoy yo para dar el primer paso hacia esa nueva generación de personas que dicen lo que piensan, solo que esta vez lo hago para desahogarme y sacar toda la mugre que llevo guardada en mi interior y que mereces recibir por lo que has hecho. ¿Puedo comenzar?

Empezaré por lo básico: ¡No te soporto! Pensé que simulando amabilidad y cariño podría derretir la capa de hielo que sofoca tu corazón, pero no eres más que un alma perdida que juega con la gente y la usa para sus propias maquinaciones, sean las que sean. Y me engañaste, me hiciste creer que iba por buen camino, pero en realidad caminaba a ciegas hacia las fauces de la bestia.

Lo gracioso es que no te necesito, sino que es de la otra manera, así que, siguiendo con la honestidad, espero que tu dependencia termine por hundirte, y no estaré ahí para salvarte como las otras veces. Esta vez estás por tu cuenta, y te deseo lo peor, en serio que sí. Me quitaste todas las fuerzas una vez, y ahora que las tengo de vuelta, las usaré para vengarme por el pasado y añadir a ello una muy desagradable muestra del poco afecto que te tengo. Ojalá lo sufras como se debe, tal y como yo.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Oscuros rincones de la mente


Oh no I see
A spider web and it's me in the middle
So I twist and turn
Here am I in my little bubble
-- Trouble, de Coldplay



Entre comentarios y reflexiones, surgió un tema al que no le había dado mucha importancia y que ahora se me ocurre mencionar.

Es asombroso cómo podemos ir haciéndonos una idea de cómo somos en base a nuestras experiencias pasadas, las cuales explican, en parte, el por qué de la personalidad que poseemos. Toda esa idea del psicoanálisis de que la niñez temprana es momento crucial en la conformación de la psique es bastante cierta, al menos desde mi punto de vista y vivencias personales. Ello pude comprobarlo estos días.

Siempre he tenido nociones negativas de la gente antes de conocerlas realmente, es decir, me guío por cosas superficiales y pienso que tal o cual persona tiene cierta actitud nociva que me lleva a considerarla no digna de mi confianza. Lo curioso es que siempre me equivoco con estas primeras impresiones, siempre descubro que las personas que en un principio taché en realidad no son tan malas, e incluso he llegado a hacer amistades muy fuertes con algunas de ellas.

Todo esto me hizo dar cuenta de mi forma de pensar. ¿Por qué tener una idea tan negativa de las personas incluso antes saber cómo son? ¿Por qué pensar que sus miradas, risas o comentarios son sospechosos, burlones o hirientes, respectivamente? Es como si inconscientemente sintiera que el mundo entero está en mi contra y que me quiere hacer daño, lo cual, evidentemente (y conscientemente, de mi parte), no es verdad.

Haciendo un análisis pequeño y sin ahondar demasiado en mi historia familiar, sí admito que desconfío mucho de la gente antes de poder darme a conocer por completo, y hasta la ponga a prueba para saber que no me defraudarán. ¿Se lo merecen? Probablemente no. Otra cosa que reflexionaba es que tengo malos conceptos de las personas porque sé que me equivocaré, que serán mejores de lo que pienso y que sí vale la pena conocerlas.

No sé qué tipo de daño esté haciéndome o a los demás, pero estoy seguro de que se trata de mi niñez temprana, y de la forma en la que las personas en las que más dependía me defraudaban o me abandonaban. Y, claro, no trato de echar la culpa y librarme por completo alguna responsabilidad, sino que doy cuenta del problema y de su origen, los cuales son la base sobre la que buscaré alguna solución.


sábado, 20 de diciembre de 2008

Can I take your order?


My home was there 'n then
Those meadows of heaven
Adventure-filled days
One with every smiling face

-- The poet and the pendulum, de Nightwish



Sé que empiezo a sonar aburrido, pero intentaré que este sea el último post relacionado mi trabajo, al menos por un buen tiempo. Esta vez hablaré de los últimos acontecimientos, pequeños grandes cambios que le dan todo un vuelco a la primera impresión que tuve de las que serían mis labores.

Apenas llegué al trabajo, alrededor de las nueve de la mañana, me asignaron una caja registradora con cierta cantidad de dinero. Tuve que prender las parrillas, sacar salchichas, reponer cajas, panes, salsas, entre otras cosas, y me puse de acuerdo con la amiga que me acompañaba para intercambiarnos las labores, pero solo hasta que entendimos que cada uno estaría a cargo de un establecimiento, cada uno por su cuenta. La idea me encantó.

Elegí el lugar más difícil de los dos que teníamos para elegir, The Doggery, donde servimos salchichas, papas fritas y gaseosas, y pronto estaría lamentándome de esta decisión. Al principio fue fácil, solo debía seguir haciendo lo que hice los días anteriores, solo que esta vez tomaba la orden en la computadora y recibía y entregaba dinero. Pero más adelante me di cuenta de que entender los datos en la computadora (a pesar de ser pocos) y elegirlos en base a lo que pedían los clientes era bastante truculento, y las equivocaciones podían costarme el trabajo.

Cerca de las doce del medio día las cosas comenzaron a complicarse. Como no debo cocinar más de dos salchichas grandes y cinco o seis pequeñas, estuve entre sirviendo las que acaban de ser cocinadas y poniendo nuevas en la parrilla a la vez que atendía a la ola de clientes que iba llegando. Tenía que recibir a todos de la misma manera, hacer las mismas preguntas, trabajar en la caja casi de forma similar, y servir los pedidos de acuerdo a lo que ordenaban, así que la labor era algo mecánica, aunque llegué a un punto en el que me dije que debía parar por un momento. Felizmente llegó mi mánager y estuvo ayudándome un poco.

Este día me gustó porque las siete horas y media que trabajé lo hice casi por mi cuenta, con una responsabilidad bastante grande sobre mis hombros, lo que me demuestra que comienzan a confiar en mí con tareas más difíciles. Todo esto me gusta, pues ponen a prueba muchas de mis habilidades, especialmente la de comunicación, y sé que si sigo trabajando igual de duro y demostrándoles que soy eficiente (como ellos mismos ya me lo han dicho) lograré obtener un puesto más, tal vez en la cocina de Burger King y, de ahí, rumbo a mi meta, Starbucks, lugar al que ahora sé que sí puedo llegar si comienzo a ser más sociable. Tengo tiempo para hacerlo, y lo haré.


viernes, 19 de diciembre de 2008

Manos de mostaza


Ooh this could be messy and
Ooh I don't seem to mind

-- Hands clean, de Alanis Morissette


Me alegra decir que hoy fue mucho mejor de lo que esperaba, aunque al inicio hubo tensión de por medio. Tal vez mi malhumor de ayer no necesariamente se relacionaba con el trabajo, sino con algún otro factor de por medio, quizás uno en especial del que prefiero no hablar aquí por el momento.

Desperté tarde tanto por sueño como para no tener que lidiar con nadie desde tan temprano, lo que me benefició, pues todos salieron antes de que me levantara. Anduve solo toda la mañana, almorcé solo, pero ya en la tarde tuve que juntarme con los otros para que nos recogieran, aunque no les dirigí la palabra en ningún momento, a menos que me hiciesen alguna pregunta.

En el trabajo me sorprendieron con una buena noticia: mañana podré usar la caja registradora. Esto me alegró el resto del día, pues ahora veo que no somos empleados “mantequilla” o “de mentiritas”, sino que recién estamos siendo entrenados, por lo que voy entendiendo las cosas. Me gustó que me dejaran atender un pedido y manejar el dinero, más allá de lo complicado que puede ser si no se tiene práctica, así que estuve bastante motivado.

Nuestra supervisora de hoy era un poco más seria que la de ayer, por lo que la cadena con la que nos controlaba estaba algo más ajustada, así que debíamos ser un poco más autosuficientes y cargar con más responsabilidades. Sé que aún me falta mucha práctica, pero ya voy agarrándole el truco a todo el sistema de preparar comida y servirla; lo único en lo que todavía me veo algo deficiente es al comunicarme casualmente con los otros empleados. Definitivamente mañana comenzaré a hacerlo.

Enseñanza de hoy: no es buena idea lavar los contenedores de mostaza sin guantes.


jueves, 18 de diciembre de 2008

La frialdad incrementa


Don't feel you let 'em down
Cos they have already drowned
-- Drown with me, de Porcupine Tree


Definitivamente el peor día hasta el momento, por muchas razones y circunstancias, muy a pesar de que haya habido momentos agradables y hasta nuevos. En una palabra: frustración.

Después del desayuno comencé a andar solo, me fui hasta una tienda para comprar mi almuerzo, lo preparé en el lobby y cuando quise entrar al cuarto no había nadie y yo había olvidado mi llave, por lo que tuve que esperar afuera, hasta que las chicas del cuadro contiguo me dejaron entrar al suyo. Ya desde ese momento tenía la impresión de que las cosas no saldrían del todo bien.

Una vez que llegaron mis dos compañeros de cuarto (el tercero había salido temprano al trabajo) pude entrar, sacar mi celular y llamar a mi abuela y a Ale, mi ángel de la guarda. Fueron los diez minutos más relajantes y alegres del día, podría decirse, y lo que vino después fue una enorme caída. Minutos más tarde era recogido en una camioneta y llevado al trabajo, la especie de restaurante múltiple con cuatro tiendas, Starbucks, Burger King, y las dos en las que trabajé con dos compañeros, Hershey’s y Doggery.

Quise parecer animado al llegar, tal vez para dar una impresión de chico trabajador, ávido por trabajar y empeñoso, pero no podía, ya me sentía bastante cansado. Una de las señoras que ya trabajaba allí nos hizo un recorrido y nos fue enseñando cómo preparar las salchichas, y cómo servir las malteadas y helados. Una hora después, una chica llamada Hilary fue quien continuó con el entrenamiento. Era bastante animosa y extrovertida, pero, al notar que hacíamos demasiadas preguntas y aprendíamos muy lento, se fue cansando de repetir las instrucciones.

Más adelante llegó nuestro descanso de media hora, el momento cuasi-cúspide de este asqueroso día. Otra de las señoras encargadas, una bruja encarnada, nos trató como basura cuando intercambiábamos nuestros cupones de ocho dólares por alguno de los productos de Burger King. A mí en particular me trató mal, lo que casi ocasiona que reventase, pues me molestó muchísimo que tuviera esa actitud de “yo soy americana y, por ende superior; y ustedes unos sudamericanos que no son más que animales”. En lugar de amedrentarme y pensar como mis compañeros, tratar de evitarla o desear no volver a tratarla, me dije que haría lo posible por volver a hablar con ella y, de tratarme igual o peor, respondería a todas sus palabras. Realmente no estoy aquí para ser insultado de ninguna manera.

Estuve casi siete horas trabajando, una experiencia que no había tenido antes y que, honestamente, no quiero tener nuevamente. Lamentablemente, es mi obligación por los siguientes meses, y lo seguiré haciendo, pero me siento poco satisfecho con las labores que me han dado, me siento subestimado. Por otro lado, personas de mi grupo que no hablan ni la mitad de inglés que yo han recibido mejores puestos, no mejor pagados, pero más entretenidos o desafiantes. Mi meta es trabajar en Starbucks, el puesto más difícil y, posiblemente, más codiciado. Haré lo que sea por conseguirlo.

Lo peor del día ha sido “soportar a mis compañeros”, pasar más de siete horas a su lado. He ido desahogándome con chistes aparentemente inofensivos o con frases pasivo-agresivas, así que no los han sentido demasiado fuerte, pero ahora que ya estamos en el hotel, mi paciencia está como la temperatura, bajo cero. Empiezo a ser más conchudo, callado y quejón, pero nada de eso lo tomo como una actitud negativa, pues es mi manera de ir deshaciéndome de la creciente presión interna. Si no actuara de esta manera, lo más seguro es que comience a ser más molesto, egoísta e incluso malcriado, límites que no quiero cruzar pero que cruzaré si mis nervios no disminuyen.

En este momento necesito soledad, necesito silencio, tranquilidad, paz. Estoy harto de la gente que me rodea, solo quiero alejarme cuanto antes y ser libre. Ya dependen demasiado en mí en cuestiones de comunicación, lo referido a hablar en inglés o a entender ciertas cosas, así que el peso sobre mi espalda es más difícil de llevar de lo que parece. No sé qué pasará las siguientes veinticuatro horas, pero ya puedo prever que no serán muy alegres. Todo esto es un asco.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

Perdidos en Pittsburgh


Do you come from a land down under?
Where women glow and men plunder?
Can't you hear, can't you hear the thunder?
You better run, you better take cover

-- Land down under, de Men at Work


Hoy nos llevaron a un consultorio médico en el que nos tomaron un examen para determinar si consumimos drogas, nada fuera de lo común. Este habría sido un día como cualquiera los anteriores, un tanto aburrido, de no ser por una idea que tuve y que ayudaba darle sentido a mi noción de tener aventuras.

De por sí quería hacerlo solo, aventurarme en lo desconocido y salir victorioso, pero la precaución me impedía hacerlo, así que decidí compartir mi idea con los otros para luego llevarla a cabo por mi cuenta en otro momento, con un poco más de experiencia de por medio. En el lobby del hotel pedimos instrucciones de cómo tomar un autobús al centro de la ciudad, dispuestos a conocer un poco más del lugar en el que estamos viviendo.

El transporte público aquí es significativamente diferente que en Perú, ya que los buses no paran en cualquier lugar, sino únicamente en los paraderos autorizados, los cuales están marcados con un signo de “Bus Stop” y en ellos están escritos los nombres de las líneas que pasan por el lugar. Además, sólo pasan en horas determinadas, por lo que no se ven buses haciendo carreras por llegar a los paraderos primero, por ejemplo. Al principio tuvimos problemas al buscar el lugar donde debíamos esperar el bus, lo cual ocasionó que perdiésemos el que queríamos tomar; pero luego nos las arreglamos para subir al siguiente.

Algo que me gustó mucho del interior del autobús fue que hay una pantalla en la que sale el nombre de la siguiente parada, así que es fácil saber dónde se está. Algo excelente es que el conductor no se detiene en cada paradero a menos que haya alguien esperando el bus o alguien que jale un cable dentro del vehículo para bajar en el siguiente. Fue una experiencia divertida.

Una vez que estuvimos en la ciudad, además de congelarnos por el frío, estábamos algo desorientados porque no sabíamos a dónde ir o qué hacer. Comenzamos a dar vueltas por las calles buscando tiendas o lugares en los que pudiésemos distraernos. Estuve maravillado por la diferencia entre aquella ciudad con la ciudad de Lima, un disimilitud que apenas puedo describir, aunque no diría que una es mejor que otra, pues Lima me es más familiar y me conduzco mejor en ella. Al poco rato ya deseaba regresar, ya que no había mucho que hacer y habíamos ido algo tarde, teniendo en cuenta que aquí comienza a anochecer a las cinco de la tarde. Entramos a una tienda, compramos un mapa; luego fuimos a una especie de centro comercial; y, finalmente, tomamos el bus de regreso.

La experiencia me gustó en tanto me sentí muy cómodo desde el inicio, a pesar de haberme sentido algo confundido en las congestionadas calles, por lo que estoy más que dispuesto a repetir la experiencia por mí mismo, pero no sin antes revisar el mapa que compramos. Hubiese sido estupendo tener una bicicleta y recorrer la ciudad en ella, pero esta vez tendré que contentarme con caminar, sin olvidar que tengo la necesidad de sentarme en algún lugar y solo mirar a las personas pasar.


martes, 16 de diciembre de 2008

Paperwork


And through a fractal on a breaking wall,
I see you my friend, and touch your face again.
Miracles will happen as we trip

-- Crazy, de Seal


Hoy tuve lo más cercano a mi primera experiencia laboral, lo que vendría a ser el papeleo. Nos recogieron temprano y llegamos al lugar donde trabajaríamos, una especie de gasolinera con un centro de comidas rápidas, refrescos y dulces. Nos sentamos en una mesa, nos dieron un fólder a cada uno y estuvimos dos horas revisando las diferentes reglas y pólizas. Luego tuvimos un desayuno a lo norteamericano, hamburguesas con queso, y nos dieron un descanso para bajar la comida.

Hasta el momento todo andaba perfectamente, yo estaba bastante emocionado porque pensaba que nos harían tests psicológicos, pero pasamos a la parte más aburrida. Nos separaron en grupos de cuatro y cinco personas y a cada uno nos colocaron frente a una computadora en la que se abrió una evaluación. Pasamos casi cinco estresantes y agotadoras horas frente a la máquina respondiendo preguntas sobre lo que íbamos aprendiendo acerca de cómo debíamos atender a los clientes, cómo son las reglas en Estado Unidos y cómo debemos manejar el dinero.

Personalmente, creo que este sistema es demasiado estúpido, el sentarnos tanto tiempo revisando información que aprenderemos con la práctica. Definitivamente les faltó un psicólogo que revisara la evaluación para evitar que los que la hiciéramos nos durmiéramos en medio de ella o que apretásemos cualquier cosa solo para terminar de una vez por todas.

No fue la mejor experiencia que tuve, ni el mejor día que pasé, pero fue mi primer día como nuevo empleado en esta compañía. Mañana me tocará pasar el examen toxicológico para demostrar que no consumo drogas ni nada parecido (que mi personalidad es así de extraña sin necesidad de utilizar sustancias como esas).


[Cover de Seal, pero a mi parecer mucho mejor.]

lunes, 15 de diciembre de 2008

¿Cuánto es suficiente?


Fácil la historia es más frágil
Que en cien mil papeles hechos para volar
-- Frágil, de Libido
Hoy comencé a pensar en mí mismo después de haber pasado algunos días en compañía de varias personas y le di vueltas a la manera como soy.

De manera general, me doy cuenta de que soy un alma solitaria, de que prefiero pasar más tiempo a solas que en compañía de otros, aunque ello no significa que siempre esté por mi cuenta en todo momento. Como cualquiera, me gusta pasar tiempo con mis amigos, divertirme en grupo (tal vez uno no muy cuantioso), pero no soporto hacerlo por mucho.

Convivir con cuatro personas y tener que ver a otras cinco más todos los días es un reto que tengo miedo de afrontar, pues sé que tarde o temprano comenzaré a perder el control y mis ánimos empezarán a bajar enormemente, por pensar en el mejor de los casos. Ya me cuesta salir a almorzar en grupo, organizarme en grupo y, más aún, desenvolverme en grupo. Sin embargo, estoy al tanto de que esta experiencia no ha llegado solo para molestarme.

Hace tiempo escribí un post en el que mencionaba un juego en el que se debía superar todos los miedos, y ahora lo traigo a la memoria como analogía. No es exactamente un juego, pero sí sé que todo lo que venga de aquí en adelante es una serie de pruebas en las que no solo se presentarán obstáculos sencillos, sino también fobias con las que tendré que aprender a lidiar o que, con esfuerzo, desvaneceré.

A manera de reflexión pensé lo siguiente: ¿Cuánto tiempo en completo aislamiento humano es necesario para que una persona se vuelva loca? Imagino que no mucho, ya que las relaciones sociales son imprescindibles en el desarrollo y mantenimiento de la psique, pero en mi caso, y en el de muchos otros, pienso que el resultado sería proporcional de pasar inmensas cantidades de tiempo al lado de otros, sean quienes sean. Quizás me equivoco; espero que sea así.

domingo, 14 de diciembre de 2008

De lejos


How many times must I live this tragedy
How many more lies will they tell me
All I want is the same as everyone
Why am I here, and for how long
-- Eyes of a stranger, de Queensryche
Una particularidad social que he notado muchísimas veces desde hace mucho tiempo y que me parece bastante curiosa es cómo las personas se aíslan de sí mismas cuando están solas. De hecho, esto no sucede en todos los casos, pues existe gente bastante sociable que actúa de manera opuesta a la que digo, o gente como yo, que no se posiciona en ninguno de ambos extremos.

La primera vez que evidencié este hecho fue cuando subí al transporte público de Perú y tomé un asiento. Observé que las siguientes personas que iban subiendo, en lugar de sentarse junto a otras, tomaban los asientos vacíos. Esto podría tomarse como precaución, como una manera de no arriesgarse a sentarse con algún ladrón o algo parecido. Si este es, realmente, el caso, entonces la gente es extremadamente precavida.

Quise hablar de este tema porque el viernes, día que estuve en el aeropuerto, se presentó este hecho nuevamente, como ha sucedido millones de veces en cientos de otros lugares. Los asientos de espera estaban hechos mayormente para tres personas, y los que viajaban solos se sentaban en los extremos, dejando vacío el del medio, el cual nadie tomaba, a menos que no hubiese más asientos disponibles.

Todo esto me remonta a la confianza, a cómo el hombre es un ser sociable y a la vez busca privacidad, aspectos humanos que parecerían conseguir algún tipo de equilibrio. Estoy seguro de que existe todo un planteamiento teórico al respecto, alguna investigación sociológica que busque explicar esta clase de comportamiento, pero me gusta analizarlo desde el punto de vista individual.

:: Con respecto al viaje ::

El día más aburrido hasta el momento, hasta que llegaron los amigos que conozco y las cosas se volvieron más amenas, aunque ya puedo suponer que el día siguiente será aburrido nuevamente. No puedo creer que lo piense, pero ya quiero empezar a trabajar.

sábado, 13 de diciembre de 2008

El día de las 48 horas


Sometimes I don't speak right
But did I know what I was talking about
I know you're working for the CIA
They wouldn't have you in the mafia

-- Why can’t we be friends?, de Smash Mouth


Hablando de experiencias nuevas y cambios de vida, los últimos dos días podría resumirlos así. No niego que estoy cansado, agotadísimo, pero de ninguna manera aburrido. El título del post más hace alusión al jueves y al viernes, los cuales me parecieron un largo día en lugar de dos, pues apenas dormí 3 horas desde que desperté el jueves a las 7 de la mañana; llegué a una cama el viernes a las 11 de la noche.

Una de las empleadoras me recogió del aeropuerto a las 5 de la tarde después de haberme perdido buscando mis maletas y de creer que nadie iría por mí, pues mi vuelo se retrasó más de una hora. El camino al trabajo resultó ser más emocionante de lo que pensé, pues la hora y media que pasó entre salir del aeropuerto y llegar a la tienda pude ver cómo nevaba, algo que jamás había vivido. A pesar de ser las 5, ya casi había anochecido, lo cual me impresionó muchísimo, y quedé maravillado con los copos de nieve que parecían venir hacia nosotros mientras avanzábamos en la camioneta, especialmente cuando pasábamos por debajo de los faroles; la experiencia es indescriptible (o descriptible en demasiadas palabras, al menos por mí; intentaré grabarlo y lo pondré aquí).

En el momento que puse pie en la tienda, todo el cansancio acumulado del viaje pareció irse con el helado viento invernal, y me emocioné muchísimo. La empleadora me presentó a una serie de personas bastante amigables que trabajan en los distintos establecimientos de comida y bebida, aunque todavía me cuesta trabajo recordar sus nombres. Me dio instrucciones rápidas sobre mis horarios y después me llevó al hotel en el que me hospedaría hasta recibir noticia de su parte el martes (o el lunes… estoy algo perdido con eso).

Me llevé una sorpresa al llegar al cuarto del hotel, la cual fue que tendría que compartirlo con tres chicas hasta que mis amigos llegaran y me mudara con ellos a otro cuarto el domingo. Por mi lado no tenía ningún problema, excepto el de acomodarme en un cuarto con solo dos camas dobles y de compartir un solo baño; sabía que más inconvenientes los tendrían ellas que yo. Al final la repartición de camas duró pocos minutos: ellas dormirían juntas en una cama y yo por mi cuenta en la otra.

El día siguiente, es decir hoy, desperté algo tarde, salí con las chicas a tomar un desayuno tardío que más pareció un almuerzo, y fuimos a comprar comida y, en mi caso, un poco de ropa de invierno. Poco a poco he ido acostumbrándome al clima, al idioma y a vivir con desconocidas con las que voy familiarizándome, así como haciendo a un lado los nervios paulatinamente y aprendiendo a depender de mí mismo.

Es posible que los próximos días empiece a ser un poco más descriptivo y menos reflexivo con los posts, pero haré lo posible por volver a lo anterior y salpicarlo con descripciones del día a día para no perder la costumbre. Intentaré poner fotos también.

viernes, 12 de diciembre de 2008

La caja del terror


Have you run your fingers down the wall
And have you felt your neck skin crawl
When youre searching for the light?

-- Fear of the dark, de Iron Maiden
De cierta manera había olvidado lo que se siente volar en avión, pero hay algunas partes características de los vuelos que no se olvidan así de fácil. No me pongo nervioso ni nada parecido, pero sí suelo tener pensamientos un tanto negativos, como que cabe la posibilidad de que el avión explote en pleno vuelo, de que alguna tormenta eléctrica cause turbulencia mientras volamos por el océano y nos obligue a aterrizar forzosamente; ese tipo de cosas.

Por lo general tiendo a exagerar las cosas un poco, quizás porque de esa manera me preparo de sobremanera para cualquier problema que sí suceda y que posiblemente no sea tan desastroso como los que imagino. Así no me afecta tanto y puedo sobrellevarlo un tanto más preparado y con menos nerviosismo.

La única parte que realmente me incomoda y me hace apoyarme contra el asiento del avión es cuando está a punto de despegar y comienza a acelerar, lo que ocasiona que todo el vehículo vibre y que se genere un sonido fuerte (no muy fuerte) atemorizador. Una vez que se pasa esta parte, el resto es como dormir sobre las nubes, aunque, tomando esta metáfora un poco más literal, me es casi imposible dormir cómodamente en un avión. Finalmente, en el momento del aterrizaje, vuelvo a coger mi asiento, pues se da una situación parecida a la que expliqué con respecto al despegue.

En este momento estoy en el aeropuerto de Miami, después de haber hecho demasiadas filas, pasado por controles que solo alimentan mi idea de que viajar a otros países se ha vuelto cada vez más complicado, trabajoso y extremadamente agotador. No mucha gente me mira raro, tal vez porque este estado aún acostumbra toparse con el peruano común; en todo caso, lo que me extraña es que personas que escucho que hablan español, gente que trabaja en el aeropuerto, me hablan en inglés. ¿Ofendido? Solo un poquito.

La enseñanza que puedo sacar hasta el momento, o al menos la que más grabada está en mi cabeza es que por estos lares la gente vive con miedo. Reglas, prohibiciones, multas, y demás, por todas partes, limitan a las personas en su actuar. Lo más ridículo que he vivido este día, hasta ahora, es haberme tenido que sacar los zapatos, la casaca y el cinturón para probar que no llevo armas, que no soy terrorista. ¿Miedo? No, probablemente terror. Ya se verá.


jueves, 11 de diciembre de 2008

El primer día del resto de mi vida



Breathes a cloudless mind
Fascination
Leaves the doubting blind
Until the circle breaks and wisdom lies ahead
The faithful live awake
The rest remain misled

-- Innocence faded, de Dream Theater


Creo que no había sido sino hasta hoy que la frase “los ‘adióses’ siempre duelen” cobran significado para mí, ahora que estoy a minutos de embarcarme en el viaje que, espero, cambiará mi vida.

No pensé que sentiría una nostalgia como la que experimenté mientras iba en el carro rumbo al aeropuerto. En silencio derramaba lágrimas de congoja y limpiaba mis ojos no tanto para evitar que mis hermanas me viesen llorar, sino también, me atrevo a imaginar, como una manera de negarme la sensación de aquella emoción. No pensé que me sentiría así, justamente porque tantas han sido las veces que muchos de mis seres queridos se han ido de viaje y no he sentido demasiado pesar que imaginaba que sería lo mismo esta vez. Supongo que obvié demasiadas diferencias.

Estoy completamente solo, junto a muchas otras personas, esperando abordar el avión. ¿Tengo miedo? Ni lo dudo; lo tengo. Pero ese sentimiento es sobrepasado a leguas por la sensación que experimento cuando pienso en que no veré a muchas personas dentro de bastante tiempo. Tal vez por eso me costó tanto despedirme, o, en todo caso, despedirme a medias y hasta de manera aparentemente molesta; tenía miedo de aferrarme demasiado y negarme a viajar o, incluso, miedo a demostrar mis emociones más a flor de piel.

En fin, hay otras cosas en qué pensar en este momento, muchas de las cuales iré escribiendo aquí con el pasar de los días, semanas y meses. Hay un largo trecho por recorrer, y apenas estoy dando los pasos iniciales, cual bebé que va descubriendo el mundo a trompicones y golpes. Aún no me voy y ya extraño demasiado estar aquí.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Como petrificado por Medusa


When I counted up my demons
Saw there was one for every day
With the good ones on my shoulders
I drove the other ones away

-- Everything’s not lost, de Coldplay


Un par de horas atrás tuve otra crisis existencial como las he estado teniendo demasiado seguido últimamente, la cual me hizo remontarme a inicios del año y ver, situación por situación, los logros, cambios, errores y satisfacciones que he tenido.

Empecé el año de manera normal con una ligera inclinación positiva, hacia arriba. Lo más significativo de los primeros meses es que redescubrí las maravillas de los deportes y aumenté el nivel de mis salidas en bicicleta hasta llegar a un punto en el que pude estar seguro de que es mi pasión; eso en el rubro de logros y satisfacciones. En cuanto a cambios y errores, lo que más recuerdo es el intento que hice por recobrar una amistad, solo para perder las esperanzas de poder tener la relación que alguna vez tuvimos.

Los siguientes meses experimenté un alza increíble en el ánimo, me sentí con energías que no había poseído sino hasta antes de la adolescencia, pero no puedo entender qué motivos impulsaron a que se diera este hecho. Inicié el ciclo universitario medianamente bien, tanto académica como socialmente, pero lo terminé desastrosamente mal en ambos aspectos, lo que tomé como indicios de una posible caída, aunque me apresuré a imaginar algo que realmente no sucedió.

Las vacaciones de mitad de año fueron una de las mejores que tuve, e inicié el segundo semestre del año con muy buena disposición, especialmente luego de haber pasado el examen de requisito para estudiar psicología. Pero el prospecto de llevar seis cursos y empezar a conocer nuevas personas, así como el hecho de haber recibido un duro golpe al corazón y haber perdido el que hubiese sido mi primer gran proyecto literario, entre otras cosas igualmente devastadoras, mi vida empezó su inevitable descenso.

Parecería que en lo último exagero, justamente porque todo lo que llevo escribiendo los últimos tres meses muestra una faceta extremadamente positiva de mi parte, pero ello solo es prueba de que me negaba a aceptar una realidad que poco a poco me fue consumiendo, de que luchaba con todas mis fuerzas por volver a ese estado enérgico en el que me había encontrado tan solo meses atrás. Y aquí es donde me encuentro ahora, no tan bajo como he estado antes, pero suficientemente desmotivado como para no poder ver una salida de esto.

Prácticamente todas las metas a corto plazo que me fui poniendo este año han sido consumadas, pero nada parecido puedo decir de las metas a largo plazo. En este momento aún me embarga la negatividad, pero ya tengo una visión apenas clara del lugar al que quiero llegar; el problema radica en que no tengo idea de cómo alcanzarlo. Básicamente, lo que quiero es dejar de afectar de manera dañina a las personas que más me han ayudado últimamente, pero lo que siempre se inicia como una nueva actitud que me obligo a tomar termina revelándose contra mí y contra quienes más quiero.

Por el momento no sé qué hacer, cómo pensar ni adónde dirigir mis esfuerzos, pero me resguardo tras la idea de que todo este problema tan solo es temporal, y si es que no encuentro solución a él en este instante, sí puedo sentar las bases que me llevarán a solucionarlo en el futuro. Para empezar, el solo hecho de escribirlo aquí, de desahogarlo, es terapia suficiente que me ayuda a mantenerme de pie; es cuestión de hallar métodos iguales o mejores para poder recobrar mi viejo “nuevo yo”.

[Esta canción ayuda.]


[De paso recomiendo esta novela, una de las mejores que he leído.]

martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué realidad es la real?


There’s a light and a darkened road
There’s a night and a fading hope
There was a dream that once was mine
But now it seems it has passed with time

-- The other side, de Sirenia


Hoy dio la casualidad de que contesté el teléfono mientras pasaba frente al espejo del pasadizo de mi casa y tuve una sensación extraterrena, por lo que mantuve la conversación mientras me observaba a mí mismo. En base a esta situación, surgió en mí las ganas de experimentas más con esto, por lo que terminé teniendo una mañana bastante inusual frente a espejos.

Ya cuando hablaba por teléfono me veía y sentía algo extraño, como si la persona frente a mí no fuese realmente yo, sino alguien más que me hablaba. Esto me hizo recordar una idea que solía tener de pequeño, que los espejos de las personas estaban interconectados de tal manera que podían verme (admito que de chico tenía un pensamiento bastante ególatra). Esto no me causaba vergüenza, al menos no mucha, sino que me hacía sentir importante, como si fuese lo suficientemente especial como para ser observado. De esto salió otra idea, la de sentir que mi vida estaba siendo grabada o vista por una o varias personas desconocidas (y años más tarde vi la película “The Truman Show” y me sentí bastante identificado).

Una vez que la conversación telefónica terminó, mi mirada permaneció frente a mi reflejo, distorsionando mi imagen y haciéndome parecer alguien más. Este juego lo hacía hace años, me paraba de la misma forma ante un espejo y podía quedarme largos minutos contemplando a la persona que me veía de vuelta, quien dejaba de ser yo cuando alteraba mi visión para cambiar sus rasgos faciales. No estaba loco, ni nada parecido, solo hacía un uso desmedido de mi imaginación.

Cuando creía que la sensación extraterrena experimentada en un principio finalmente había desaparecido, pensé en mi nombre, por una razón que desconozco, y no me vi como dueño de él. Es decir, me llamé varias veces y no sentí que ese fuera mi nombre, más allá de que yo nunca me llamase sino que otras personas lo hicieran; tuve la sensación de que ese nombre no era mío. Me asusté ante la idea al comienzo, tanto así que pensé que soñaba, pero después fui interiorizando esa idea tan abstracta de no ser la persona en el espejo.

Milan Kundera, en uno de sus libros, escribió sobre cómo se sentirían dos personas adultas que nunca antes se hubiesen visto en el espejo. No me acuerdo con exactitud cómo iba el pasaje, pero la idea es que no se reconocerían a sí mismos como dueños del reflejo, sino que verían a la persona del otro lado como alguien completamente extraño, similar a la sensación que yo tuve.

Me encanta sorprenderme así con cosas que solemos tomar como absentas de asombro, cosas a las que nos hemos acostumbrado y a las que tomamos como ordinarias. Ya nada parece ser mágico, pero eso solo es culpa de nosotros mismos, quienes con ojos escépticos miramos la realidad con los matices que queremos darle. Un error que, por mi parte, pienso enmedar.


lunes, 8 de diciembre de 2008

Maquinaria en desuso


I never want to be old
And I don't want dependence
It's no fun to be told
That you can't blame your parents anymore

-- Sentimental, de Porcupine Tree


Ambos me convirtieron en esto, pero tú cargas con mayor parte de la culpa, la que te adjudico sin siquiera titubear, ya que es de tu sangre de donde proviene mi malicia, y de tus pensamientos de donde nace mi locura. Arrástrame por los suelos como solías hacerlo, o golpéame si es que no llego a cumplir tus expectativas; soy un niño revoltoso que no tiene idea de su edad, que no alcanza su potencial, que necesita un poco de disciplina, la tuya.
Te culpo gustoso, y lamo mis heridas con una sonrisa que nunca antes había aparecido en mi rostro; te culpo de todo, aunque todo sea mi culpa.

Me enseñaste a causar mal, pero pude haberme negado a aprender; me mostraste el dolor, pero podía cerrar los ojos; con tu ejemplo entendí el odio, pero en eso no tuve opción. Ahora dices haber cambiado, haber tomado el camino de la luz que por tanto tiempo rehuiste, y te confieso que yo también he cambiado, aunque no como podrías querer, aunque sí suponer. Ahora soy como eras tú, como de seguro lo sigues siendo hasta hoy, una máquina sin emociones; o al menos no las que valdrían la pena experimentar. ¿Hace falta que lo diga?


domingo, 7 de diciembre de 2008

Cansado


Because
I'm trapped
In this cement husk
Gotta let me go
You just gotta let me go
-- Agadez, de The Mars Volta

Y ya ves que estás harto, cansado de todo, de tanto pensar. La cabeza te duele y prefieres callar, que nadie te hable, que nadie te mire, que seas invisible, que el mundo se detenga y puedas respirar. Pero el agotamiento te tiene hecho su presa, al igual que la frustración y quizás el dolor, por lo que nada parece satisfactorio excepto el dejarse llevar por la gravedad, dejarse caer y no volverse a levantar.

Ya no sabes hablar, pues las palabras que salen de tu boca lo expresan y tú mismo lo aceptas con resignación, la ineptitud multiplicada por tus errores. Y quieres gritar, lo veo en tus ojos así como en tus manos rojas que tanto daño se hacen a sí mismas; ¿qué esperas para hacerlo, para llorar?


[El video más decente que encontré de esta canción.]

sábado, 6 de diciembre de 2008

A un sueño de distancia


The king of hell destroys with hatred in his eyes
The homicidal flames are raging in his eyes

-- Tale of tears, de Jacobs Dream


Siempre he tenido especial fascinación por los sueños y por lo que estos nos muestran o enseñan, más allá de que lo que soñemos sea una combinación de vivencias pasadas, deseos, temores y sensaciones en general. Desde que puedo recordar, les he adjudicado un carácter que sobrepasa lo mundano y roza con lo simbólico, y aunque admito haber sido un tanto muy crédulo en lo que respecta a los libros que interpretan lo soñado, soy fiel creyente de que existen significados ocultos en ellos, como una especie de mensaje.

No estoy seguro de haberlo escrito aquí antes, pero tengo la completa convicción de que puedo ver retazos del futuro mediante lo que sueño. Críticas, burlas o de repente palabras de entendimiento aparte, es cierto, por más de que me sea difícil probarlo. No intentaré convencer a nadie ahora, ni explicaré a qué me refiero con lo que digo, solo mencionaré que es gracias a ellos que mi vida se ha enriquecido de diversas maneras.

Hace unos días tuve uno de esos sueños que a veces nos dejan una sensación de emoción o energía luego de despertar y hasta incluso a lo largo del día, sea por las razones que sean, y fue gracias a él que la maquinaria inventiva acogida en mi cerebro comenzó a funcionar nuevamente. Recibí la inspiración para escribir otra novela a través de las imágenes que pude apreciar durante el sueño, por lo que apenas abrí los ojos me di un tiempo para procesar lo “vivido” e inmediatamente después corrí a la computadora a escribir un poco de las aún frescas ideas que tenía en la cabeza.

Es la segunda vez en mi vida que uno de mis sueños ha causado tal impacto en mí como para empujarme a escribir algo grande, pero la primera que estoy dispuesto a responder haciendo exactamente eso, escribiendo. Lo único negativo de todo esto es que me causa un poco de pesar dejar de lado la novela que estoy recuperando y volviendo a desarrollar, pero veré si tengo las fuerzas suficientes para hacer el esfuerzo de escribir ambas a la vez. Difícil, pero no imposible.


Lujuria y porvenir


The walls start breathing
My mind's unweaving
Maybe it's best you leave me alone

-- It ends tonight, de The All-american Rejects

Entre puentes colgantes de los cuales la vista no se puede (ni quiere) quitar, extensos y maravillosos algunos, otros interesantes a su manera. Pero el vértigo no es enemigo fácil de olvidar, especialmente ahora que la altura es imperativa aunque variable. Y variabilidad es lo necesario para no saltar, paradójico como pueda sonar, pues mientras más cerca del cielo se está, más los acuciantes impulsos de lanzarse al olvido, todo por culpa de esos hermosos puentes que a veces quitan las ganas de vivir.

Dame dos minutos para elegir y me tomaré la vida entera, más allá de que el viento meza el único espacio en el que me siento seguro; los puentes no lo hacen fácil. Y digamos que lo que acaba verá un inicio muy pronto, tan pronto que no parece que haya un final a la vista, lo que torna borroso y hasta irrisorio el porvenir que no me dejo aceptar. Resignación, el mejor placebo para una enfermedad que ya no tiene forma de detenerse, solo de aguantarse, y soportar, y cargar sobre la espalda; y ya no aguanto más.


[Especial recomendación por parte de Pinky; aunque el video no tiene mucho que ver con el post.]

viernes, 5 de diciembre de 2008

Soñar no cuesta nada


What are we made of?
Can we know what we will be?
What are the chances
I can find a better path, a better life, a better me?
What are we made of?
If you think you know the answer
Turn around, think again

-- What are we made of?, de Brian May con Sissel


Toda esta reflexión del “¿qué quiero?” nació gracias a las palabras de mi buen amigo Takashi, quien me hizo repensar una decisión que tomé hace varios meses atrás, y a la que hoy considero como tomada por razones equivocadas, pero ella en sí acertada.

Creí que quería viajar en el verano para salir de la rutina que llevo aquí, especialmente la que me impone la universidad y todo lo que el estudiar para obtener un título supone. Por más que argumentaba que el irme a trabajar a otro país podía ser otra rutina no tan pesada ni larga, sé que me engañaba a mí mismo más que a los demás, pues yo mismo decía inmediatamente “termino clases, el mismo día viajo a trabajar y regreso el primer día de clases para retomar los estudios”, con lo cual daba a entender que nunca escaparía de la rutina, sino que saltaría de una a otra.

¿Qué es lo que quiero de este viaje? A decir verdad, la opción de viajar a trabajar nunca fue la primera, ni siquiera la pensé antes de decidirla. Lo que buscaba era irme de Lima, alejarme de mi familia, vivir independientemente por un tiempo, conocer gente diferente, aprender de otras culturas y encontrar el sentido de mi vida, todo esto en un viaje a cualquier lugar del mundo. Como el dinero limitaba un poco las opciones, pensé que Estados Unidos sería perfecto siempre y cuando mi papá accediera, de lo contrario optaría por quedarme en Perú pero saldría de la capital con ayuda de mis ahorros.

De más está decir que mi papá se negó rotundamente a pagarme un viaje en el que no existía posibilidad de experimentar el aprendizaje que supone trabajar, y se opuso aún más cuando añadí a mi propuesta el dejar un ciclo para descansar. Pude haber aceptado su decisión e irme a cualquier parte del Perú, pero algo me impulsaba a alejarme tanto como pudiese, por lo que saltó a mi mente la idea de entrar en un programa que enviaba a alumnos universitarios a trabajar a Estados Unidos, y así fui convenciendo a mi papá. Lo lamentable es que perdí noción de mis razones para este viaje y acoplé las que otras personas fueron dándome, básicamente la de conseguir dinero, practicar inglés y tener una experiencia de independencia; ninguna parecida a las mías excepto por la última.

Ahora, a un poco más de una semana antes de partir, no cambio mi decisión, pero trato de encontrar la verdadera razón por la que viajo, lo que realmente quiero conseguir con esta experiencia. Sí, el dinero es una fuerte motivación, especialmente porque gasté todo lo que tenía en todo el proceso que supone el estar en uno de estos programas, pero no es lo que me impulsa; si regreso con los bolsillos vacíos no me importará, siempre y cuando haya conseguido lo que busco. Creí que quería independencia y conocer personas diferentes a como dé lugar, y lo quiero, pero no por encima de algo más, algo que tiene mayor peso: el sentido de mi vida.

Suena extraño y hasta un poco absurdo pensar que hallaré el significado de mi existencia trabajando en el extranjero, pero lo importante es entender que no se trata del lugar ni de la acción, sino de las experiencias que hay de por medio. Quiero tomar un descanso de la vida ordinaria que llevo y empezar a vivir algo distinto de lo que conozco, conocer parte del mundo que me he propuesto visitar y hasta tener lo más cercano a lo que podría llamarse aventura. Quiero, en última instancia y por más jalado de los pelos que pueda sonar para algunos, poner a prueba mis creencias y demostrar que el mundo no tiene por qué perder su carácter místico o mágico, y que un soñador puede sentirse aceptado en él después de todo.

[Pinocho me entiende.]

jueves, 4 de diciembre de 2008

La incógnita mayor


I could feel it go down
Bittersweet I could taste in my mouth
Silver lining the cloud
Oh and I
I wish that I could work it out

-- The hardest part, de Coldplay


Lo siento como si viese a alguien acercarse, detenerse frente a mí, me mirase a los ojos y me preguntase “¿qué es lo que realmente quieres?”, a lo cual yo devolvería una mirada confusa y balbucearía una respuesta probablemente lejana a la que mi corazón podría haberme estado pidiendo que dijera. Creo que es la pregunta más difícil de responder, incluso más que las relacionadas al origen de la vida o la existencia de algún ser supremo, así como las que buscan desentrañar los misterios del hombre.

¿Qué es lo que quiero? Primero tendría que reducir el ámbito al que apunta esa pregunta, pues puedo querer diferentes cosas en relación a distintos aspectos de mi vida. Pero el hacerlo ya me limitaría enormemente, pues quedarían diversas opciones de entre las cuales tendría que elegir solo una, y eso es tan difícil como responder la pregunta en sí. Por ello, lo ideal es mirar la vida como un todo y no como partes que la van componiendo, para así llegar a una conclusión que abarque cada ámbito a la vez y se pueda sentir satisfecho con la decisión tomada.

Entonces, ¿qué es lo que quiero? Supongo que lo que cualquier persona querría: felicidad. Es la manera más fácil de responder, especialmente porque últimamente he llevado cursos de filosofía en los que tratan este tema, pero no creo que me conforme solo con eso, con esa respuesta tan vaga. Para decir que quiero la felicidad tendría que saber qué es, y creo que eso es imposible justamente porque cada persona tiene una noción distinta de ella, así que tendría que dar cientos de miles de definiciones, con lo cual no llegaría a ninguna conclusión significativa.

Es absurdo pensar que conseguiré mi respuesta en las siguientes oraciones, tan absurdo que a veces pienso que nunca se podrá encontrar solución a este problema. Y lo llamo problema porque no creo que alguien pueda vivir tranquilo meditando eternamente sobre esto sin hallar su respuesta; aunque puede que me equivoque y esa meditación lleve, en última instancia, a aquella. Pero nada de esto me acerca a descubrirla; sigo en el aire.

Tal vez lo que quiero está conectado con el sentido de mi vida, con el por qué y para qué estoy aquí, pero siempre cabe la posibilidad de que la misión que tenga en la vida (de existir una para cada uno) no me guste y, por ende, no la quiera, muy a pesar de que deba llevarla a cabo. Esto me lleva a decir que no sé lo que quiero, y aún peor, que no quiero saberlo. Quizás, en lugar de tratar de encontrar una respuesta a esta interrogante, lo mejor sería preguntarse “¿por qué debo tener una idea clara de lo que quiero?”, y después pasar a la incógnita mayor.


LinkWithin

Related Posts with Thumbnails