jueves, 11 de diciembre de 2008

El primer día del resto de mi vida



Breathes a cloudless mind
Fascination
Leaves the doubting blind
Until the circle breaks and wisdom lies ahead
The faithful live awake
The rest remain misled

-- Innocence faded, de Dream Theater


Creo que no había sido sino hasta hoy que la frase “los ‘adióses’ siempre duelen” cobran significado para mí, ahora que estoy a minutos de embarcarme en el viaje que, espero, cambiará mi vida.

No pensé que sentiría una nostalgia como la que experimenté mientras iba en el carro rumbo al aeropuerto. En silencio derramaba lágrimas de congoja y limpiaba mis ojos no tanto para evitar que mis hermanas me viesen llorar, sino también, me atrevo a imaginar, como una manera de negarme la sensación de aquella emoción. No pensé que me sentiría así, justamente porque tantas han sido las veces que muchos de mis seres queridos se han ido de viaje y no he sentido demasiado pesar que imaginaba que sería lo mismo esta vez. Supongo que obvié demasiadas diferencias.

Estoy completamente solo, junto a muchas otras personas, esperando abordar el avión. ¿Tengo miedo? Ni lo dudo; lo tengo. Pero ese sentimiento es sobrepasado a leguas por la sensación que experimento cuando pienso en que no veré a muchas personas dentro de bastante tiempo. Tal vez por eso me costó tanto despedirme, o, en todo caso, despedirme a medias y hasta de manera aparentemente molesta; tenía miedo de aferrarme demasiado y negarme a viajar o, incluso, miedo a demostrar mis emociones más a flor de piel.

En fin, hay otras cosas en qué pensar en este momento, muchas de las cuales iré escribiendo aquí con el pasar de los días, semanas y meses. Hay un largo trecho por recorrer, y apenas estoy dando los pasos iniciales, cual bebé que va descubriendo el mundo a trompicones y golpes. Aún no me voy y ya extraño demasiado estar aquí.


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