Do you come from a land down under?
Where women glow and men plunder?
Can't you hear, can't you hear the thunder?
You better run, you better take cover
-- Land down under, de Men at Work
Hoy nos llevaron a un consultorio médico en el que nos tomaron un examen para determinar si consumimos drogas, nada fuera de lo común. Este habría sido un día como cualquiera los anteriores, un tanto aburrido, de no ser por una idea que tuve y que ayudaba darle sentido a mi noción de tener aventuras.
De por sí quería hacerlo solo, aventurarme en lo desconocido y salir victorioso, pero la precaución me impedía hacerlo, así que decidí compartir mi idea con los otros para luego llevarla a cabo por mi cuenta en otro momento, con un poco más de experiencia de por medio. En el lobby del hotel pedimos instrucciones de cómo tomar un autobús al centro de la ciudad, dispuestos a conocer un poco más del lugar en el que estamos viviendo.
El transporte público aquí es significativamente diferente que en Perú, ya que los buses no paran en cualquier lugar, sino únicamente en los paraderos autorizados, los cuales están marcados con un signo de “Bus Stop” y en ellos están escritos los nombres de las líneas que pasan por el lugar. Además, sólo pasan en horas determinadas, por lo que no se ven buses haciendo carreras por llegar a los paraderos primero, por ejemplo. Al principio tuvimos problemas al buscar el lugar donde debíamos esperar el bus, lo cual ocasionó que perdiésemos el que queríamos tomar; pero luego nos las arreglamos para subir al siguiente.
Algo que me gustó mucho del interior del autobús fue que hay una pantalla en la que sale el nombre de la siguiente parada, así que es fácil saber dónde se está. Algo excelente es que el conductor no se detiene en cada paradero a menos que haya alguien esperando el bus o alguien que jale un cable dentro del vehículo para bajar en el siguiente. Fue una experiencia divertida.
Una vez que estuvimos en la ciudad, además de congelarnos por el frío, estábamos algo desorientados porque no sabíamos a dónde ir o qué hacer. Comenzamos a dar vueltas por las calles buscando tiendas o lugares en los que pudiésemos distraernos. Estuve maravillado por la diferencia entre aquella ciudad con la ciudad de Lima, un disimilitud que apenas puedo describir, aunque no diría que una es mejor que otra, pues Lima me es más familiar y me conduzco mejor en ella. Al poco rato ya deseaba regresar, ya que no había mucho que hacer y habíamos ido algo tarde, teniendo en cuenta que aquí comienza a anochecer a las cinco de la tarde. Entramos a una tienda, compramos un mapa; luego fuimos a una especie de centro comercial; y, finalmente, tomamos el bus de regreso.
La experiencia me gustó en tanto me sentí muy cómodo desde el inicio, a pesar de haberme sentido algo confundido en las congestionadas calles, por lo que estoy más que dispuesto a repetir la experiencia por mí mismo, pero no sin antes revisar el mapa que compramos. Hubiese sido estupendo tener una bicicleta y recorrer la ciudad en ella, pero esta vez tendré que contentarme con caminar, sin olvidar que tengo la necesidad de sentarme en algún lugar y solo mirar a las personas pasar.
De por sí quería hacerlo solo, aventurarme en lo desconocido y salir victorioso, pero la precaución me impedía hacerlo, así que decidí compartir mi idea con los otros para luego llevarla a cabo por mi cuenta en otro momento, con un poco más de experiencia de por medio. En el lobby del hotel pedimos instrucciones de cómo tomar un autobús al centro de la ciudad, dispuestos a conocer un poco más del lugar en el que estamos viviendo.
El transporte público aquí es significativamente diferente que en Perú, ya que los buses no paran en cualquier lugar, sino únicamente en los paraderos autorizados, los cuales están marcados con un signo de “Bus Stop” y en ellos están escritos los nombres de las líneas que pasan por el lugar. Además, sólo pasan en horas determinadas, por lo que no se ven buses haciendo carreras por llegar a los paraderos primero, por ejemplo. Al principio tuvimos problemas al buscar el lugar donde debíamos esperar el bus, lo cual ocasionó que perdiésemos el que queríamos tomar; pero luego nos las arreglamos para subir al siguiente.
Algo que me gustó mucho del interior del autobús fue que hay una pantalla en la que sale el nombre de la siguiente parada, así que es fácil saber dónde se está. Algo excelente es que el conductor no se detiene en cada paradero a menos que haya alguien esperando el bus o alguien que jale un cable dentro del vehículo para bajar en el siguiente. Fue una experiencia divertida.
Una vez que estuvimos en la ciudad, además de congelarnos por el frío, estábamos algo desorientados porque no sabíamos a dónde ir o qué hacer. Comenzamos a dar vueltas por las calles buscando tiendas o lugares en los que pudiésemos distraernos. Estuve maravillado por la diferencia entre aquella ciudad con la ciudad de Lima, un disimilitud que apenas puedo describir, aunque no diría que una es mejor que otra, pues Lima me es más familiar y me conduzco mejor en ella. Al poco rato ya deseaba regresar, ya que no había mucho que hacer y habíamos ido algo tarde, teniendo en cuenta que aquí comienza a anochecer a las cinco de la tarde. Entramos a una tienda, compramos un mapa; luego fuimos a una especie de centro comercial; y, finalmente, tomamos el bus de regreso.
La experiencia me gustó en tanto me sentí muy cómodo desde el inicio, a pesar de haberme sentido algo confundido en las congestionadas calles, por lo que estoy más que dispuesto a repetir la experiencia por mí mismo, pero no sin antes revisar el mapa que compramos. Hubiese sido estupendo tener una bicicleta y recorrer la ciudad en ella, pero esta vez tendré que contentarme con caminar, sin olvidar que tengo la necesidad de sentarme en algún lugar y solo mirar a las personas pasar.
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